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Por Ángel Padilla
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La lucha animalista en España: presente y porvenir XXV

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    La palabra.

    Sobre la palabra es que me ocupo ahora, hablando de la gran lucha, el animalismo.

    Ayer presentamos libros Amanda Eznab y yo, ella "La placenta del mundo" y yo el poemario "Es tan culpable el que canta para no oír a los fusiladores que los fusiladores".

    Nos dividimos el tiempo a través de conversaciones por messenger de facebook Amanda y yo, comenzaba el evento a las 18:30 y terminaba a las 20:00, para luego dejar paso a la próxima actuación, que sería a las 20:30 h.

    Iratxe y yo acudíamos con gran expectación, Amanda y su hermana Julia son fuerzas de la naturaleza, las habíamos visto tan espontáneas y tan puramente artísticas en una actuación de su espectáculo Iumana y nos habían hecho llorar... de tan profundo y verdadero que es su arte.

    Ver a Amanda Eznab en persona fue un acontecimiento de proclamación de la hermandad, el volver a la poesía por enésima vez, la verdadera. La que contemplé cuando anduve por las calles de Barcelona con el egregio y humilde, iracundo y vigoroso de alma Jesús Lizano. La que sentí en la sangre al escuchar recitar a Antonio Orihuela, o a Enrique Falcón, o a David Fernández Rivera. Sólo que en Amanda la cosa venía más abierta, Amanda entra dentro de lo que podríamos denominar poesía antiespecista, o la "por fin poesía", o la poesía que ya sale incluso del rótulo y es verdad, torna al principio, a cuando los bardos, cuando era pueblo y cuando era monte, eso sí, investida con todas las armaduras y piedras de la actualidad, fortalecida en su decir porque nuestra mirada ahora es distinta, antes nuestra mirada era más amplia, hemos vuelto con una poesía libre de nuevo a ver más. Eso dije en la presentación, que abrí yo leyendo algunos poemas de "La Bella Revolución", "La guadaña entre las flores" y por supuesto del libro presentado "Es tan culpable...". Expliqué a las personas que allí asistieron a escucharnos que el advenimiento de una poesía ya libre de toda soga se había producido. Inicialmente fue la soga de la rima y de la métrica, esas cárceles para agradar con sus gritos de bestias profundas -corales aunadas, eso sí- el oído burgués, o para la sonatina pegadiza del pueblo. El tema, ese ha sido otro asunto tramposo, carcelario no por los autores, que se creían libres, sino carcelero para las otras temáticas; pues con la literatura antropocentrista, especista, sólo se han tocado temas desde dichas ópticas, novela, teatro, poesía, ha llegado de la mano de esa sombra imperfecta atestando los ojos y los corazones. Es como si, imaginemos firme y atónitamente, todos los autores de "la prisión" de todas las épocas, los clásicos, y los nuevos, fueran nuestra cultura en una prisión. ¿De qué hablarían en sus novelas, poemarios, canciones? De rejas, puertas y carceleros, de patios y cuchicheos, de sueños con lo que se entrevé al otro lado de los muros (de hecho, ha sido así: "El proceso", "Memorias del subsuelo", "Viaje al fin de la noche", "Ariel" -Plath-...). Mas esta es toda la verdad de lo dicho hasta ahora en cultura humana, el muro especista y antropocentrista ha marcado todo, hasta por supuesto las artes, que son reflejo y/o hincan su raíz en todo lo presente, lo más presente, un autor no es más que reflejo de su presente, por muy visionario que sea, al fin su visión es un sueño de libertad más allá del alto muro de la cárcel, pero él, ella, en la cárcel.

    Entonces dije en la presentación que esta no es una proclama de intenciones, una declaración augusta de insignia nobiliaria literaria, sencillamente es la constatación objetiva de que aquí, por fin y hay que decirlo, por fin, hay una ruptura con lo viejo. Con lo destructivo, digámoslo, con lo cruel.

    Los animales no humanos aparecen en todas las obras artísticas como los ve el humano desde una cultura amorfa, antinatura, sesgada con un sentir de estirpe humana mal entendida, soberbia y falsa. El humano es el animal más tonto, ha de ser asistido para que aprenda a andar, para que aprenda a ir al baño solo, para todo. Ningún animal de la naturaleza ha perdido su instinto de una forma tan brutal como el humano. Ha de ser enseñado a hablar, su idioma. Viene con todo olvidado. Tal fracaso del aprendizaje genómico y vivencial sólo se manifiesta en el animal humano.

