España no puede ni debe sostenerse sólo con el turismo
La falta de propuestas y medidas en el sector industrial nos castiga a continuar siendo meros espectadores devaluados de un mundo próspero, que cada día está más lejos de España
España no puede ni debe sostenerse sólo con el turismo. La no diversificación de nuestro tejido productivo nos hace débiles y vulnerables. Los efectos de la pandemia así lo han constatado. Un hecho impredecible, como ha sido la crisis de la covid-19, ha dejado patente que centrar gran parte de nuestro PIB en un único sector económico resquebraja los pilares de nuestro desarrollo.
Hace medio siglo, España llegó a ser la novena potencia industrial e intelectual del mundo y una de las diez economías más fuertes del planeta. Hoy, por culpa de nuestros políticos del ayer y del hoy, nos han condenado al monocultivo del turismo y convertido en un país de camareros, tour de operadores, billetes low cost, fibers, …., lo que nos ha llevado a estar fuera de las primera veinte economías y nuestro peso ha descendido en el concierto mundial.
España Suma cree que la salida natural a la decadencia galopante que contemplamos, es la reindustrialización de los pueblos de España, es un deber del gobierno estatal y de los autonómicos poner en marcha de forma inmediata un proceso de reindustrialización.
Cada día, cada hora que pasa, perdemos peso y posicionamiento en el ranking productivo y económico mundial. Tomar medidas que faciliten la inversión en industrias no contaminantes supondría la creación de puestos de trabajo en el sector privado, disminuyendo nuestra peligrosa dependencia de proveedores externos y aumentando la riqueza del país.
Hasta ahora, de manera equivoca, pero siguiendo los cánones típicos del comunismo y el socialismo, se ha apostado más por la creación de empleo en el sector público, lo que ha generado un excesivo aumento del gasto que empobrece al país y lo obliga a cobrar impuestos abusivos y a endeudarse enloquecidamente.
Los afiliados a España Suma piden a los equipos de gobierno de la Generalitat Valenciana y de los municipios valencianos que fomenten e incentiven la creación de nuevas empresas, tanto nacionales como de capital extranjero, estas últimas con implantación y desarrollo en nuestro territorio. Las industrias de nueva creación deberían estar localizadas, preferentemente, en ciudades y pueblos de la España por repoblar o en regiones pobres para distribuir mejor la riqueza y equilibrar el mapa económico muy desigual e injusto.
Todo esto tiene un doble resultado: el crecimiento económico y el incremento de población. Por otro lado, y en aras de facilitar la reindustrialización, se debe trazar un plan de viabilidad para la cesión de terrenos públicos, si fuese necesario, y la exención de impuestos a las empresas durante el periodo de tiempo que dure su implantación y consolidación, de tal forma que se logre su estabilidad y crecimiento continuado, todo ello con el consenso de las administraciones implicadas, los agentes sociales y los inversores.
En otro orden de cosas, como consecuencia del actual incremento descontrolado del coste energético, deberíamos optar por ser energéticamente independientes y autosuficientes, eliminando la peligrosa dependencia actual, que nos hace frágiles y débiles.
España Suma asume que la ruta correcta para ser energéticamente autosuficientes pasa por impulsar las energías: nuclear, la procedente del hidrógeno, las eólicas y fotovoltaicas, lo que nos proporcionará también una energía más limpia y económica.
Para mejorar nuestro posicionamiento a nivel global, es de vital importancia abordar con seriedad y rigor el incremento presupuestario para invertir en I+D, y elaborar una agenda de desarrollo científico y tecnológico que sea ambiciosa y realizable, que rompa la recha de fuga de nuestros investigadores hacia países de nuestro entorno y que ofrezca la posibilidad de desatollar su labor creativa en los pueblos de España. Al mismo tiempo, se potenciará atraer a empresas e inversores en el sector industrial y tecnológico al más alto nivel. Estos axiomas deben ser los ejes de nuestra política económica, educativa, industrial y financiera. Lo contrario, nos condenará a continuar siendo meros espectadores devaluados de un mundo próspero que cada día está más lejos de España.