Insuperable final del mundial de Qatar
Puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que hoy vi el mejor partido de futbol de mi larga y ajetreada vida.
Estaba convencido que iba a ser un espectáculo genial, porque llegaban en plena forma y sin bajas trascendentales, ninguno de los dos finalistas.
No hay nada que recriminar a nadie, porque todos pusieron las energías que les quedaban y al final tuvo que ser la cara o cruz de la serie desde el punto de penalti quien dictara sentencia.
Para dejarme mal a mí, que había pronosticado la victoria francesa confiando en la mayor solidez como conjunto, Messi y sus compañeros se empeñaron en llevarme la contraria.
Algunos podrán aducir que el mejor futbolista del siglo XXI, ese argentino ágil como las ardillas y capaz de encontrar pasillos para colarse entre las defensas rivales, donde otros no caben, le ha ganado la partida a Mbappe, un superdotado en velocidad y técnica para el manejo del balón con las dos piernas, además de una cabeza tan despierta para pensar las jugadas, como para mandar el balón a la red cuando se presenta la ocasión.
Hoy no fue así, ya que el balance individual en cuanto a la capacidad para golear, lo ganó el francés por 3-2 y tanto uno como el otro marcaron su penalti en la serie que decidió el Campeón.
Al final del Campeonato, el argentino ha sido declarado BALON DE ORO, como mejor jugador del campeonato mundial, mientras al francés le tocaba recoger su BOTA DE ORO, como máximo goleador.
Pero mientras en la cara del diminuto ex azulgrana, se dibujaba permanentemente una sonrisa infinita, el gesto adusto y compungido del moreno y eterno jugador del Paris St.Germain, era todo un poema y reflejo de una frustración inmerecida.
Vaya desde aquí mi más cordial felicitación para los dos, porque se la han ganado, tanto uno como otro y todos sus compañeros que nos deleitaron a los verdaderos aficionados el Deporte Rey, que no vibrábamos con unos colores o con los otros, sino con el futbol en su más pura esencia, como el que se vio en el desierto qatarí.
Tras más de sesenta años de adulto, presenciando miles de partidos de todas las categorías a lo largo y ancho de medio mundo, pero sobre todo de España y de nuestra Comunidad Valenciana, puedo asegurar sin temor a equivocarme que hoy vi por la tele el mejor partido que nunca tuve ocasión de ver.
Me emocioné mucho más, cuando España se proclamó Campeona del Mundo en Sud África en 2010, con un gol de Iniesta en la prorroga contra Holanda, e incluso en las victorias españolas en las Copas de Europa anterior y posterior de los años 2008 y 2012 que completaron el ciclo de oro de una generación maravillosa de peloteros españoles.
Pero tengo que reconocer que ni en aquellos torneos, ni antes ni después, he visto un partido de futbol mejor y más deportivo que el que nos ofrecieron hoy argentinos y franceses.
En estos momentos, es cuando cobra auténtico valor la inolvidable frase del Barón de Coubertín:
LO IMPORTANTE NO ES GANAR SINO PARTICIPAR.
Porque para que haya uno que gane, tiene que haber también uno que sepa perder dignamente, compitiendo como sólo lo hacen los auténticos campeones.
Y ese principio, se ha cubierto hoy de principio a fin.
Hasta la semana que viene amigos.