TURISMO O NO TURISMO, esa es la cuestión en Requena
Hubo una apuesta en su época por la incentivación del turismo en Requena, veíamos todos los días autobuses de turistas que aparcaban cerca de la Fuente de los Patos para subir a visitar el imponente barrio histórico de La Villa, hubo una época que decenas de miles de turistas eran atraídos por la Feria del Embutido, además, las aldeas rebosaban de veraneantes y se habrían los primeros hoteles y restaurantes en La Villa en aquellos tiempos.
Hoy, la mayor parte del turismo de Requena se debe a la gran labor de las bodegas que ejercen una importante atracción para el turismo enológico, pero que no es suficiente si las administraciones públicas de Requena y Valencia no ayudan manteniendo el potencialmente idílico patrimonio histórico y natural de nuestro entorno.
El ciudadano requenense ha realizado un gran esfuerzo para crear infraestructuras de calidad que consiguen atraer, a pesar de todo, visitantes que quieren probar nuestros caldos y gastronomía, y conocer cómo somos. Tan sólo le falta colaboración institucional que le permita llevar a cabo sus ilusiones y proyectos.
Requena tiene una base turística increíble, mucho potencial; pero hace falta la llave que abra la puerta de su desarrollo definitivo. Para lograrlo, la Administración Pública de Requena debería ser inteligente y buena gestora, y para serlo hay que confiar en quiénes son expertos.
El Ayuntamiento de Requena debería abrirse a quiénes entienden de todo esto, tanto para salvar nuestro patrimonio, como para gestionar un urbanismo adecuado, como en colaborar con empresas gestoras de la gran cantidad de turismo que viene a España. Pero antes de abrirnos al gran turismo, la Administración Pública de Requena debe cambiar la imagen de abandono y descuido de nuestro entorno, porque la imagen lo es todo. No se debe engañar al visitante ofreciéndole cosas que no va a encontrar, lo que se ofrece debe existir.
Debemos agradecer a quienes han puesto su esfuerzo en desarrollar el turismo en Requena y ahí aguantan, a los pequeños museos, a los hoteles y casas rurales, a los restaurantes, a las bodegas, a los que mantienen las tradiciones, a los que promocionan su pueblo, a los que cuidan su entorno, a los que guardan historia y tradiciones, y a todos los que pueden hacer que el turismo sea algún día una realidad como motor de nuestra sociedad.
El Ayuntamiento debe dejarse aconsejar por quien entiende si queremos que el turismo sea turismo, y no que sea el reflejo de la nada.