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Por Ángel Padilla
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La lucha animalista en España: presente y porvenir X

  • Por qué debe existir el animalismo

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La lucha animalista en España: presente y porvenir X- (foto 1)

El animalismo es una lucha cuya fuerza más grande la tiene en la actualidad y todavía ha de crecer, del punto en que estamos, cien, mil veces más. Se puede decir que estamos en crisálida, aún no hemos abierto las alas de lo que hemos venido a ser.

La existencia de un caos estratosférico existente en el trato entre las gentes que dicen defender a los animales, real, no detiene la idea de que el animalismo es una cosa real que palpita poderosísimamente entre todo esto. Es más, es normal que una lucha grande comience con mucha confusión y con descomunales errores.

Los espartanos, desde el nacer son entrenados para la gran batalla. Un espartano de 8 años ya podría ir a la lucha y pelear mejor que un guerrero de 20 años de otra nación que no sea la de Esparta.

El Esparta del animalismo se está gestando, los poblados de las guerreras y los guerreros ya se elevan entre las anodinas y estériles ciudades humanas. La milicia verde se comunica de azotea a azotea o en la noche mediante sueños. Esta es una lucha poética, es la gran Bella Revolución. La convulsión más tremendamente sísmica que azotará el universo en un segundo fatal para la oligarquía de siglos del humano, venidos de las hojas y con pensamiento de hoja verde, gentes liberadas del yugo social, asociales, tendrán una única imagen en la mente: los ojos tristes de los animales reos y rehenes en todo lugar de cautiverio.

Porque existís, gentes egoístas y cruentas,

debe existir el animalismo.

Porque existe sin cesar la maldad real del humano hacia las otras especies en todas las esferas de la vida humana, debe existir el animalismo.

Porque el humano realmente odia a los que considera inferiores, los animales no humanos, y por tanto los usa, captura, esclaviza y asesina, debe existir el animalismo. (Apunte: como dice Javier Burgos, si se les considera inferiores, lo lógico sería protegerlos y no atacarlos.)

Porque la mentira especista quiere extender su imperio y perpetuar su trono rojo de sangre cuantos siglos más se le permita, debe levantarse en armas el animalismo.

Porque si quien lee come animales y todavía no se ha planteado dejar de hacerlo o piensa que jamás lo hará, porque cree estar en lo justo, debe levantarse en armas el animalismo.

El animalismo debe existir porque existen millones de caraduras que todavía, a día de hoy, cuando se sabe que comer animales además de no ético es horrendo para la salud del planeta todo en sentido ecológico, siguen haciéndolo porque les importa bien poco la vida de los demás sean de su especie o de otras.

Estamos ante una humanidad que desea caer al vació, bebiendo vino y comiéndose un pollo asado, bailando mientras caen, pero bailando. Entre esos estamos. Entre gentes así, riegan las florecitas de su jardín, lavan su ropa e incendian los campos ajenos y orinan sobre las caras de los demás y si tuvieran que comerse a humanos, porque dejase de pronto de existir la esclavitud animal y no hubiera "material" y se propusiera surtir a los supermercados con carne de humanos pobres socialmente deprimidos, o envíos de carne a toneladas (pobres del tercer mundo) en barcos como hace por ejemplo China con los cerdos tercerizando su mercado de las macrogranjas, la gente convertiría en moral comer carne humana. Al fin y al cabo la teoría es la misma. Si comen una vaca o un cordero por considerarlos inferiores, ¿no son también inferiores en un sentido de clase y condición, e importancia, los paupérrimos? Un niño con hambruna, sin escolarizar, despistado por la sed y el hambre podríamos decir: es lo mismo que un ternerito llegando al peto sangrante del matarife. Se emplearía, para ese neocanibalismo, iguales excusas infumables que las empleadas para comer inocentes animales: que así se les priva por fin de sufrir sin agua ni comida y con calores extremos en sus lugares de origen, al fin somos sus benefactores porque les permitimos descansar, mediante un traslado de sus chozas tórridas a nuestros frescos mercados de bienestar animal y sacrificados con Certificado de Bienestar Humano 2.0.

Javier Burgos tiene una teoría muy interesante sobre lo dicho: que el ser humano es malvado por naturaleza. Esa sería la única forma de entender todo lo que en este planeta ocurre. Burgos pasó la mayor parte de su vida en Estados Unidos, luchando contra la vivisección por ser uno de los mayores horrores, y de los más insensatamente justificados, que existen de los humanos a los animales no humanos. Javier, que conoce tan bien la lengua inglesa como la española, dice que se ajusta más a lo que el humano es, esencialmente, el concepto "evil". El humano sería de naturaleza evil.

