Alcohol y jóvenes: un peligroso cóctel

Durante el verano se generaliza más eso de ver a jóvenes, muchos de ellos adolescentes que están muy lejos de la mayoría de edad, cargados con bolsas, o incluso, los más atrevidos con carros del supermercado, llenos con todo tipo de bebidas refrescantes y alcohólicas, para ese acto social consolidado que se desarrolla en la calle o en los parques llamado botellón, o en el caso de las fiestas de los pueblos los “graneros”, “chamizos”, “garajes” que es como se denominan a esas propiedades que se alquilan o que pertenecen a algún progenitor y que, sin control ni reglamentación, permite que los jóvenes se introduzcan en el consumo del alcohol.

En nuestro país el consumo de alcohol es ilegal antes de los 18 años, pero los jóvenes pueden obtener bebidas alcohólicas sin demasiados inconvenientes, bastantes años antes de lo permitido, y lo que es peor, amparado por una tolerancia social que lo favorece.

El alcohol provoca euforia, excitación, desinhibición, aumento de la sociabilidad, auto confianza, ayuda a superar la timidez y también les ayuda a sentirse parte del grupo de adolescentes, e incluso para muchos, eso de imitar a los adultos consumiendo alcohol, les hace sentir mayores.

Pero lo que los chavales y chavalas no saben, es que sus consecuencias pueden ser desastrosas, especialmente en estas edades tan tempranas, ya que les provoca daños graves en las zonas frontales del cerebro, que son cruciales para controlar impulsos y reflexionar sobre las consecuencias de sus acciones, lo que les llevará a una adicción similar a la de las drogas, y que con el paso del tiempo les puede producir pérdida de memoria y en la capacidad de concentración, comportamientos violentos, así como impotencia en los varones y alteraciones menstruales en las mujeres, aumento de la tensión arterial, cirrosis e incluso el aumento de la probabilidad de algunos tipos de cáncer, y desde luego también existe una relación directa entre el consumo de alcohol y el aumento de accidentes de tráfico entre los jóvenes.

Los efectos del alcohol entre los y las adolescentes son tan preocupantes que si las familias, las administraciones y la sociedad en su conjunto no toman este asunto como un problema serio, sus efectos irán en aumento y continuará destruyendo las vidas de ellos y sus familiares.

Esta claro que nos encontramos ante un grave problema social, de difícil solución, pues todos tenemos interiorizado el uso normalizado del alcohol y somos tolerantes con ello. Pero lo que no es tolerable ni entendible es que cada fin de semana haya un puñado de adolescentes con comas etílicos en los servicios de urgencia de centros de salud y hospitales.

Así que debemos concienciarnos y desde el entorno familiar educar desde muy pequeños a nuestros hijos e hijas para evitar que se adopten ciertas conductas, incidiendo sobre todo en potenciar la autoestima y el autocontrol.

Desde luego, las Administraciones juegan un papel muy importante en esto, y deberían hacer llegar a la población campañas institucionales de información y sensibilización para aumentar el rechazo social hacia ciertos patrones de consumo, a la vez que se deben potenciar programas educativos en las escuelas, así como promocionar entre los jóvenes, actividades lúdicas en los barrios, a las que puedan acceder con facilidad y que les alejen de este ocio vacío en contenido y valores y repleto de alcohol.

La sociedad en general, debe dejar de ver el consumo de alcohol entre los jóvenes como algo normal y cotidiano. Debemos concienciarnos que el alcohol es una sustancia tóxica, sumamente adictiva y que puede tener consecuencias muy graves para nuestros hijos e hijas. Si tu hijo consume alcohol, ¡¡¡actúa!!!