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Por Ángel Padilla
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La lucha animalista en España: presente y porvenir XXII

  • Una cosa y la otra

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La lucha animalista en España: presente y porvenir XXII- (foto 1)

¿Qué es el animalismo? ¿En qué punto está? ¿Qué podemos esperar de esta lucha a medio, largo plazo?

Estas son las preguntas que me motivaron a escribir esta serie de artículos que, unidos desde el número uno hasta el final, que ya está pronto, comprenderán una suerte de historia del animalismo español y análisis de éste, un intento al menos de pensar y repensar qué nos pasa, a quienes defendemos a "los animales", tanto bueno como, sobre todo, malo, para que esta lucha no avance, al menos no avanza tanto como debería. Ni por asomo.

Y no es por los frenos que tenemos, que son infinitos y poderosísimos. Aquí, en este análisis, atravesando por los distintos episodios históricos más o menos significativos por los que ha pasado el animalismo en esta país (conectado, no puede ser de otra forma, con el resto del mundo y sus iguales vibraciones de alzamientos). He intentado visibilizar qué detiene nuestra marcha y por qué, de lo que podemos constatar, ver de alguna forma: mafias bien organizadas que han recalado en este valle verde de guerra natural, con sus casetas con iguales colores que las animalistas para ganar dinero a costa de los animales y trileros varios; la misma sociedad, que cada vez es menos receptiva a cualquier mensaje que no sea individualista; mas he visionado desde hace ya un tiempo un problema nuclear en esta lucha (imagino en todas las demás vetas de ruptura para la luz en lo social será igual), que la deforma, destruye, pudre y hace caer sobre sí misma cada vez que intenta dar un paso adelante.

Henos aquí siendo todos un gigante hechos de cajas de cartón, altísimo y temible, pero al avanzar el mismo viento lo descompone, por su ausencia de solidez interna, y cae rápido y horrorosamente como las torres gemelas, que también fueron dinamitadas por "sí mismas".

Es, el animalista tipo, una cosa y la otra. Sin solidez no hay nada. Sólo quimeras.

VOLVEMOS AL CASO LUIS GILPÉREZ FRAILE

En el apartado anterior hablé del autor de "La vergüenza nacional", mediante la muestra de su pensamiento actual extractando cosas de una entrevista que le realicé para el periódico Siglo XXI, pudimos ver a un antitaurino convencido, más no a un animalista íntegro. No a un vegano.

Debo confesar que cuando lo traje a esta historia del animalismo lo hice con la duda de si Luis era vegano o no, siempre tuve la duda, porque pertenece a esa clase de protectoras (Asanda lo es) que siendo las primeras que han hecho la guerra en este país por los animales, llevan el sello de la lucha bienestarista, y no han salido de ese espejismo, espejismo cómodo, claro, hay que decirlo.

Al haber sido publicada la entrada en que hablaba, por haberlo merecido por su lucha antitaurina, de Gilpérez Fraile, le pregunté a bocajarro, como suelo hacer, si era vegano. Y me encontré no sólo con que no lo era, sino con que jamás lo ha sido y además se jacta de no serlo, y más aun ataca a los que  denomina "veganistas", o sea, sencillo: para él uno puede ser vegano, y él lo respetaría (aunque tampoco, porque, veremos más adelante, para la plasmación mágica que se ha inventado de su mente al mundo y de vuelta, su forma de vivir y habitar el mundo causa menos daño que el que causan los veganos, siendo carnívoro él). En fin, será necesario que hable, en contrapartida, o mejor dicho en complemento necesario a la entrevista que desglosé por aquí del personaje, que revele un artículo escrito por él mismo nada menos que en 2007 (publicado en red, accesible para cualquiera), artículo que Luis Gilpérez afirma subrayar en su totalidad aún hoy en día. Antes de hablar de tal artículo, es necesario -considero- que el lector observe cómo transcurrió todo entre nosotros. Y publico esto porque Luis me ha dado permiso de hacerlo, con la condición de que añada la "violencia verbal" e insultos que según él le proferi; por supuesto, lo publicaré íntegramente, suscribo cada cosa que digo a alguien con doble moral (una cosa y la otra), porque la doble moral, y esta es la tesis que desarrollaré de la enfermedad nuclear que asola al animalista tipo, y en extensión a toda la lucha, que hace que nuestro gigante caiga movido por una simple brisa.). Que no es una doble moral, sencillamente, no llega a ser una moral.

