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La ESTCE reconoce la labor del profesorado más motivador de secundaria con los Premios Marcadores

EFRAIM VIDAL - 28/11/2019

En el acto también se ha entregado el Premio de Divulgación Científico-Tecnológica en valenciano al ensayo del estudiante José Vicente Soriano

La Escuela Superior de Tecnología y Ciencias Experimentales (ESTCE) de la Universitat Jaume I ha celebrado la entrega de la segunda edición de los Premios Marcadores, destinados a reconocer a los profesores y profesoras de secundaria que más han motivado y formado a los estudiantes durante el periodo de la ESO y Bachillerato.

Los 11 galardonados han sido escogidos y votados por el alumnado de la ESTCE de primero y segundo curso y persiguen visibilizar el trabajo del profesorado de secundaria de la rama científico-técnica, su conocimiento y su capacidad de transmisión de habilidades al alumnado con su trabajo diario.

En el evento también se ha otorgado el IX Premio de Divulgación Científico-Tecnológica en Valenciano al estudiante José Vicente Soriano por su ensayo «El sentido de la ciencia».

El acto ha contado con la participación de la vicerrectora de Estudiantado y Compromiso Social, Inmaculada Rodríguez; la directora de la ESTCE, Amelia Simó, y el secretario de la ESTCE, Juan Ignacio Climente.

La vicerrectora de Estudiantado y Compromiso Social ha destacado que el acto es una «oportunidad única» para reforzar lazos entre el estudiantado universitario y un profesorado de secundaria al que recomienda «guardar en el corazón este momento puesto que implica que vuestros alumnos os recuerdan y os tienen como ejemplo de futuro». Por su parte, la directora de la ESTCE ha añadido la importancia del reconocimiento puesto que «el bachiller científico-técnico no es el más popular y hay una reducción de alumnado. Es algo preocupante porque la sociedad necesita profesionales formados en este tipo de disciplinas y hay que destacar el valor de transmitir al alumnado la vocación y el interés en la ciencia».

La profesora de secundaria del colegio Salesianos de Burriana, Esther Llorens, ha asegurado en representación de los 11 profesores y profesoras premiadas que «la clave está en que los alumnos sientan que al docente le apasiona su trabajo y que se deja la piel», y ha señalado la difícil tarea del profesorado en la formación durante el bachillerato «puesto que tenemos dos responsabilidades diferentes: que nuestros alumnos accedan a los grados pasando la PAU con la nota necesaria y, al mismo tiempo, que en el proceso aprendan a razonar, a tomar decisiones y resolver problemas, enseñándoles capacidad crítica, trabajo en equipo y autonomía». Así mismo, ha añadido que «el mundo necesita más hombres de ciencia y, sobre todo, más mujeres de ciencia. Estudiantes que no tengan miedo a la disciplina y se sientan capaces de convertirse en profesionales de un sector cada vez más relevante. Para eso necesitamos un profesorado motivado que se sienta valorado», ha apuntado Llorens.

Autenticidad, compromiso, pasión, humor y honestidad, algunas de las razones del premio

Honestidad, pasión, autenticidad, compromiso y humor son algunos de los sustantivos que el profesorado galardonado en la segunda edición de los Premios Marcadores del ESTCE ha usado para explicarse los motivos por los cuales su alumnado lo ha elegido para otorgarle estos galardones. «Siempre he intentado ser honesto con la profesión y con mi alumnado, comenta Ernest Micó, y pienso que podría tener algo a ver». Para Begoña Adsuara la razón podría estar en la «pasión con que explico la materia, la paciencia cuando preguntan dudas, no perder la sonrisa casi nunca, escucharlos cuando han pedido ayuda y especialmente, animarlos y confiar en ellos para superar no solo mi asignatura sino todo el bachillerato, y todo esto, con humor».