Por eso no se detiene a comprar a trozos a los animales en la tienda, cocinarlos y comerlos, va más allá, aparece en fotografías riéndose de esos pedazos de vidas. Los cazadores matan grandes animales por puro placer, aparecen en instantáneas subidos a esos animales ya finados, como grandes héroes y sin atisbo alguno de pena o condolencia. Esta sociedad, este humano moderno, contiene la mayor de las maldades. Incluso los indios americanos, a quienes se les consideraba y considera unos salvajes, pedían perdón a los animales cazados, y sólo cazaban para comer. Y se rieron cuando los hombres blancos querían comprarles las tierras indias, los indios contestaron que las tierras no son de nadie, no son de ellos, son de los que nacerán después, por eso hay que cuidarlas y dejar el mundo bien preparado, mejor de lo que uno lo encontró, porque lo que sus pies pisan es sagrado, y debe seguir siendo sagrado.

Esa cosmovisión ecológica de buena parte de las tribus que se consideran ajenas al "progreso" en el hombre moderno se ha perdido (pongo hombre para resaltar, aquí, el funesto patriarcado, no obstante en cuanto a los animales sean igual de malvadas las mujeres como los hombres).

El animalismo trae en su esencia lo neotribal, la vena y la arteria con sangre de mar y de cielo, trae la esencia de los cantos antiguos. Viene hablando por lo pisoteado, por la cara verde de la tierra de lado debajo de los asfaltos.

Cualquiera podría decir que esta disquisición es demasiado larga y enrevesada pero si analiza el sustrato se dará cuenta de que quiero llegar a un lugar poético esencial: todos estamos aquí no por casualidad. Todas vivimos para una misión. La mayoría se pierden en el camino. Hay dos sendas, a escoger una u otra en un momento crucial de la vida de todos, no existe una edad aproximada en la que se pueda decir: será en ese momento. Para cada individuo existe un año, un mes, un día en que debe poner pie entre esos dos caminos, uno o el otro, y convertirse en "los demás" y ya no ser él, o ella. O ser sí misma/o y ver el mundo en forma creativa y crítica.

El animalismo, el veganismo, la lucha por la liberación animal, es la forma más elevada y cristalizada, abierta, del pensamiento crítico. Derribamos todas las concepciones que sustentan la cultura humana conocida, tumbamos estruendosamente la dieta, lo que dicen los médicos, lo que dice la ciencia, lo que dicen los Estados, lo que dicen los militares, lo que dice el rabino, lo que dice el pastor, lo que dice la vieja, lo que dice el niño superdotado. Dos más dos no son cuatro. Son dos y dos. Y en cada dos hay uno y uno; total que hay uno, otro, otro y otro.

          Traemos la burla mayor que la vuestra, la verdad haciendo muecas de asco después de tantos siglos habiendo sido usada por lerdos ante grandes auditorios.

          Porque venimos hablando la lengua del cervato y con la verdad fresca y poderosa en avance e imparabilidad del río caudaloso.

          El animalismo existe porque ha sido llamado.

          El animalismo existe porque ha sido enviado.

          Sin banderas, sin naciones, sin credos.

          Allá donde veáis hojas verdes en ramas de árbol o arbusto.

          Allá donde escuchéis una marea, de río o mar.

          Allá donde creáis escuchar rumores de personas entre los bosques.

          Allá donde en la noche sin ver gente escuchéis voces.

          Allá donde por el horizonte parezca venir algo al alba tan grande como el Sol y a su lado.

          Allá donde tu corazón ahora piensa: esto que estoy leyendo me dice cosas que  no entiendo con la razón, pero sí con el sentimiento.

          Allí hablan ellas/os, los aún no vencidos. Los animales esclavos y torturados.

          Te dicen. Se acercan, ¿puedo ser tu amigo? ¿Puedo ser tu amiga?

          Tú en el balcón, crees estar solo, nadie en la calle.

          A tu lado está de pie una vaca lechera.

          A tu lado está un reno con sus cuernos imbricados hasta el piso más alto.

          A tu lado está un oso de las nieves. A tu lado está toda la familia que olvidaste y ahora recuerdas.

          Por eso debe existir el animalismo.

          Para que la mentira que hizo abjurar a Galileo de su afirmación de que la Tierra gira alrededor del Sol deje de matar millones de inocentes,

          mira el cielo esta noche y piensa: hay más cadenas y estribos en esta tierra que estrellas y hoy

          bienvenido a esta sombra de árbol.

          Llevábamos esperando cientos de lustros el momento de decirte esto.

NOTA: En el próximo artículo publicaré acciones directas de activistas reales, podréis escuchar sus voces en sus relatos de luchas que son las mismas de las voces que desde pequeños llevamos sin escuchar: las de los pájaros y las de las abejas. Y las de la esperanza.

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