Esos ¿gratos? recuerdos de épocas pasadas que vuelven
Lo bueno de las vacaciones, además de disfrutarlas, es recordarlas y al hacerlo me vienen a la memoria todos esos pueblos y ciudades de la geografÃa española que he visitado, callejeando y disfrutando de sus gentes, gastronomÃa, fiestas, cultura y monumentos.
Me he recreado admirando cada rincón, cada fachada, cada calle, cada parque, pero también en muchos de esos pueblos, como si un viento gélido con olor a rancio recorriera sus calles, he sentido escalofrÃos al descubrir placas conmemorativas e insignias pertenecientes a una época en que nuestra sociedad estaba sumida en la oscuridad, la tristeza, el hambre y la muerte.
Recuerdos de unos años en los que España estaba en manos de lÃderes encabezados por un criminal dictador que se hacÃa llamar a sà mismo “caudillo por la Gracia de Dios”.
Sin embargo, medio siglo después de aquella lamentable historia, y pese a la condena de la ONU, el Parlamento Europeo, el Consejo de Europa y decenas de asociaciones cÃvicas hacia cualquier exhibición de ideologÃa fascista, hay ayuntamientos que se niegan a eliminar de plazas y calles estos sÃmbolos, amparándose en que forman parte de la historia de España, esa historia gris que a la mayorÃa de españoles nos causa indignación, y aunque la historia hay que recordarla para no caer en los errores pasados, no me parece nada adecuado hacerlo de esta manera, ensalzando las “glorias” de aquellos vencedores.
Quizás vivamos en el único paÃs democrático donde tras haber sufrido una dictadura en la que se cometieron tantos crÃmenes, se sigan manteniendo monumentos y mausoleos con tantas implicaciones sociales. Recordemos que el Valle de los CaÃdos es hoy todavÃa un lugar de culto y recuerdo al dictador Francisco Franco y al lÃder de la falange José Antonio Primo de Rivera.
Hoy en dÃa son muchos los jóvenes simpatizantes del PP que exhiben públicamente, sin complejos y con orgullo, sÃmbolos franquistas, y es preocupante que esto suceda en nuestro paÃs al igual que sucede en otros paÃses de Europa, como si de un virus se tratase, por la virulencia publica con la que actúan estos grupos radicales.
En nuestros paÃses vecinos, Francia, Alemania e Italia se penaliza la exhibición de simbologÃa fascista, pero en España, el gobierno del PP tras la nueva ley de seguridad Ciudadana permite que esto siga ocurriendo, véase sin ir más lejos, las esvásticas y otros sÃmbolos nazis que algunos grupos de ultraderecha estuvieron aireando sin ningún problema en la procesión cÃvica del 9 de octubre, profiriendo cánticos y gritos fascistas, sin que ni dirigentes polÃticos ni las fuerzas de orden actuaran en consecuencia por la gravedad de los hechos.
Puede que tengan razón los que dicen que vivimos en un paÃs de pandereta, y por eso la nieta del dictador pueda salir en las revistas del corazón presumiendo de las herencias de su abuelo.
Qué decir? Coartar las libertades es mala cosa, hacer callar las voces de protesta con el asesinato amparado en poderes polÃticos o militares no tiene excusa ni perdón. Pero en un pluralismo polÃtico y una democracia participativa donde se escuchan todas las voces, poner censura no es una medida autoritaria y antidemocrática? Es difÃcil posicionarse en pro o en contra. Lo que no se debe permitir nunca es la violencia o la apologÃa del radicalismo. No soy partidaria de mantener los recuerdos de una época oscura, pero tampoco soy partidaria de olvidarlos, porque recordarlos nos permite mirar hacia adelante construyendo una sociedad firme y segura para que eso no vuelva a ocurrir. La mejor manera de hacerlo es a través de la educación en valores… apostemos por ella.