Esther Llorens considera que «el alumnado valora, además del trato con ellos, el esfuerzo que pones al hacer tu tarea como docente, y esto implica transmitir la pasión que sientes por lo que haces, motivarlos para que les guste la asignatura y, a veces, ponerte en su piel. Además, creo que también valoran el esfuerzo de todo el departamento para acercar el mundo matemático mediante concursos de ingenio o fotografía matemática, actividades de gamificación. El alumnado aprecia que te gusta lo que haces y valoran tu dedicación». Y Para

Salvador Mondragón la elección no es otra cosa que ser valorado como una persona auténtica. «Se supone que el buen profesor posee transparencia didáctica, conocimiento científico de la materia y proximidad emocional,... pero la autenticidad no se posee, ni se aprende, se transmite. Y en esto creo que radica la valoración que hace el alumnado en general.... saber sentir que lo que hay delante es auténtico». En el caso de Manuela Segura opina que «lo que valoran los alumnos en un profesor es el compromiso que tienes con ellos. Yo soy muy exigente, pero ellos saben que si trabajan estoy para ayudarlos y agradecen que les das confianza y valores su esfuerzo. No solo tenemos que enseñar la asignatura, sino también estar a su lado y ayudarlos a formarse como personas. También valoran la coherencia entre lo que dices y lol que haces, entre lo que exiges y lo que ofreces y el hecho de dejar las cosas claras desde un principio».

En el caso de Ernest Arnau, «la respuesta es sencilla: la ciencia es maravillosa. Independientemente de la edad o de nuestros conocimientos es fantástico hacernos preguntas y que la naturaleza nos responda. Como docente intento transmitir esta idea y, me parece, que el alumnado la comparte». En el mismo sentido se pronuncia Sergio Gutiérrez, quien explica que algunos factores determinantes han podido ser «la proximidad entre las perspectivas del profesorado y el alumnado; la capacidad de contextualizar los contenidos de la asignatura en relación con elementos, problemática y preocupaciones de la vida diaria del alumnado; la apreciación del rigor académico en una determinada materia; y también, intereses personales compartidos».

«Personalmente, explica Gutiérrez, me inspira y me representa el personaje Link, de la saga de videojuegos The Legend of Zelda, de Nintendo. Link es el eterno aprendiz, siempre aprendiendo, siempre viajando, conociendo nuevos paisajes y nuevos personajes, adquiriendo habilidades y destrezas nuevas, y viviendo experiencias nuevas. Para mí, un profesor nunca consigue su "forma final"; o nunca tendría que hacerlo. Yo estoy en fase beta perpetua. Reinventándome continua y permanentemente como profesor. Como Link. Esta perspectiva fresca e innovadora es valorada positivamente por el alumnado, que se da cuenta perfectamente del espíritu y la voluntad de preparación ante la incertidumbre que fomentamos algunos docentes».

Una visión diferente del mundo, eso que no está en los libros

Muchas son las cosas que el alumnado aporta cada día a sus docentes, aunque muchas veces no sean conscientes de esta transferencia o influencia. Para Nacho Alguacil, quien repite galardón, «sin duda, los profesores somos unos afortunados de poder compartir nuestra profesión con nuestros alumnos. Tenemos que ser conscientes de nuestra responsabilidad como formadores de personas y priorizar siempre el alumno ante cualquier otra cosa. Es muy satisfactorio ver crecer los alumnos a medida que pasan los años y saber que has podido colaborar en ese crecimiento personal y académico».

Por Ernest Micó «siempre puedes aprender cosas de la gente joven, su visión del mundo aporta un punto de vista diferente de las cosas y quizás todavía no tienen algunos estereotipos que con el paso del tiempo vayamos acumulando y que utilizamos demasiado a menudo». En el caso de Esther Llorens es «el reconocimiento de que tu esfuerzo merece la pena. Es el reconocimiento más valioso que tenemos los docentes. Son una de las razones con que te levantas por la mañana y dices “allá voy”… ».

Y para Begoña Adsuara es «muy satisfactorio ver como mis  alumnos aprenden gracias a mis explicaciones. Es emocionante saber que estoy contribuyendo a la formación de mentes jóvenes. Es muy gratificante ayudarlos a superar sus barreras y que creen en ellos mismos. Y me siente muy orgullosa cuando consiguen sus metas gracias a mi trabajo».

