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Una docena de grupos de la UJI contribuyen desde diversos ámbitos a la investigación sobre el Alzheimer

ELPERIODIC.COM - 20/09/2023

 

A medida que la esperanza de vida aumenta en todo el mundo, también lo hace la incidencia de esta enfermedad que afecta la memoria, el pensamiento y el comportamiento de millones de personas. Y es que detrás de cada diagnóstico de Alzheimer, se encuentra una historia de lucha y dolor, tanto para los afectados como para sus seres queridos. Tal como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad de Alzheimer es la principal causa de demencia y cada año se diagnostican unos 10 millones de nuevos pacientes. Solo en España, afecta a casi un millón de personas: una de cada diez personas mayores de 65 años y un tercio de las mayores de 85 años.

En los últimos seis años, la Universitat Jaume I ha sido escenario de un avance significativo en la lucha contra el Alzheimer. Con una media docena de proyectos enfocados a esta enfermedad, los grupos de investigación, especialmente NEUROBIOTEC y BIOTRANSFER, han liderado la búsqueda de soluciones. Sin embargo, también destaca el esfuerzo colectivo de una decena de grupos de investigación de áreas como salud, tecnología o humanidades, que contribuyen de manera directa o indirecta a enfrentar el desafío que supone abordar la enfermedad del Alzheimer.

¿Qué dice la ciencia?

El origen de la enfermedad del Alzheimer actualmente sigue siendo una incógnita, y si bien tampoco se ha llegado a un tratamiento capaz de curar la enfermedad, eso no significa que la ciencia no haya hecho progresos. Lo cierto es que en las últimas décadas el personal investigador ha conseguido numerosos avances que han permitido determinar donde hay que poner el foco y donde no hay que ponerlo.

Nos remontamos al año 1901, cuando el médico psiquiatra alemán Alois Alzheimer, quedó sorprendido con el comportamiento de Auguste Deter, de 51 años, la que sería la primera paciente diagnosticada de Alzheimer, enfermedad que precisamente lleva el nombre de su descubridor. Cuando Deter falleció, al realizar su autopsia, Alzheimer pudo observar dos tipos de anomalías en el cerebro: la acumulación en forma de placas de beta-amiloide (una proteína que en condiciones normales favorece la transmisión neuronal) y los ovillos de proteína tau, que provocan la pérdida progresiva de las conexiones entre las células nerviosas y, finalmente, a la muerte celular. Este descubrimiento supuso el punto de partida de la investigación sobre el Alzheimer, y desde entonces, los científicos y científicas han trabajado con diversas hipótesis para dar con esa «varita mágica» capaz de controlar esta enfermedad, o por lo menos ralentizar los síntomas a través de la prevención temprana y tratamientos de diversa naturaleza.

La investigación del Alzheimer en sus diferentes estadios

En esta lucha contra el Alzheimer, las universidades se erigen como centros clave de esperanza y conocimiento. Los grupos de investigación de la Universitat Jaume I se dedican a abordar los desafíos que plantea esta enfermedad desde una amplia gama de disciplinas. De la biomedicina aplicada hasta la bioquímica computacional, pasando por la neurobiotecnología y la enfermería, estos grupos contribuyen con su esfuerzo a comprender los mecanismos subyacentes del Alzheimer y la búsqueda de soluciones.

Además, cabe destacar que el Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa, como también lo son el Parkinson o la demencia con cuerpos de Lewi. En este sentido, la investigación del Alzheimer abre también la vía para mejorar el diagnóstico o el tratamiento de otras enfermedades neurodegenerativas.

Orígenes, diagnóstico, prevención y tratamiento. Estas son las palabras clave que mencionan y repiten algunos de los investigadores e investigadoras de la Universitat Jaume I dedicados a la investigación del Alzheimer. Ahora bien, ¿en cuál de estos estadios de la enfermedad hay que «atacar»?

En opinión de Ana María Sánchez, coordinadora del grupo NEUROBIOTEC, cuyas líneas de investigación se centran en buscar mecanismos relacionados con el inicio de la enfermedad, como la neuroinflamación y la resistencia a la insulina, «la hipótesis de que las placas y los ovillos son la causa de la enfermedad, en el mundo científico, hace ya tiempo que está cuestionada, parece que son más una consecuencia que una causa», comenta.  Y es que, tras numerosos estudios enfocados en esa dirección, el personal investigador empezó a pensar otras formas de abordar la enfermedad.

En este sentido, desde la biotecnología, este grupo ha investigado la relación entre ARN no codificante largo (IncRNA) y la neuroinflamación presente en el Alzheimer, considerando los IncRNAs como biomarcadores y objetivos terapéuticos. También han estudiado las alteraciones del microbioma intestinal y el uso de probióticos para retrasar el deterioro cognitivo que causa el Alzheimer, y han desarrollado un modelo de Inteligencia Artificial para predecir el riesgo de Alzheimer basado en la expresión génica en muestras de sangre.

Otro de los grupos que aborda los orígenes de la enfermedad es el de Bioquímica Computacional, cuyo coordinador es el investigador Vicent Moliner. El equipo científico, centrado en los procesos de catálisis enzimática, trabaja con una hipótesis respecto a un posible origen de la enfermedad del Alzheimer, la inflamación que generan las infecciones bucales, ya que en algunos análisis del cerebro de seres humanos que han padecido Alzheimer se ha detectado una elevada concentración de un determinado tipo de enzima que está asociada a esas infecciones, como la periodontitis. En este sentido, a través de sus investigaciones tratan de entender cómo las enzimas son capaces de acelerar reacciones químicas con una alta efectividad. Hay dos maneras en las que trabajan con las enzimas: tratando de bloquearlas para diseñar fármacos e impedir la réplica de células, o bien diseñando una enzima para catalizar cualquier tipo de reacción.