En primer lugar, Gilpérez me escribió:

«Hola: acabo de leer los dos artículos publicados. Te has pasado en halagos hacia mí, pero gracias por supuesto. Salud amigo.»

Yo le contesto que (cito de memoria porque no encuentro ese punto) era de justicia analizar su figura porque forma parte de esta lucha, y que gracias por lo de los toros aunque no entiendo su pasaar de "lo de las vacas". Le digo, sin medias tintas, que me parece una vergüenza llevar toda una vida como él en la lucha animalista y todavía no ser vegano.

A lo que me responde: «Bueno, lo hablaremos pero no seas duro: no intento justificar, en todo caso explicar mi posicionamiento a quien merece explicaciones, como tú, lo mismo te sorprendes. ¿Has leído "El mito vegetariano" sin prejuicios previos? [...] La carne cultivada puede ser una realidad viable en 5, 10 o 15 años. Mientras no consigamos convencer al resto de humanos de detener la locura especista, deberíamos tomar esta opción con toda la seriedad que se merecen los millones de vidas que se pierden cada año en la industria ganadera. [en tal afirmación uno podría creer escuchar la mente de un vegano, pero... prosigue, en un vaivén que no cesará en toda la conversación:] "A mí también me sorprende que no hayas investigado las muertes animales que causa la comida vegana, si es que no lo has hecho. Podemos hablarlo cuando quieras, poco a poco y sobre aspectos concretos para no perdernos. Yo te propongo un tema para poder iniciar la conversación hablando un mismo "idioma" [me pregunto qué pensaría una vaca o un cerdo encajonados y pisando sus heces que esperan la hora del matarife para sufrir un infierno colgados de una pata en el matadero, si les preguntase qué "idioma" hay que aprender para respetar sus vidas. Qué pensarían las orcas obligadas a realizar dos funciones ante niños al día, el pájaro a un segundo de recibir en pleno vuelo el disparo del cazador, lo del "idioma" para entender que desean sus vidas libres.Y prosigue en modo sofista, sofisteando:]. En poquísimas palabras ¿qué es para tí un animal? ¿Una vaca igual que un topillo? En caso de necesidad ¿mejor sacrificar a una vaca que a un millón de topillos, igual o al revés? Mi respuesta es "igual". Si no lo compartes te explicaré mi porqué.» [Luis es tan torpe que no se da cuenta que en la misma forma de expresarse está toda su creencia, y que deforme como deforme lo que dijo o dice y dije y/o diré, con el modo en que se expresa queda clara su visión sobre la otredad, sobre los otros, sobre el respeto a los otros, o en su caso la ausencia de respeto en los otros: cuando ha dicho "En caso de necesidad ¿mejor sacrificar a una vaca que a un millón de topitos...?" Esto es, establece un supuesto no contemplable desde una ética clara. Si un hombre respeta a una mujer por la moral humana y un individuo de una raza respeta a los de las demás razas, según la moral humana (aunque luego en la realidad no sea así), un humano desde la ética humana jamás plantearía un supuesto tal (comparativa de supuesto:): imaginemos que hubiera que sacrificar o a una mujer española o a 500 niñas afganas... ¿alguien en su sano juicio plantearía algo tan monstruoso? No cabe en ética. Sin embargo en la mente de un especista sí cabe cualquier comparación entre -y aquí viene otro término de los especistas- "sacrificios", Luis llama sacrificar a asesinar, en todo su discurso se muestra especista, tal cual es, pero cuando le interesa se coloca como respetuoso con el universo, contra la tortura animal, contra el dolor animal, contra la sostenibilidad del planeta todo blabla, del que, dígase de una vez, no le importa el todo porque no le interesan las partes, tal cual los ecologistas que defienden "las especies" en abstracto y les dan igual los individuos.

Pues bien, pretendía hacerme perder el tiempo Luis con argumentos blavatskyanos, mágicos, inventados sobre la marcha y presentados como un ideario a tener en cuenta.

No aburriré más al lector con nuestra conversación, que fue extensa muy a mi pesar porque sabía en todo momento que perdía el tiempo, mas me importaba decirle a este señor que era, que había sido toda su vida un impostor.