Para el profesor Salvador Mondragón el alumnado «nos permite aprender a ser mejor persona, aumentar la sensibilidad y a ser humilde. He aprendido lo que no está en los libros» e igual le pasa a Ernest Arnau quién asegura que «la enseñanza es una conversación en la cual todas las partes mejoramos. Por ejemplo, el diseño de los experimentos. Dejar que el alumnado piense, proponga y cree proporciona nuevas posibilidades que no había imaginado. Todos estos incrementos individuales suponen un cambio enorme!».

Para Sergio Gutiérrez es una manera de reinventarse «igual que la educación es el motor del progreso de la sociedad, el alumnado es el agente educativo motor del progreso de un docente como docente, y, por lo tanto, el agente fundamental de todo el proceso. Es decir, los docentes lo somos por y para el alumnado. Gracias al alumnado tienen sentido nuestra misión, y nuestro viaje. Y, este viaje nunca acaba, alentado y avivado por generaciones de estudiantes que nos invitan a reinventarnos, y nos facilitan hacerlo. Y, seamos conscientes, también nos piden hacerlo. Gracias al alumnado y por y para el alumnado, adquirimos nuevas destrezas, habilidades, herramientas, conseguimos nuevos paisajes, y experimentamos nuevas vivencias. Y nos reinventamos».

¿Y cómo llegaron ellos y ellas donde están?

Todo el mundo tiene una referencia docente de la escuela o el instituto, o incluso de la vida, que le ha servido de motivación o inspiración, incluso los y las docentes premiados. En el caso de Ernest Micó estaba claro «siempre me han gustado las Ciencias Naturales y en especial la Biología por las continuas preguntas sobre el funcionamiento de los seres vivos», explica. Para Esther Llorens la influencia fue doble «otros dos docentes, Adelaida Pla en la escuela y Eduardo Copoví en el Instituto, cada cual a su manera pero los dos me transmitieron el gusto y la pasión por las Matemáticas».

El caso de Salvador Mondragón fue un poco diferente «no sabría qué decir, hace más de 40 años lo importante era tener un sueldo. Lo que sí que sé es que después de unos estudios científicos y una oposición estudié Filosofía especializándome en orientación escolar... sabía mucho de dibujo pero no sabía como enseñarlo.... es una de las tres mejores decisiones que he tomado en la vida». Sin embargo, Manuela Segura lo tenía muy claro «siempre me he querido dedicar a la docencia y siempre me ha gustado la química. La de profesor creo que es una de las profesiones más bonitas que existen y me ha hecho mucha ilusión que me dieron este premio este año que ha sido el de mi jubilación. Después de 36 años han pasado muchos alumnos por mis clases, pero siempre he intentado dar el máximo de mí misma. Es muy gratificante cuando encuentras por la calle antiguos alumnos de hace muchos años que te saludan y te recuerdan con aprecio o que han estudiado química porque los gustaban tus clases».

Más que una persona, ha sido la pasión por la ciencia es el que movió a Ernest Arnau a dedicarse a la docencia «la ciencia es apasionante y nos permite descubrir y mejorar cada día. Un curso podemos plantear un experimento y al siguiente mejorarlo, ver las dificultades que se han planteado, las ideas nuevas… son disciplinas dinámicas». En la misma senda de la movilidad se pronuncia Sergio Gutiérrez quién explica que «siempre me picó el gusanillo de la educación, y, como decía, la concibo como el motor del progreso de la sociedad. Creo fuertemente en la necesidad de progreso como sociedad, por eso dedicarme a educación era, simplemente, natural. Por otro lado, disfruto mucho como docente, a pesar de la enorme responsabilidad que comporta la profesión y su complejidad. A lo largo de mi vida, en las diferentes etapas de estudios, he tenido mejores y peores profesores. Obviamente, prefiero ser parte de la solución, por lo cual mi principal motivación es intervenir como engranaje que funciona con sentido en este motor».