La mayor tropelía
Sabíamos que era capaz de todo, pero siempre pensamos que tendría algún tope, que llegaría a una zona infranqueable que no podría traspasar. Pero no ha sido así. Pedro Sánchez y su gobierno (más ministros que nunca en la historia) hoy ha cruzado todas las líneas rojas habidas y por haber, concediendo los indultos a los presos que intentaron dinamitar la estructura y la convivencia de nuestro país.
Para ejecutar esta decisión despótica no ha dudado no sólo en mentir públicamente a todos los españoles, sino en retorcer hasta los límites insospechados la Constitución. Porque sí, es cierto, los indultos pueden estar dentro de la legalidad, pueden figurar en nuestro marco de Derecho (lo sé soy letrado) y no es el primer presidente que aplica indultos a presos de distinta índole, pero con la concesión que se efectúa hoy hablamos de otra cosa: indultos por sillón. Todo vale.
Hoy se van a aprobar unos indultos con todos los votos en contra del Tribunal Supremo y lo peor: estamos mandando un mensaje horrible al exterior pero, también, a las futuras generaciones. Estamos mandando el mensaje de que todo vale. Podemos delinquir, podemos hacer saltar por los aires lo que tanto nos ha costado y hemos mantenido durante más de cuarenta años, nuestra Constitución, la Constitución que nos ha permitido, y espero que por muchos años más, mantener el periodo de estabilidad democrática más amplia, que llegará el gobernante de turno para sacarnos de prisión.
A mis hijos les he enseñado y les seguiré recordando que nací antes de que se creara la Carta Magna y, aunque yo no la voté por edad, fue ratificada por la inmensa mayoría de los españoles, siendo la que rige nuestro Estado de Derecho y su aplicación es igual para todos, excepto hoy. Hoy mis hijos y los de su generación van a ser testigos de cómo se premia a aquellos condenados con sentencia firme por ir contra el Estado de Derecho, por no cumplir las reglas del juego, por hacer saltar por azoteas a magistrados y fiscales de este país, por crear y propiciar desórdenes públicos, incendiar vehículos de la Policía nacional y Guardia Civil, cargar e incitar a la agresión de todo aquel que fuera contra ellos, creando la discordia más absoluta.
¡Qué pena! Hoy, 22 de junio de 2021, es un día horrible para nuestra democracia, un día triste porque se ha cometido la mayor tropelía.