Le contesté lo siguiente:

«A tu propuesta de iniciar una conversación debate (que para mí va a ser absurdo, porque la ética no tiene debate posible), te digo: adelante hasta que nos cansemos uno o el otro, yo creo me cansaré rápido porque veo en ti lo mismo que existe en todo aquel que sigue comiendo "carne" sabiendo que está mal, y lo justifica equiparando ese mal a los males que los demás hacen, incluso, según vuestra teoría, los veganos. Malos los veganos y malos los carnistas, todo va bien, entonces, ¿no es eso? Relativizar es desdibujar, a eso juegas...

»Me preguntas qué es un animal. Todo ser capaz de sentir miedo y dolor lo es, toda forma de vida que, aunque no aparente sentir miedo o dolor, no necesitamos molestar, en nuestra alimentación, para vivir, es un animal, porque todo lo vivo es "un animal", todo lo vivo es una mente que siente esperanza y horror, pena y alegría.

»Cada vida vale lo mismo, la vida de una mosca tanto como la tuya.

»Ahora te diré que compro la verdura en tiendas pequeñas, que llegan directamente de la huerta; prefiero por supuesto la fruta "golpeada" y con "fallos", no deseo que echen pesticidas a nada. Voy a la busca de generar el menor daño, me afano en ello. Sobre todo no uso para mi placer las vidas que son suyas de animales esclavos como haces tú, que pasan calvarios pariendo y siéndoles arrancados sus hijos a gritos todos. Esa violencia ejerce quien come lo que llaman carne, pescado, etc., come esclavos que soñaron con la libertad que jamás conocieron y como tú quisieron vivir.

»Por cierto, interesante que me respondas a esto, porque muestras enorme preocupación por el daño que mi alimentación (la vegana) ocasiona al ecosistema (cuestión de la que, como te he comentado entre líneas, soy consciente y avanzo hacia una forma de alimentación vegana que genere el menor daño a la vida de los cultivos, tanto en forma de insectos o pequeños animales, como al ecosistema), entonces yo te pregunto: Por tanto tú, que comes animales de los de la esclavitud en granjas o arrancados bestialmente del mar, y además las verduras que como yo, generas tu  mal y mi mal, ¡en total dos males! ¿No es eso? ¿No sería mejor, por tanto, que mitigases uno de los dos males, o cómo está la cosa?

»Dices: 'Me siento más consecuente comiendo un huevo que una ración de arroz"

»Lo cierto: te comes el huevo y comes arroz. ¡O sea ambos!

»Elevas a abstracciones que no caben en algo que es de extrema sencillez: comer seres vivos que nacen y mueren esclavos está mal, sin más.

»Tú lo haces (aunque pongas en duda, para marear -los de tu palo gustan mucho de intentar marear-que comes carne -animales-). Ahora hay que ser filósofo, ¿verdad?, para saber qué está bien y qué está mal. ¡Anda! ¡Anda!

»Soy yo el que no quiere seguir perdiendo el tiempo con un esclavista, falso defensor de los animales (que sepa, sólo te conmueve la tragedia del toro), que te has rodeado como un gusano de seda en abstracciones y teoremas basados en tesis cogidas por los pelos de aquí y de allá, no con objetivo de ser humilde y respetuoso, sino meramente para no sentirte culpable jalándote animales troceados.

»Si me apuras, apuesto hasta a que eres pescador, ya tan pedestre y obscura veo tu falsedad expresiva y vital. [Eso lo digo porque en las fotos que me mandó para la entrevista suya aparecía en una barca, y Gilpérez gusta mucho de ir al mar y la montaña]

»Si te parece bien lo publicaré este intercambio como continuación del capítulo XXII de la historia del animalismo, si tan seguro te sientes de tus argumentos imagino estarás de acuerdo.

»Eres un sofista moderno.

»Un esclavista de animales que usa la soberbia incluso para refutar tu comportamiento penoso y vergonzante.»

