El catedrático José Rubio Carracedo destaca la "corrupción invisible" como uno de los problemas del sistema democrático
Tras recordar que el tema de la corrupción política ha sido constante desde los inicios de la organización política de la sociedad, Carracedo ha planteado, en los siguientes términos, el debate actual al respecto: “¿La corrupción ha aumentado en los últimos diez años, o sólo ha aumentado la percepción de la misma, por efecto de los medios de comunicación, que han aumentado la sensibilidad y visibilidad del fenómeno?”. El problema fundamental señalado por Carracedo es el de la “corrupción invisible” propia de las democracias liberales, en las que “una clase profesional se apodera de la política, formando una nueva oligarquía” y en la que “los partidos políticos perpetúan la estructura oligárquica”. Se trata, pues, de un defecto en el diseño institucional que favorece la sustitución de sistemas democráticos por partidocráticos, es decir, sistemas políticos basados en el poder de los partidos y no en el de los ciudadanos. Analizando exhaustivamente, mediante datos y cifras, el caso español en lo referente a la financiación de los partidos políticos, Carracedo ha puesto de manifiesto en qué medida partidocracia y partidismo van cogidas de la mano, “contaminando también los tres poderes del Estado” al politizar la justicia y crear una legislación y una política partidistas, favoreciendo el clientelismo.
Para Carracedo, la consecuencia de sistemas políticos de esta índole es que “la corrupción no es percibida ni sentida como tal por la inmensa mayoría”, defendiendo como remedio ante esta situación la necesidad de desarrollar una cultura democrática que favorezca el sentido del civismo, la participación y la vigilancia a los partidos políticos. A este respecto, y en el caso español, dada la existencia de tres niveles políticos (estatal, autonómico y local), Carracedo afirmó que “el nivel local debiera despegarse mucho más de los partidos políticos y dejar concurrir en el mismo a asociaciones, movimientos sociales, etc.”. Concluyó su conferencia afirmando que la democracia actual, siendo deficiente, es, en cualquier caso, menos mala que otras formas de organización política, lo que no la exime de la necesidad de reformas y cambios con el fin de favorecer el desarrollo de una educación ético-democrática.