    AMANDA EZNAB, "LA PLACENTA DEL MUNDO"

    Amanda recitó, con su voz profunda y con acento latino bellísimo, poemas de su obra en su segunda edición "La placenta del mundo", en esa ocasión en que nos conocimos y estaba a 19 días (nos dijo, cerrando los ojos y suspirando con alegría imaginándose ya en la paz del Amazonas) de volverse a su cabaña en mitad de la Amazonía, después de un periodo de cuatro meses en España, trabajando sin parar ("el más largo que ha estado", dijo su hermana Julia).

    Antes de ello me había dicho en nuestro cruce de mensajes por la red que introduciría casi todos los poemas a recitar en su espectáculo musical poético Iumana, junto a su hermana Julia, quien tocó al piano. Y así hicieron. Después de unos pocos poemas enunciados con eco nupcial y marino, a capella por Amanda, nos sumergieron en el abismo estelar de estas calles -el que no admiramos ni sentimos ya- y más allá de los fondos de la tierra y los infinitos el tronar funéreo y a un tiempo luminoso de las teclas gordas y muertas del piano sobre el que golpeaba con sus delgadas manos Julia, no eran sus manos, eran ramas de árbol permitiendo con a saber qué engaño de "una mujer tocando el piano" extender sus raíces desde abajo, abrir un agujero para todos los verdes, y sonar sus  juncos altos y pájaros sabios, avisadores, para todos los asistentes, sonar sus barcos profundos y navegantes por los cielos bellos y entonces a la vez Amanda leía sus poemas, los cantaba casi parece. Es creo la mejor recitadora actual. Y es, creo, la mejor poeta actual. Tan joven, dará libros espantosamente bellos. Y sin embargo ya con "La placenta del mundo", hablé luego al volver a casa después de la presentación con Iratxe, ya había entregado todo un gran genio en "La placenta del mundo", libro alto como pocos. Si tenía más que dar, ¿qué sería? Ponernos quizá trocitos de cielo en las manos, para que lloremos de alegría, en la noche de nuestras cárceles multitudinarias de soledad y de sangre.

    Leí antes de todo esto el "Decir de los silenciados", de "La Bella Revolución", también el "Yo llamo a un mundo"; de "La guadaña entre las flores" recité Volante, a gritos, como ha de ser y como lo sentí cuando contemplé al toro asesinado en Tordesillas que habían dado en llamar Volante, en el suelo, tirado en el campo alanceado por esclavistas de caballos y asesinos del mundo. Y del presentado libro "Esto es lo que sé de ti", "Los cazadores somos todos", ah, y de "La Bella Revolución" el "Laura los Pueblos", un poema que cada vez me gusta más, porque he de decir, siempre lo digo, que soy el primer sorprendido con lo que dicen que escribo, no soy yo, me es dado, y soy el primero en estar agradecido y aplaudir a quienes me susurran, o me inoculan en sangre aquello, o quíen sabe cómo se hace esto de la poesía, de la literatura, del arte, de la locura del preso que señala con gritos bonitos de águila cómo levitar y escapar de los negros muros, se puede, hermanas, hermanos, se puede, y sobre todo debemos poder, porque aquí "hay mucha más sangre de la que creemos ver". Demasiado más crimen. Demasiado más fantasma y altura de espanto. Debemos tomar objetividad, debemos variar de punto espacial, temporal, debemos salir de nuestras cabezas y mirar, por fin mirar, unitariamente mirar, y romper, romperlo todo, hasta nuestro nombre. Para que las/os que no tienen ni nombre comiencen a ser.

    LA POESÍA ANIMALISTA

    ¿Qué hay de poesía realmente animalista, de arte literario (novela, teatro) realmente animalista hoy en España?

    Desesperanzadoramente, no mucha. Hay bastantes obras donde se analiza desde el formato del ensayo el tema antiespecista. Existen antologías, cada vez más, por fortuna, de cuentos animalistas y poemas animalistas. La situación es que dichos autores se acercan al tema para encajar en las antologías, no son autores que estén volcados verdaderamente en la lucha animalista, antiespecista. Yo mismo he generado muchos concursos de poesía y narrativa animalista, para acercar a los autores la temática, y hay que decir que hemos recibido gran calidad, pero casi siempre ocurría lo mismo, cuando se trataba de temas antitaurinos, los mismos autores hablaban en léxico especista, aunque el alegato sea a favor del toro (por ejemplo te podías encontrar en un fantástico poema que se describía al torero como "el maestro"); cuando las antologías se producen abiertas para todos los animales, también observamos léxico especista (podrías encontrarte que nombraban a un animal como "un ejemplar" de..., etc.). Recuerdo una antología en la que fui co-coordinador en la que uno de los poemas, que creo eran sobre el amor a un perro, en él el autor describía cómo se comía un bocata de "jamón" mientras admiraba a su amigo perro y su amistad común, tan insuperable etc.