Luis Gilpérez Fraile contesta: 

«Puedes publicar cualquier cosa que yo haya dicho o escrito, pública o privadamente. De hecho, todo lo que te he escrito, y más, ya lo publiqué hace unos 15 años (https://asanda.org/documentos/consumo/por_que_no_soy_vegano.pdf) y ahí sigue publicado y al alcance de cualquiera que quiera leerlo (que han sido varios cientos de personas, algunas de ellas veganistas por los "piropos" que me han dedicado) así que tu "amenaza" de publicar nuestras conversación, incluída ésta, no me afecta ni incomoda en absoluto, y mucho menos si respetas el contenido íntegro, incluyendo los insultos y violencia verbal con los que me tratas. Y si lo tergiversas, no dejará de ser otra más de las muchas que me han dedicado. Como dato curioso, el artículo de marras comparte sección (Consumo) en la web de Asanda con otro de tu autoría (https://asanda.org/documentos/consumo/el-vegetarianismo-ultimo-escalon-de-la-compasion-animalista) que nos enviástes en su día y que no dudamos en publicar y mantener publicado. [el artículo mío que cita lo escribí en mis inicios del veganismo y es ñoño y no lo subrayaría en la actualidad, que soy mucho más radical, lo que hay que ser en cualquier causa, radical o nada]

»Sí, como huevos y como arroces, siendo consciente de que cuando como arroz provoco más muerte y maltrato animal que cuando como huevo. Me ilusiona la inminente generalización de la carne cultivada y me entristece que parte de la industria cárnica y del veganismo se posicione contra ella. Me enorgullece haber intervenido y colaborado en la aún no conclusa campaña europea "El fin de las jaulas" (End the Cage Age) [Campaña analizada en capítulos anteriores de este análisis del animalismo, desglosada como mero humo para hacer que hacen, sin hacer nada] que ha recibido y recibe tanta oposición de parte de la industria cárnica intensiva y del veganismo. Como animales, parte de esos miles de millones que mueren cada día para consumo humano. Como alimentos que producen animales explotados para ello (leche, miel y huevos). Y como vegetales, parte de esos que se cosechan cada día a costa de la vida de miles de billones de animales.

»No sé si necesitas alguna otra "confesión" mía para publicar.»

Luis Gilpérez

Está bien, hasta aquí esta conversación con Luis. Que cada cual saque sus conclusiones, creo no hay que hacer grandes esfuerzos para ver la trampa continua que el autor del antitaurino "La vergüenza nacional" desenrolla en sus prédicas tan pobremente este declarado esclavista de animales, que ora clama por que se acepte mundialmente la "carne cultivada", que según él con ésta se dejaría de maltratar y dar agonía a tantos seres, agonía que le importa bien poco cuando confirma que "Como animales, parte de esos miles de millones que mueren cada día para consumo humano. Como alimentos que producen animales explotados...", etc. Esto es: 

Una cosa y la otra.

He querido mostrar con todo su horroroso esplendor esta conversación que ha caído providencialmente a esta parte de esta historia del animalismo, donde iba a comenzar a examinar el espíritu, la estructura interna, del movimiento, del animalista común, de la animalista tipo.

En Luis hay muchas de las dialécticas confusas, contradictorias, insolidarias y egoístas que perora la mayoría de la gente que defiende a los animales. Dentro y fuera del animalismo es igual, seres con caretas, un baile de máscaras, falsedad, mienten y se mienten. Excepto unos pocos.

Por fin: Invito a los lectores con estómago delicado a que no lea el artículo que cita Gilpérez, con título "Por qué no soy vegano", publicado por Asanda, creo que es el documento más vomitivo que persona que se haya acercado a los animales con la pretendida intención de defenderlos ha escrito. A los historiadores y curiosos, les invito a su lectura, es un raro monstruo de cómo se puede llegar a pensar, tan abstrusa y enredadamente, cuando cada cual por aquí toma de la moral animalista, que es una: "respeto a la vida y los intereses de todos los animales", lo que le interesa y lo otro lo vulnera.

Esta dualidad, mejor decir: este "cacao maravillao" que tienen en las cabezas buena parte de la gente que está o dice estar en esta lucha, es la que hace que de momento no podamos unirnos en un mismo empeño de considerable aliento abolicionista, puesto que el abolicionismo, el antiesclavismo animal real, se subscribe a ámbitos de unas minorías de animalistas, los demás gravitan como se ha dicho en un "yo llego hasta aquí", y la de allá llega sólo hasta allá, entonces con tantos conductores que no saben -o si lo saben pero no ayuda ese panal loco de ideas contrarias a la moral animalista real- vibrando en el interior del gigante de cartón, que trastabilla como borracho, da un paso atrás, otro intento de paso hacia adelante tapada su cara por las nubes y, hoy, con desdicha para mí y para muchos, sobre todo para nuestros defendidos, está bailando, a pedazos girados por el viento, una canción moderna de trap, de esas nasales y por las que uno se lanzaría por la ventana con el sombrero puesto.

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