Las ciudades deben ser para vivirlas
Leyendo a Francesco Tonucci, ese pensador y psicopedagogo que tan bien conoce a los niños, es muy fácil llegar a la conclusión de que efectivamente, las ciudades no están pensadas para vivirlas y disfrutarlas, mucho menos por las personas que se salgan del rol establecido de “varón, adulto y trabajador” para las que fueron diseñadas.
Los niños, las personas con discapacidad, los mayores, sufren las ciudades y sus peligros. Y se sigue cayendo en el error de combatir el tráfico ensanchando calles, estrechando aceras y haciendo más aparcamientos, cuando la experiencia de los países más avanzados en este aspecto demuestra que es precisamente lo contrario lo que resuelve este problema, es decir, el fomento de la movilidad a pie y en bicicleta.
Sin embargo, parece ser que aquí en Valencia, los responsables de urbanismo no se han puesto al día en las tendencias del resto de Europa, y siguen erre que erre metiendo asfalto y tráfico en sus proyectos.
El Cabanyal y Benimámet son dos buenas muestras de ello.
El Cabanyal lleva años luchando contra un Plan Urbanístico que pretende atravesar el barrio por una inmensa lengua de asfalto que comunicará Valencia con el mar, arrasando para ello cientos de edificios, sin tener en cuenta los valores artísticos e históricos que llevaron a este barrio a estar declarado Bien de Interés Cultural en 1993 y protegido por la legislación española. Desgraciadamente, y gracias a la ineptitud de nuestro consistorio, este mismo barrio, fue catalogado en 2013 como uno de los sitios patrimoniales en peligro de extinción.
En mi barrio, Benimámet, también estamos librando una batalla contra la pretensión de la Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento de Valencia, que al contrario de todas las políticas que se están desarrollando en la mayor parte de Europa, diseña e impone a sus vecinos un proyecto anclado en el pasado, en el que prima el asfalto y que hará del nuestro un barrio anodino, gris, feo, como tantos otros, con muchos espacios para los vehículos y pocos para las personas.
Y nosotros, los vecinos y vecinas de Benimámet, perderemos esa oportunidad única, que el soterramiento de las vías nos ofrece, de tener ese espacio verde para que los niños recobren la oportunidad de vivir su barrio, al igual que lo hacíamos los mayores en nuestra época, en la que la calle era lugar de juegos, amistades, socialización, aprendizajes…
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Estoy totalmente de acuerdo. Hay que defender los barrios. Antes de modificarlos se ha de tener en cuenta la opinión de los vecinos, que son al fin y al cabo los verdaderos partícipes de su contexto. Hay que recordar a los y las políticos/as que gobiernan en representación nuestra. Qué sentido tiene que hagan lo que les parezca mejor para nosotros sin contar con nosotros?