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Los testamentos medievales valencianos eran, además de herencias, “pasaportes para el Cielo”

Los testamentos medievales valencianos eran, además de herencias, “pasaportes para el Cielo”
  • IVEMIR-UCV celebra la primera jornada ‘Devoción, Palabra e Imagen en Textos Literarios y Tardomedievales Europeos’

El Instituto Isabel de Villena de Estudios Medievales y Renacentistas (IVEMIR-UCV) de la Universidad Católica de Valencia (UCV) ha celebrado la primera de las Jornadas ‘Devoción, Palabra e Imagen en Textos Literarios y Tardomedievales Europeos’. Entre los participantes en la misma se ha encontrado el profesor Vicent Pons, responsable del Archivo de la Catedral de Valencia. 

En su intervención, Pons ha reflexionado en torno a la espiritualidad y religiosidad en la Valencia bajomedieval a través de los testamentos de la época. En ese sentido, el historiador valenciano ha explicado que “ahora el testamento es simplemente un documento mediante el cual alguien lega su herencia a unas personas o hace distribución de sus bienes. Esa era la segunda parte del testamento medieval. La primera era un pasaporte para el Cielo”.  

“La primera parte de los testamentos se incluía en caso de que la persona muriese repentinamente y no pudiese prepararse para la muerte. En ella se reflejaban una serie de voluntades para poner en marcha la caridad personal y su voluntad de reconciliación con Dios y con los hombres poder ganarse el Paraíso. Por ejemplo: el testador ordenaba que a su muerte se diese limosna a un número determinado de pobres pobres, o ser enterrado con el hábito de un franciscano o un dominico que viviesen en pobreza”, ha relatado Pons.   

En el Medievo se le daba “mucha importancia”, según ha expuesto el responsable del archivo catedralicio, a que la persona muriese “con lucidez, habiéndose confesado, comulgado y recibido la unción de los enfermos, expresando la voluntad de reconciliarse con el Señor y de ganar el Cielo”. Los fallecimientos repentinos de muchas personas por naufragios o accidentes de viaje, entre otros, llevaron a que se tomara el testamento “como la voluntad de la persona ante una muerte imprevista”.  

“A lo largo de los siglos XIV y XV los testamentos aumentaron de forma desmesurada, tanto de hombres como de mujeres, y no solamente personas de clase alta. Además, en el siglo XIV, a causa de las continuas epidemias, muchas veces el notario no quería ir a casa del moribundo para no contagiarse, por lo que se hacía un testamento oral, delante de tres personas que, al morir el testador, se dirigían al Justicia de la ciudad y comunicaban sus últimas voluntades”, ha aseverado.  

160 testamentos de la época que se conservan en Alzira 

Pons ha analizado, en concreto, en su estudio alrededor de 160 testamentos que se conservan en Alzira de entre finales del XIV y principios del XVI, que se corresponden no sólo con los habitantes de esta localidad sino también de L’Alcudia, Algemesí, Carlet, Carcaixent o Guadassuar.  

“La espiritualidad que muestran estos documentos es muy cercana al franciscanismo, muy preocupada por la ayuda a los pobres, las obras públicas (dejando cantidades para lo construcción de un puente, por ejemplo, para que las personas cruzaran sin peligro de muerte el río); una espiritualidad de origen muy vinculada a la parroquia (aunque uno fuese de un pueblo, su referencia era la parroquia de origen de la familia, si sus padres habían nacido en otro pueblo); y a la onomástica. El que se llamaba Onofre, por ejemplo, dejaba mandado que se hicieran misas para su santo y si fundaba una institución, también le ponía su advocación”, ha remarcado.    

No todo lo que se incluía en los testamentos fue visto con buenos ojos por la Iglesia, según ha aducido Pons: “En los testamentos de la época, por ejemplo, eran muy comunes las llamadas misas de san Amador, que tenían que celebrarse treinta días seguidos en el mismo altar y por el mismo celebrante, con treinta cirios encendidos. El Concilio de Trento abolió estas y otros tipos parecidos de misas posteriores a la muerte del testador por considerarlas supersticiones, así como otras costumbres”. 

Expertos de reconocido prestigio investigador 

En la segunda jornada de este encuentro académico han participado también expertos como el profesor de la Universidad Pontificia De Salamanca José Antonio Calvo, con la ponencia La arquitectura intelectual de la monarquía católica. Felipe II (1556-1598) y la archicofradía de la resurrección En Roma; o el profesor de la Universidad de Valencia (UV) Vicent Josep Escartí, que ha impartido la ponencia Las profecías del eremita Joan Escuder (s.XV).  

Por su parte, el decano de la Facultad de Filosofía, Letras y Humanidades de la UCV Ginés Marco ha pronunciado la ponencia La Filosofía tardomedieval: notas distintivas y apuntes críticos; el profesor de la UV Rubén Gregori, con Arte y espiritualidad: el espejo del alma; y el profesor de la UCV Jacob Mompó, con Textos piadosos apócrifos en el relato bíblico de la Crónica universal de 1427: de la Crwación a la Pasión. 

Junto a IVEMIR-UCV, han organizado estas jornadas la Facultad de Filosofía, Letras y Humanidades y la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI). 

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