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El incendio de Bejís sigue horrorizando a sus vecinos: “Cada vez que vengo lloro más”

ROSA PIQUER - 30/12/2022

Cuatro meses después del desastre, sus gentes recuerdan cada detalle de la tragedia y destacan la ayuda prestada por Viver que les acogió por una semana

Visitar la zona arrasada por el incendio de Bejís este verano estremece, tanto, que una intenta ponerse en la piel de esas personas que tuvieron que abandonar sus casas ante la proximidad de las llamas, y es incapaz de comprender el horror y el terror que tuvieron que vivir las gentes de Torás, Teresa, Sacañet, Canales y Bejís.

Con 18.510 hectáreas calcinadas, el incendio forestal de Bejís se ha convertido en el mayor incendio de la provincia de Castellón desde 1994.

Era el 15 de agosto, festividad de la Virgen de la Asunción. Los pueblos del Alto Palancia se encontraban a rebosar de gente. El calor en aquellos días era sofocante, el 13 de agosto se vivió un reventón térmico que elevó los termómetros a temperaturas desconocidas en la Comunitat Valenciana. El monte estaba seco y hacía aire

La tranquilidad de aquellos días de puente se quebró con el inicio del fuego, unas llamas que corrían a 45 kilómetros por hora. Era imposible pararlo pese a que los efectivos de bomberos del Consorcio Provincial de Castellón y los Bomberos Forestales de la Generalitat se afanaban por tierra y aire a contener las llamas. Pero el fuego les fue ganando terreno. “No se podía respirar”, recuerda el alcalde de Torás, Carlos del Río.

Las familias tuvieron que salir corriendo de sus casas, prácticamente con lo puesto. Algunos huyeron a Valencia, donde residen durante el año, otros a Viver donde el ayuntamiento cedió el polideportivo y una residencia para las personas que necesitaban mayor atención.

La tragedia dio paso al valor más preciado del ser humano: la caridad.

El alcalde de Torás, Carlos del Río, recuerda que el 16 de agosto, a la hora de comer, el fuego iba a más, “toqué las campanas para que la gente supiera que estaba pasando algo”. “Sabían que se nos echaba el fuego encima”. Así que los vecinos se presentaron en la plaza de la Iglesia con vehículos y “fuimos cargando gente y se fueron al polideportivo de Viver”. En apenas 20 minutos, Torás quedó deshabitado. “Fui el último en salir acompañado de la Guardia Civil cuando el fuego ya estaba en los márgenes del pueblo”.

Por su parte, la alcaldesa de Bejís, María José Madrid, recuerda que “el fuego era super virulento” e “imposible de controlar”. Por megafonía avisaron a la gente y con la ayuda de la Guardia Civil, concejales y vecinos el pueblo se desalojó en 25 minutos.

Una semana evacuados

Una semana después regresaron los vecinos a Bejís y Torás, mucho antes lo hicieron los de Sacañet que también fueron evacuados, como recuerda su alcalde Miguel Gámez.

El camino de regreso fue duro, no sabían lo que se iban a encontrar. Así lo explica Manolo Agustín, vecino de Torás, para quien “fue muy impactante volver”, quien recuerda el temor que tenían durante el regreso porque no sabían en qué estado estarían sus casas. “El fuego corrió por el monte muy rápido”, explica.

“La imagen que recuerdo cuando entramos en Torás fue muy mala, el olor era insoportable y todo estaba lleno de ceniza”.

Su mujer, Ángela Durán, que trabaja en el bar de los jubilados de Torás señala el “miedo y los nervios” del momento porque al volver “no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar”.

Con mucha tristeza recuerda Joaquín Mañes aquellos días. Aunque se marchó a Valencia con 15 años, regresa a Torás cada verano, fines de semana y festivos. Y a su edad, ya avanzada, afirma “fuimos ocupas, jamás pensé que lo sería”.

Esta expresión ha sido la más alegre de la conversación, porque en sus ojos se refleja la tristeza al recordar todo lo perdido. “Nunca he llorado tanto y cada vez que vengo a Torás, lloro más”. “Siento que este es mi pueblo y aquí tengo mis cosas”, asegura.

Agradecidos a Viver

Dejando a un lado el horror del incendio y sus consecuencias, a los vecinos de los municipios afectados les queda un sabor agradable: el apoyo que recibieron del municipio vecino. “La gente de Viver se portó muy bien con nosotros”, recuerda Manolo Agustín, un sentimiento que comparten todas las personas con las que hemos hablado.

El turismo se resiente y no hay caza en la zona

La zona es lugar de visita obligada los fines de semana. Los senderistas visitan por centenares la zona, pero con el incendio aquello se paró en seco. Ahora, cuatro meses después, la gente vuelve a acercarse a estos municipios del interior del Alto Palancia que perdieron sus cultivos de almendros, olivos o carrasca.

El fuego arrasó también la caza, no hay fauna en la zona y los cazadores de estos pueblos tienen que irse a otros lugares para cazar. Y los que solían acercarse para practicar este deporte, no lo pueden hacer. Un hecho que han notado los negocios, comenta Ángela Durán.

“Nos estamos reintentando y animando a que la gente vuelva”, asegura el alcalde de Torás, quien está trabajando en la conexión del municipio con la Vía Verde “para que se acerquen. Hay que buscar otros alicientes”, conscientes de que el monte tardará años en recuperarse y volver a su esplendor.

La alcaldes de Bejís destaca la labor que realizan las asociaciones de la localidad para seguir adelante. “La gente no se ha dado por vencida”, asegura, aunque la Semana Santa será la prueba definitiva: “veremos qué pasa”, si vuelve la gente como antes porque con el incendio, el verano se dio por finalizado en esta localidad y los veraneantes se marcharon, aunque las fiestas de septiembre las vivimos con muchas ganas”.

Pese al horror, cuatro meses después el verde vuelve a resurgir en los montes y empiezan a poner la nota de color a un entorno grisáceo y triste, que ha dejado un incendio que tardó un mes en ser extinguido.