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Per Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

¿Por qué nos empeñamos los europeos en acoger a todo el mundo?

    En mi adolescencia y juventud, se hizo muy popular una frase, que nunca se me olvidó.

    Siempre que alguien solía salir a mediar en problemas ajenos, había alguien con sentido común que solía decir:

    “Al primer redentor que hubo en el mundo, le crucificaron”.

    Viene al caso precisamente por el tema de Afganistán, que por mucho que nos esforcemos en querer orillarlo, acabará por afectarnos, por nuestro empeño en querer vernos involucrados en sus problemas, que no son los nuestros.

    Estamos demasiado lejos de ellos en cultura, religión, historia y formación, como para poder ejercer de jueces y parte en la solución de sus problemas.

    Tienen a su alrededor, seis países fronterizos como son Turkmenistán, Uzbekistán, Tadzikistán, Pakistán e Irán con los que comparten todo lo que nosotros ignoramos de todos ellos en general.

    ¿A santo de que podemos llegar a pensar que los afganos, van a poder integrarse en España o en los demás países de Europa Occidental, más fácilmente que lo harían con sus convecinos?

    Cada vez que escucho tertulias o leo artículos en la prensa escrita o veo reportajes televisivos sobre el tema, me pone nervioso al ver “el buenismo irracional” que pretende que a nuestros propios problemas religiosos, económicos y políticos nacidos entre iguales y similares, les queramos añadir los que importaríamos con gente desarraigada, educada en principios muy diferentes a los nuestros y en una sociedad donde nosotros tampoco podríamos sentirnos cómodos, por mucho que nos empeñáramos.

    Contra mi argumento, se podría contra argumentar diciéndome que “no hay peor cuña, que la de la misma madera” y también es cierto.

    Pero uno siempre se mueve y desenvuelve mejor en lo conocido, que en lo que le es ajeno.

    ¿Se imaginan ustedes, amigos y lectores, como reaccionaríamos nosotros si nos viéramos obligados e vivir en un país regido por los principios islamistas más básicos y ultraconservadores?

    Pues el mismo choque cultural les debe de suponer a los hombres y mujeres afganos, integrarse en nuestras costumbres.

    Durante medio siglo de mi vida, me he movido entre árabes y musulmanes de todo tipo así como budistas, taoístas e incluso animistas.

    Les puedo decir con conocimiento de causa, que nunca vi a las mujeres en los países árabes del Golfo Arábigo, ni a las chinas del Singapur, Hong Kong e incluso de Malasia, Indonesia, Tailandia y Filipinas quejarse de su suerte.

    Las personas tendemos a adaptarnos e identificarnos en los entornos en los que nos movemos y en ellos somos e intentamos ser felices.

    Es mucho más difícil conseguir que se arraiguen jóvenes musulmanes de segunda y tercera generación en Europa.

    Y las pruebas evidentes las tenemos en los frecuentes conflictos y atentados que se han vivido y sufrido en casi todas las grandes ciudades europeas en el último medio siglo.

    Hagamos todo lo posible, para mejorar sus condiciones de vida en origen si es posible.

    Esa labor es mucho más lógica y sensata, que pretender convertirles en “cuerpos extraños” en una sociedad en la que no nacieron y cuyos fundamentos culturales, religiosos y éticos son muy distintos a los suyos.

    La emigración dentro de Europa Occidental siempre ha existido y todos la hemos vivido y sufrido o disfrutado cuando la hemos necesitado.

    Pero cambiar de entorno, de religión, de principios educativos similares y de identidades globales es mucho más complicado.

    ¡Ojala tuviera yo la solución a todos esos problemas!

    Pero lo lamentable, es pretender solucionarlos sin tener la solución, porque lo más probable es que en estos casos se compliquen y acabemos importando problemas que no teníamos, sin solucionar ni los nuestros ni los de otros.

    Hasta la semana que viene amigos.

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