Otras de las líneas de investigación que el personal investigador de la UJI está estudiando está relacionada con el diagnóstico de la enfermedad. En palabras de Javier Burgos, investigador distinguido de la Unidad Predepartamental de Medicina y coordinador del grupo de investigación BIOTRANSFER (Biomedicina aplicada) «nuestro grupo está centrado en llegar a un diagnóstico certero, concretamente a través de biomarcadores en sangre». Con estos biomarcadores se podría diagnosticar, de forma no invasiva, si una persona va a desarrollar la enfermedad, no obstante, aunque en este ámbito se ha realizado mucha investigación, aún no se ha trasladado a la clínica aplicada, como para poder afirmar que se trata de una prueba rutinaria.  Otra de las líneas de investigación del grupo BIOTRANSFER se centra en el desarrollo de fármacos neuroprotectores para el Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas y del sistema nervioso central.

Es evidente que existe un esfuerzo colectivo por conseguir mejorías en esta enfermedad. En este sentido, el Alzheimer es una enfermedad compleja y poliédrica. Cada paciente diagnosticado la puede padecer debido a causas diferentes, en la que factores externos y genéticos interactúan en su desarrollo. Además, es importante tener en cuenta que la progresión de la enfermedad puede variar de una persona a otra.

Ante esta complejidad, Ana María Sánchez insiste en la necesidad de hacer una especie de traje a medida como forma de prevención. La investigadora destaca que, si bien existen fármacos que pueden mejorar la circulación neuronal, hay hábitos que pueden practicarse en cualquier momento, avalados por estudios científicos que demuestran sus beneficios tanto en el ámbito de la salud mental y física, que reforzarían la protección hacia esta u otras enfermedades mentales: llevar un estilo de vida saludable.

Hacer ejercicio, alimentarse bien, llevar a cabo actividades que estimulen el cerebro como aprender idiomas, tocar un nuevo instrumento, o el simple hecho de sociabilizar, son prácticas que, si bien no son una garantía infalible, pueden ayudar a prevenir. No obstante, resulta fundamental ofrecer desde el ámbito sanitario un enfoque personalizado que cubra las necesidades individuales, es decir, crear ese traje a medida para cada paciente, y que llevar un estilo de vida saludable no solo sea una recomendación, sino que se considere como una prescripción médica.

Desde la Universitat Jaume I también se está investigando acerca de posibles tratamientos contra la enfermedad. En este sentido, los principales grupos que lideran investigaciones clave en este ámbito son NEUROBIOTEC, Bioquímica Computacional e IMPLICA (La Implicación de la Enfermería en los Cuidados), dirigido por la investigadora María Pilar Molés Julio.

Desde el grupo de Ana María Sánchez han estado trabajando en el desarrollo de análogos sintéticos de ácido abscísico (ABA), una hormona con propiedades anti-inflamatorias y de sensibilización a la insulina. Sus investigaciones ofrecen resultados positivos en la mejora del aprendizaje y la memoria en modelos de síndrome metabólico y Alzheimer, ya que se reduce la neuroinflamación y mejora la expresión de varias moléculas clave en el funcionamiento cerebral.  Por otro lado, Moliner y el resto de investigadores que pertenecen al grupo de Bioquímica Computacional han centrado sus esfuerzos en entender los procesos de catálisis enzimáticas, es decir, tratar de bloquear o diseñar enzimas con el objetivo de crear un fármaco eficaz para tratar el Alzheimer.

En el campo de la enfermería, el grupo de María Pilar Molés trabaja en una línea de investigación centrada en los cuidados de la enfermería en diferentes etapas de la vida, y concretamente, una de esas líneas está centrada en las personas mayores que padecen Alzheimer, brindando apoyo y calidad de vida a quienes lo necesitan. Más concretamente, uno de sus artículos recientes profundiza en el análisis del estigma asociado a la enfermedad mental, como puede ser el Alzheimer; las conclusiones del estudio han determinado que el estigma sigue siendo un problema grave en la sociedad actual, que acarrea consecuencias tanto para los pacientes como para sus familiares.

Los efectos sociales del Alzheimer

A pesar de los esfuerzos por parte de la comunidad científica, la cura del Alzheimer parece aún no estar a nuestro alcance. Sin embargo, resulta necesario centrarse en el hecho de que los investigadores e investigadoras están volcados en mejorar la vida tanto de los pacientes con Alzheimer como de los familiares. «Porque la familia del paciente, también son pacientes», comenta Francisco Ros, investigador del grupo BIOTRANSFER junto a Javier Burgos. Ros hace hincapié en el hecho de que cuando a un familiar le dicen que padece Alzheimer, cae una sentencia y «ojalá no fuera así». Y es que, al fin y al cabo, la enfermedad del Alzheimer también es una historia de amor, de amor por los nuestros. Y lo cierto es que esta enfermedad produce una despedida de esa persona antes de tiempo; de esa persona que va dejando de ser ella misma. Es muy duro. Por eso, según Ros, «los familiares necesitan cuidarse para cuidar», por este motivo, la salud tanto mental y física de los seres queridos también debería ser algo prioritario.

Todos los investigadores e investigadoras de la UJI que estudian el Alzheimer desde sus diversos campos, coinciden en que se trata de una enfermedad en la que la dimensión social cobra una gran relevancia en su desarrollo. En este sentido, hace falta empatía, recursos y, por supuesto, seguir apoyando la investigación, porque hay esperanza en que algún día llegue el momento en que la ciencia consiga que las personas que padecen Alzheimer puedan ser ellas mismas hasta el final. Mientras tanto, como canta Andrés Suárez «Recuerda tú que puedes».

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