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Per José Salvador Tárrega Cervera (Presidente de la Plataforma Vecinal Barrio de Penyaroja)
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La traca final

    A escasos días del debate sobre el estado de la Ciudad recuerdo un frío 22 de febrero de 2019 en una cafetería de la Avenida Baleares en el que se firmaron los Estatutos de la Asociación de Vecinos de Penyaroja. Hoy en 2021 la ciudad de Valencia arde por sus cuatro costados y clamá contra Ribó, pero nosotros fuimos los primeros.

    Chelo Frigols reunió una tarde de octubre a sus vecinos tras a una pancarta frente al Centro de Juventud de la calle Campoamor durante el último Consejo de Distrito Marítimo. Los sorprendidos vocales de los partidos políticos del Marítimo se preguntaban quien era aquella gente que interrumpía el tranquilo y soporífero devenir de una Junta de Distrito con un esquema predecible hasta en las intervenciones vecinales, mientras el Concejal de Turismo leía el orden del día, la voz de las representantes de Ciutat Jardí y la Isla Perdida se abrían paso frente al desconcierto general, el mensaje era claro estaban hartos del Botellón y de la delincuencia, pero sobre todo estaban hartos de la ineficacia municipal y de la gestión cuestionable Aaron Cano.

    Javier Soler convoca a los pacientes vecinos de la Plaza Honduras para una manifestación el día 11 en Blasco Ibáñez, mismo mensaje que Ciutat Jardí, que la Isla Perdida y que el Cabanyal donde Sylvie Berger de Zero Incivics lleva meses movilizando a los suyos frente a una situación de autentico terror en el Barrio al que PSOE y Compromis prometieron una renovación completa en las los pasados comicios electorales. Sobrecoge las grabaciones que Sylvie mostró en el pleno frente a una corporación municipal que mira al suelo cuando son incapaces de contestar lo incontestable.

    Rafael Mampel en Ciutat Vella explota contra la enésima actuación urbanística de peatonalización sin consultar los vecinos, los vendedores del Mercado Central piden un heliopuerto ante la imposibilidad de poder descargar los productos para la venta en sus inmediaciones, Grezzi hace oídos sordos convencido como lo estaban los déspotas ilustrados, de que el buen gobierno no requería de la opinión del pueblo. ¿Qué sabrán los vecinos de movilidad sostenible frente a quien se hace a si mismo documentales de propia reivindicación personal pagados por el pueblo valenciano?

    ¿Qué está pasando? Los que llevamos desde antes de la finalización de la legislatura anterior protestando contra los atropellos, la gestión ineficaz y la desidia de esta corporación municipal nos frotamos los ojos mientras vemos los nuevos movimientos surgir con furia y voracidad en la vía pública, como si las pancartas largo tiempo encerradas, salieran a recuperar el tiempo perdido a conquistar las calles y las plazas, a hacer ondear su mensaje ante los micrófonos y a copar las páginas de los periódicos.

    Pero antes también hubo pólvora: desde los truenos de aviso a las carcasas aéreas, pasando por el sonido del masclet frente al suelo, aquellos que en su día sostuvimos y seguimos sosteniendo en las calles el malestar ciudadano preparamos el terremoto que se avecina.

    Paco Moreno y sus vecinos de Torrecalap estuvieron y siguen defendiendo su jardín en el Camino de Moncada en un complicado clima de enfrentamiento provocado y alimentado entre los usuarios del club de fútbol al que la actuación, patrocinada por el gobierno municipal, beneficia y los vecinos que injustamente la padecen. Gema Pons comprobó la inconsistencia de los lemas de Sandra Gómez que demandaban una “Ciudad de Plazas” mientras destruía la Plaza Musico Lopez Chavarri, reivindicación vecinal que pese al paso del tiempo todavía sigue en pie. Salva Ramos de la Punta ha experimentado lo que valen las promesas municipales tras esperar después de un año unas inversiones aprobadas y muy necesarias para la Punta que nunca llegan y la perdida de suelo público y de huerta en beneficio de otro club privado.

    Aún recordamos la estela humeante de las protestas de los vecinos del Perelló, el Saler y el Palmar cuyos rescoldos pueden avivar otro fuego vecinal.

    Y la mascletá continua, ahora se levanta en armas Gran Vía y el Plan del Remei con una nueva Asociación de vecinos que reclama mayor seguridad, dotaciones y servicios públicos.

    Los nuevos movimientos, plantean alianzas con los viejos en un clima de hermandad general pero ha cambiado de estrategia, no solo se muestra más receloso de un poder político que sistemáticamente les ha fallado sino que además exige garantías, ya no solo basta con la inclusión de promesas en programas electorales, los movimientos vecinales quieren liderar el cambio en esta ciudad, marcar las directrices de una Valencia Ciudadana que ponga por encima de todo a los vecinos.

    Nosotros los vecinos de Penyaroja seguimos en la lucha: en las calles, en los tribunales, en los plenos y en las juntas, reclamando un suelo público que se ha convertido en un principio de dignidad inviolable para todo un barrio, harto de pagar sin recibir nada y de carecer prácticamente de ningún servicio público.

    Llega el final de la traca y todavía queda pólvora que quemar, si sigue a buen ritmo el petardo final entrará en un agotado consistorio y de sus llamas surgirá un nuevo futuro. Somos valencianos hagamos lo que mejor se nos da, "Senyor Pirotecnic por començar la mascletá"

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