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Per María José Navarro
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Esos ¿gratos? recuerdos de épocas pasadas que vuelven

    Lo bueno de las vacaciones, además de disfrutarlas, es recordarlas y al hacerlo me vienen a la memoria todos esos pueblos y ciudades de la geografía española que he visitado, callejeando y disfrutando de sus gentes, gastronomía, fiestas, cultura y monumentos.

    Me he recreado admirando cada rincón, cada fachada, cada calle, cada parque, pero también en muchos de esos pueblos, como si un viento gélido con olor a rancio recorriera sus calles, he sentido escalofríos al descubrir placas conmemorativas e insignias pertenecientes a una época en que nuestra sociedad estaba sumida en la oscuridad, la tristeza, el hambre y la muerte.

    Recuerdos de unos años en los que España estaba en manos de líderes encabezados por un criminal dictador que se hacía llamar a sí mismo “caudillo por la Gracia de Dios”.

    Sin embargo, medio siglo después de aquella lamentable historia, y pese a la condena de la ONU, el Parlamento Europeo, el Consejo de Europa y decenas de asociaciones cívicas hacia cualquier exhibición de ideología fascista, hay ayuntamientos que se niegan a eliminar de plazas y calles estos símbolos, amparándose en que forman parte de la historia de España, esa historia gris que a la mayoría de españoles nos causa indignación, y aunque la historia hay que recordarla para no caer en los errores pasados, no me parece nada adecuado hacerlo de esta manera, ensalzando las “glorias” de aquellos vencedores.

    Quizás vivamos en el único país democrático donde tras haber sufrido una dictadura en la que se cometieron tantos crímenes, se sigan manteniendo monumentos y mausoleos con tantas implicaciones sociales. Recordemos que el Valle de los Caídos es hoy todavía un lugar de culto y recuerdo al dictador Francisco Franco y al líder de la falange José Antonio Primo de Rivera.

    Hoy en día son muchos los jóvenes simpatizantes del PP que exhiben públicamente, sin complejos y con orgullo, símbolos franquistas, y es preocupante que esto suceda en nuestro país al igual que sucede en otros países de Europa, como si de un virus se tratase, por la virulencia publica con la que actúan estos grupos radicales.

    En nuestros países vecinos, Francia, Alemania e Italia se penaliza la exhibición de simbología fascista, pero en España, el gobierno del PP tras la nueva ley de seguridad Ciudadana permite que esto siga ocurriendo, véase sin ir más lejos, las esvásticas y otros símbolos nazis que algunos grupos de ultraderecha estuvieron aireando sin ningún problema en la procesión cívica del 9 de octubre, profiriendo cánticos y gritos fascistas, sin que ni dirigentes políticos ni las fuerzas de orden actuaran en consecuencia por la gravedad de los hechos.

    Puede que tengan razón los que dicen que vivimos en un país de pandereta, y por eso la nieta del dictador pueda salir en las revistas del corazón presumiendo de las herencias de su abuelo.

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    comentari 1 comentari
    Marietika
    Marietika
    22/11/2014 02:11
    Educación en valores

    Qué decir? Coartar las libertades es mala cosa, hacer callar las voces de protesta con el asesinato amparado en poderes políticos o militares no tiene excusa ni perdón. Pero en un pluralismo político y una democracia participativa donde se escuchan todas las voces, poner censura no es una medida autoritaria y antidemocrática? Es difícil posicionarse en pro o en contra. Lo que no se debe permitir nunca es la violencia o la apología del radicalismo. No soy partidaria de mantener los recuerdos de una época oscura, pero tampoco soy partidaria de olvidarlos, porque recordarlos nos permite mirar hacia adelante construyendo una sociedad firme y segura para que eso no vuelva a ocurrir. La mejor manera de hacerlo es a través de la educación en valores… apostemos por ella.

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