Emoción, pique y pasión
Pienso que ésta podría ser una fórmula que deberían meditar los empresarios de las plazas de toros. La plaza estaba prácticamente llena y ese fue el gran éxito de la tarde. También es cierto que la entrada era gratuita, pues piensen señores empresarios, que ya no gratis, pero sí con precios populares, por ejemplo 5 euros, algo asequible para todos los bolsillos y organizando este tipo de festejos, posiblemente sirviesen para fomentar la afición entre el público más joven, con la pasión y pique entre los seguidores de los chavales, pues los propios novilleros ya se encargarán de poner la emoción en el ruedo.
Ayer la gente en el tendido estaba más atenta y más nerviosa que en el 90% de las corridas de las figuras, sobre todo de las que nos traen a Castellón. Había ambiente, tensión y pasión, todo el mundo pendiente de cuanto acontecía en el ruedo. Mucho tuvo que ver también el ganado de Juan Pedro Domecq, bien presentado para la ocasión, noble, bravo y con movilidad. Cabe destacar el primer novillo, sobre todo por su excelente pitón izquierdo.
En cuanto a los novilleros los tres estaban preparados y vinieron con ganas de pelea y de triunfo, llevándose el trofeo el valenciano Jorge Expósito, al cual hay que aplaudir y dar la enhorabuena, sobre todo por dos tandas por la izquierda hondas y largas, gustándose y con gran corte clásico en el primero de la tarde, así como por la excelente estocada, pero pecó de excesivos enganchones de la muleta al finalizar cada pase, deficiencia que debe urgentemente corregir y seguro que lo hará como alumno aventajado que es de la Escuela Taurina de Valencia. Para mi parecer obtuvo excesivos trofeos en su primero, pues con una oreja hubiera sido suficiente. A su segundo novillo, rajado de salida, pero que luego se enmendó, continuó con excesivos enganchones en la muleta y aunque se tiró con ganas a matar, la espada cayó tendida.
El alicantino Raúl Bravo evidenció un toreo clásico y con buenas maneras, aunque falto de experiencia y con menos ambición que sus compañeros de cartel, por lo que no acabó de transmitir al público realizando un toreo soso ante un buen lote al que podría haber inyectado más emoción.
Vicente Soler de la Escuela Taurina de Castellón fue para mi gusto el torero más cuajado de los tres, el que andaba con más soltura y más desparpajo y confianza por el ruedo, tanto es así que daba la sensación que estaba jugando con los toros. Fue el que mejor y con más temple manejó el capote y realizó un espectacular tercio de banderillas en su primer novillo con variedad en la suerte y excelente ejecución tanto al encuentro, como al quiebro y también al violín, lo que llegó mucho a los tendidos poniendo la plaza en pie. Para mi gusto le sobraron los reiterados quiebros a cuerpo limpio más propios del toro de calle que de la elegancia y seriedad del toro en plaza. Con la muleta estuvo valiente ante sus dos oponentes, viéndolo torear más despacio que en otras ocasiones sobre todo en el que cerró plaza más que en el tercero de la tarde. Quizás le falta correr más la mano haciendo el pase más largo. Cortó dos orejas en su primero con petición de rabo pero la espada cayó baja. Su segundo se le paró enseguida pero él estuvo inteligente tirando del novillo toreando más templado que en el anterior. Lástima que perdiera los trofeos por la espada porque a buen seguro que hubiera repetido sin lugar a dudas y por segundo año consecutivo como mejor novillero del ciclo, decantándose el jurado por el valenciano, al que debemos respetar su decisión la compartamos o no.
En definitiva un sobresaliente a la organización por la capacidad de convocatoria. Tardes así crean afición y despierta el interés de la gente joven por su facilidad económica para entrar. Y los más veteranos volvimos a recordar antiguas tardes llenas de pasión y emoción en las gradas.