Así nació el islamismo radical / Un cura de Madrid
Para entender la lacra del terrorismo hay que analizar una serie de hechos que comienzan con los talibanes y pasan por intereses petroleros.
Situémonos en 1978. Afganistán era gobernado por un partido socialista, el Partido Democrático Popular de Afganistán, cercano a la URSS. Dentro del contexto de la guerra fría, EEUU no podía permitir que ese país se vinculara a la órbita rusa por dos motivos: su estratégica situación geográfica y por las materias primas de su subsuelo.
Una coalición internacional encabezada por EEUU, formada por Israel y Arabia Saudita como principales socios, ideó un plan de desestabilización. Los sauditas fueron los encargados de poner la ideología en los muyahidines, guerrilleros islamistas, a los que la coalición apoyó con armas y mucho dinero. Lograron su objetivo desestabilizador, y el gobierno socialista afgano pidió la ayuda de la URSS que se implicó en el conflicto. En 1989 los rusos se retiraron derrotados.
Aprovechando el derrumbe de la URSS los muyahidines (guerrilleros islamistas, conocidos inicialmente como talibanes (vinculados a Al Qaeda) y ahora por Daesh o ISIS fueron creciendo en poder y con el dinero y las armas que les habían dado crearon entonces el primer estado islámico.
EEUU, Arabia Saudí e Israel, según reflejan los hechos históricos, fueron los padres del monstruo, un monstruo que fue muy útil para echar a los rusos y acabar con el gobierno hostil de Afganistán. A partir de ahí el monstruo empezó a coger músculo. Tanto músculo que no aceptaron un gobierno títere y tanto radicalismo que en el 2001, esos fanáticos de la banda de Al Qaeda empujaron a Bin Laden a cometer el atentado de las torres gemelas. A partir de ahí los estadounidenses quisieron ponerlos bajo control e iniciaron una guerra que aun sigue viva a pesar del billón de dólares gastado y los 2.400 soldados muertos.
En el 2003 vimos también una operación similar en Irak, tras la guerra de las mentiras en la que España participó poniendo bases, ayuda técnica y 14 muertos y Blair puso su peculiar socialismo. Finalmente lograron derrumbar el régimen de Sadam, dejando el territorio convertido en un arsenal de armas controladas por radicales islamistas. Los radicales islamistas, otra vez, fueron muy útiles en el objetivo de derribar a Sadam Husein.
Entre tanto entrenamiento guerrero y de terror los islamistas radicales iban ganando experiencia y fanatismo.
Años después ocurrió algo parecido en Siria. Israel y su socio de no EEUU podían permitir que ese país se convirtiera en un líder de la región y utilizaron otra vez a los radicalizados islamistas para debilitarle.
Michel Chossudovsky, economista canadiense y director del Centro de Investigación sobre la Globalización dice que el nuevo radicalismo islámico conocido con las siglas de ISIS o Daesh (antes fue Al Quaeda) lo crearon la CIA, el Mossad israelí, junto con la Inteligencia de Pakistán y Arabia Saudita y el M16 británico para acabar con el gobierno de Bashar al Assad en Siria.
La OTAN y el Estado Mayor de Turquía fueron los encargados de contratar mercenarios de ISIS y Al Nusrah para que lucharan al lado de los disidentes sirios desde que empezaron las revueltas contra Assad en 2011.
Estas fuerzas islamistas, cada vez más radicalizadas, formadas también por presidiarios condenados a muerte procedentes de las cárceles de Arabia, recibieron entrenamiento militar en Qatar y en Arabia Saudí, para atentar con explosivos y para usar armas químicas. También fueron instruidos sobre decapitaciones y atentados con el fin de crear inseguridad.
Entre tanto, los radicales islamistas seguían formándose en la guerra y en el terror.
Israel ha estado muy interesado en ayudar a los radicales islamistas de Al Nusrah para debilitar a Siria y a las fuerzas chiitas de Hezbollah.
Los bombarderos de la coalición internacional, supuestamente para acabar con el estado islámico, en realidad apuntan a objetivos estratégicos de Irak y Siria como refinerías y fábricas de suministros. El objetivo final, compartido por estadounidenses e israelitas, no es otro que debilitar a Assad, crear un estado Kurdo, un califato sunita y una república árabe Chiita, según el economista canadiense.
Al lado de esos objetivos, hay radicales alimentados tan bien con ideología wahabista (rama mayoritaria del sunismo saudí que defiende la sharia, justifica la violencia y pretende expandirse por el mundo), que promueven atentados por Europa.
Creo que más allá de la islamofobia y el racismo que invaden nuestras redes deberíamos meditar sobre cómo y con qué fines se impulsó el radicalismo islámico.
PD En Arabia Saudí la religión dominante es el wahabismo, una rama revisionista de la religión musulmana mayoritaria dentro del sunismo. Sus seguidores apoyan la violencia. Para promover el wahabismo, en 2007 Arabia Saudita gastó 2000 MM de dólares. Aunque se cree que esa cifra, ahora, al menos se ha duplicado. Con el dinero que ponen los sauditas financian mezquitas, profesores e imanes por todo el mundo. En 2016 el país del petróleo gastó el año pasado 80.000 MM de euros en armas. Uno de los suministradores somos nosotros. Nadie hace asco a un régimen perverso que actúa sin el menor respeto a los más elementales derechos humanos. Con esa astronómica cifra de gasto en armamento Arabia se permite montar sus propias aventuras bélicas en Yemen y en Siria en donde se centra en atacar a los chiitas. A pesar de todo les damos armamento, les recibimos con respeto y cortesía en sus mansiones de verano en la Costa del Sol, les vendemos armamento y se abrazan con nuestra monarquía. Les perdonamos todo. Nadie se atreve a acusar su régimen. Son nuestros amigos.
UN CURA DE MADRID DA LA NOTA TRAS EL ATENTADO DE BARCELONA
Circula por internet la imagen y la voz de un cura de una parroquia madrileña que ha utilizado el lamentable atentado terrorista en Barcelona para echar pestes sobre Ada Colau y Manuela Carmena acusándolas, entre otras cosas de “colaborar con el crimen”, unas barbaridades que solo caben en una mente enferma o en el radicalismo.
El cura ha aprovechado su influencia con los fieles para lanzarse a la yugular de dos alcaldesas que trabajan con modestia, que tratan de revertir viviendas sociales malvendidas, que tratan de apoyar a los más débiles, que han construido decenas de kilómetros de carriles bici, que se preocupan de la contaminación de sus ciudades, que cobran unos bajos sueldos y que cuando se alojan no lo hacen en suites de cinco estrellas ni van con limusina como hacían algunos santos de su devoción como Rita Barberá, Gallardón o Ana Botella, que además iban en coche oficial a la peluquería, vendían viviendas sociales a los magnates y favorecían a los suyos adjudicando contratas a dedo a sus donantes. ¿Decía algo ese mismo cura de extrema derecha cuando todo eso sucedía ante sus narices?
Que una persona, que sigue las enseñanzas de un Jesús de Nazaret que predicaba a favor de los pobres, sea capaz de lanzar sapos contra dos personas que se esfuerzan en aplicar políticas sociales, me resulta bochornoso y me induce a meditar sobre las dificultades del Papa Francisco para poner orden en una casa en la que también hay curas que pertenecen a la internacional del odio.
Cuidaron tanto la imagen de Juan Carlos que llegamos a creernos que teníamos un buen rey. Tras romperse la cadera cambió todo y empezaron a salir "cositas". Como destapen los papeles secretos del 23-F...