    Y así todo. Por lo que dije, que la mirada especista domina el mundo. Lo alinea todo en una fatal mirada pequeña, todo lo mata, todo lo pudre, en todo deja su huevo de burla. Burla a la cultura verdadera, la realmente abierta (no la humana de todos los tiempos, siempre inundada por tontuneces de dioses y hábitos, y costumbres, y creencias y tradiciones y adoración a reyes, hoy a lo que llaman "los famosos", etc.). Una ofensa es, aunque sea arte, aunque sea maravillosamente bello, algo hecho en una celda, una escultura egregia a un carcelero al que, por error de distorsión, se le considera amigo porque a uno no le han enseñado que el traje de carcelero significa reclusión, que estás muerto. Y uno cree que es el traje de uno que surca los mares, o de alquien que bajó del cielo como los pájaros para regalarnos un hola vivificador toda mañana, carceleros amigos, carceleros familia, jefes de las cárceles admirados por todos: Nación.

    La poesía más dura y rebelde, insumisa, incluso ésta sigue apartando de sus tramas, de sus proyecciones, protestas y trasuntos, a los animales no humanos.

    Poetas tan grandes como el (como lo describe Orihuela) "tan llorado" Jesús Lizano, libertario, adorable niño del anarquismo poético, son especistas. Casi todos los autores de la poesía más contestataria y disruptiva actual, la de la Conciencia crítica, son tremendamente humanos con los humanos, mas aunque en sus discursos se muestren hermanados y expresen que los postulados de respeto animal completo son los ciertos, siguen sin ser veganos. Son autores que protestan firmemente contra la gran injusticia, dedican su vida y obra a ello, enconadamente. Morirán con las botas puestas. En esa "gran injusticia" no entra para ellos la "gran gran gran injusticia y peor tragedia" vista en este universo creado por la mente obtusa de los humanos: no entra la repulsa a la vivisección con animales, no entran en las novelas temáticas contra la esclavitud animal, no entran en las obras de teatro críticas contra los espectáculos con animales [obligados como] "payasos", ni critican la pesca, la caza, en fin, todas esas formas de violencia hacia los animales que de normal figuran en el catálogo de "cosas normales" que hacen las personas de hoy, se reflejan en sus obras como naturales, como justas, como hechos narrables sin réplica, uno se pone el abrigo en una secuencia de una novela, se va a pescar y luego marcha hacia su enamorada, pensando sobre la vida, con los peces muertos en el maletero, pensando sobre la "vida y el amor", el tal X protagonista de la novela.

    Amanda Eznab dijo que "La placenta del mundo" viene a significar como que "todos seguimos en ese agua" [de la placenta], todos y en cierta forma, si queremos, todas las cosas, todo lo vivo; y en conjunto hay un mundo nuevo por nacer, si queremos, nuevamente, si queremos la placenta del mundo dará a luz un nuevo mundo ya justo, ya renovado, el mundo. El cierto mundo. Y no esta pantomima llena de cadenas donde lo nacido de inicio, hasta cada árbol, tiene cadena (propiedad), hasta cada mar tiene cadenas, de horizonte a orilla, cadenas (nacionales). Todo es de alguien, de vigías y de los grandes dueños de una tierra que ya es toda prisión. Ella proclama que ha de haber un nuevo nacimiento de todo.

    En "La Bella Revolución" quienes me dictan (los animales pisando su sangre) hablan de que para que exista ese nacimiento -del que habla con firmeza inamovible Amanda-:

    "Necesitamos cizallas.
    Necesitamos batallas,
    que luego entréis sin miedo
    y nos miréis a los ojos."

    Y la arbórea y alta Amanda dice desde ese misterio mañanado de "La placenta...":

    "Ahora vienen conmigo
    anfibios con ojos en las aletas
    pájaros con escamas que aletean
    la arena revuelta que por años fue
    sepultada y seca.

    No sólo los helechos
    no sólo las amebas.
    Vienen conmigo
    un centenar de vidas
    reclamando
    todo lo que rompisteis dentro,
    todo lo que rompisteis fuera.
    Todo lo que mil veces rompisteis."

    Nuestro animalismo tiene ya muy grandes voces, que son las de los animales encerrados y dormidos tristes, y con las alas plegadas tristes, y con los ojos mirando a través de un grueso cristal caras humanas que sonríen sin haber aprendido NADA, pez flotando en el agua de una pecera triste, y oso tras las rejas, detenido, y vacas con dolor de piernas de mamá, de mujeres, pudorosas, avergonzadas tristes esas voces se han metido ya en la literatura, en la poesía, en el nervio mismo de esta lucha Nosotras/os somos Vosotras/os. Hablad. Ya podéis.

    Y eso, sin duda, es una buena nueva. Es parte de lo anunciado y lo sabido por las hojas y las arboledas. Y las olas. Que llegará un día. Y está cerca. Después de esta noche.

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