Tanto por andar
Hoy conocemos los resultados de las elecciones en Qatar y reflexionando sobre ellos, volvemos a retroceder en el tiempo, a retroceder en derechos y libertades.
Qatar vota después de años de aplazamiento de los comicios, para conformar el Consejo de la Shura, Asamblea Consultiva de 45 miembros.
En estos comicios se han presentado 294 candidatos, de los cuales solo 29 eran mujeres y ninguna de ellas ha sido elegida. Es curioso que solo 30 de los 45 miembros sean elegidos por votación popular y los 15 restantes son elegidos por el Emir, por lo que creo que hay pocas posibilidades de que haya representación femenina.
El Consejo de la Shura emite las políticas estatales generales, propone leyes y controla el presupuesto del país y estará controlado en su totalidad por hombres.
Qatar es uno de los países en el que todavía las mujeres menores de 25 años no pueden viajar sin autorización de un tutor masculino, su participación en la vida política comenzó de forma deliberada un 8 de marzo de 1999 y en 2012 por primera vez participaron de unos JJ.OO., en Londres.
Qatar está de moda, es un país de lujo para turistas que no saben que los rascacielos que admiran fueron construidos por mano de obra barata esclava o que las mujeres son discriminadas por su condición jurídica, en el matrimonio, en el divorcio, la herencia, la custodia de sus hijos, la nacionalidad, la libertad de circulación, la libertad de expresión, de asociación o de reunión, del mismo modo la violencia contra las mujeres o los niños no es delito.
Pero Qatar, en un lavado de imagen ante la falta de igualdad y derechos, intenta estrechar relaciones con Occidente y deja pequeñas píldoras curativas del machismo y el patriarcado en el intento de evitar su exclusión de los sistemas democráticos.
En 1998, en sus primeras elecciones municipales, con 280 candidatos, 8 de ellos mujeres, ninguna de ellas fue elegida; éstas deben ser el pilar fundamental de la cohesión familiar, del cuidado del marido y de los hijos.
En 2001 se ponen en marcha programas educativos para “una nueva fase” y en 2002, ellas superaban a los hombres en carreras finalizadas en la universidad.
Aunque se han puesto en marcha iniciativas para la inclusión de la mujer en el ámbito público y privado, en el incumplimiento de su propia Constitución, continúa siendo irrelevante el papel de la mujer en puestos de liderazgo y estas elecciones ponen de manifiesto que queda mucho camino por andar.
Ese camino que en países democráticos, como el nuestro, seguimos recorriendo.
En esta semana en la que se cumplen 90 años del voto femenino en España y viendo los resultados en Qatar, se hace palpable que la lucha debe continuar.
El 1 de octubre de 1931 se conseguía un hito histórico a pesar de las reticencias tradicionales y machistas.
Clara Campoamor y Victoria Kent, primeras diputadas de la II República daban el primer paso hacia una igualdad lejana, para la participación de la mujer en las instituciones y para formar parte en la vida política española. Ponían de manifiesto que existía una forma femenina de hacer política.
Las dos defendían el mismo objetivo final, aunque desde la discrepancia táctica. Clara lo tenia diáfano, a pesar de la oposición de su propio partido, “reconocer a la mujer, ser humano con todos sus derechos “; frente a Kent, que solicitaba un aplazamiento ante la realidad social española y cristiana, que influenciaría a las mujeres a votar bajo la doctrina de la Iglesia.
Entre aplausos y protestas la Cámara aprobó el voto femenino con un resultado ajustado, que nos ha traído a la semana pasada, donde montadas en una escoba seguimos volando hacia la adquisición de derechos y libertades, con más ganas que nunca, porque nadie va a parar la lucha feminista.
“Me siento ciudadana, antes que mujer y sería un error político dejarnos al margen de ese derecho. Ayudáis al sistema atrayéndonos y sumando nuestra fuerza, porque el ejercicio de la libertad y accesibilidad a todos y todas, es caminar dentro de la democracia”.
