Lo que ven los gatos cuando se detienen a mirar
Todos lo hemos visto.
A un gato paralizado mirando a la nada.
La nada para nosotros. Para él un mundo.
¿Qué mundo?
El que perdimos cuando nos obligaron a hacernos adultos.
Los gatos son bebés perpetuos.
A la vez son adultos, para tomar decisiones.
Pero son niños eternos en vivir los instantes.
Por eso nos dan tanta risa sus caras.
Los gatos no fingen, como no fingen los niños.
Sólo los adultos fingimos, nos obligan a fingir,
fingir alegría cuando estamos tristes,
a mentir casi siempre, los humanos somos maestros de la mentira.
Pero los gatos dicen siempre la verdad,
plasmada en su rostro.
Y cuando miran al aire, detenidos, largamente detenidos,
miran con verdad
y miran algo que nosotros no vemos:
miran la belleza del mundo,
ven otras cosas,
ven lo que veíamos cuando éramos bebés y aún no sabíamos ni andar.
Mira a un bebé humano, se ríe sólo. Llora de pronto
sin saber uno por qué.
Los niños y los desahuciados ven el mundo verdadero.
Quizá los gatos cuando miran a un pundo donde "no hay nada"
vean el mundo.
Quizá lo que nosotros creemos que es el mundo porque lo vemos
sólo sea una farsa, recreada por nuestra mente,
intoxicada por tantas cosas.
Un gato es intocado, invicto siempre. Hasta el gato más despeluchado,
sucio y enfermo con que tropieces por la calle,
no permite que el dolor, la circunstancia, la crueldad,
penetre en ese lugar secreto, mágico y rico,
eterno.
Ese lugar del que ven trozos, como desde ventanas en el aire,
cuando se ponen misteriosos,
que es casi siempre.
Tener un gato en casa es tener un tesoro.
Tener muchos gatos en casa es ser rico.
Imagina lo que ellos ven, cuando se detienen, que es casi siempre.
El detenerse es la sabiduría de todos los animales libres.
Sólo el humano camina sin parar, hacia ningún sitio.
¿Qué ves, gato, cuando miras tan atento hacia un aire vacío?
Yo creo recordar eso que ves, aunque muy lejanamente,
el mundo cierto que veía todas las jornadas después de nacer
y que tú ves todos los días.
Por eso eres tan fuerte.
Por eso eres tan digno.
Yo quiero saber sobre ese mundo. Estoy tan cansado de este.
Por eso entre otras cosas vivo con seres tan especiales y alegres como los gatos.
Juego con ellos, me río con ellos,
aunque ellos nunca rían (su alegría es interna)
y los miro a los ojos tantas veces
intentando encontrarme.
Al intento de recordar nuestra verdad. Y acaso nuestro destino.