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Por J. P. Enrique
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¿Es mejor pagar menos impuestos?

    Hay un mantra que nos llega a diario: solo funciona la iniciativa privada. A un país le van mejor las cosas  con menos impuestos y menos Estado.

    Muchos lo repiten: Hay que bajar los impuestos. El dinero donde mejor está es en el bolsillo de los ciudadanos. Lo público no funciona. (Y  para que sea verdad y no funcione Matas  y Rita se lo regalaban a Urdangarín. Y para que no funcione  saquearon a las Cajas. Y para que no funcione se fueron llevando abultadas comisiones de las empresas públicas y de todo lo que organizaban).

    ¿Menos impuestos? Nuestros impuestos están por debajo de la media europea. Recaudamos un 2% del PIB  (22.000 MM) menos que antes de la crisis y a pesar de todo se sigue insistiendo: Hay que bajar los impuestos, cuando deberían decir que lo que habría que hacer es una distribución más justa.

    ¿Menos impuestos?  Con menos impuestos, es decir con menos ingresos, el Estado se ve incapacitado para atender a los  los servicios básicos.

    ¿Menos impuestos? En este país, donde se roba demasiado, el Estado no gasta demasiado y aun con un  crecimiento  del 3% del que tanto presumen, solo prevén incrementar el gasto un 1% y encima hablan de reducir los impuestos, cuando el problema nuestro, repito, no es de gasto sino de insuficientes ingresos.

    ¿Menos impuestos? Con menos impuestos cualquier día nos dirán que no hay dinero para pagar las pensiones y habrá que hacer recortes como ya se hacen a los  futuros pensionistas.

    Actúan así porque sirven a una ideología a la que  solo le preocupan sus bolsillos y la cuenta de resultados de sus empresas. Su lema es: “Primero la cartera y premiar al éxito. Los demás que espabilen y si fracasan que sufran las consecuencias”. Actuando así (con los valores calvinistas del individualismo, egoísmo, avaricia y competición) se ponen las condiciones para que  haya inversores  -dicen- y se creen puestos de trabajo. Con el trabajo llega la riqueza a todos, algo que desmienten los datos.  

    Quienes profesan la veneración al becerro de oro suelen ser personas a las que la vida les ha deparado éxitos económicos o que esperan alcanzarlos. Atribuyen lo logrado  a una mano invisible emanada de un ser superior que les ayuda y guía en su esfuerzo (¿Cómo puede haber un ser superior ocupándose de ellos y dejando desamparados a quienes huyen de la guerra y de la miseria y mueren ahogados en el mar?). Aunque suelen manifestarse como creyentes, sus creencias para  nada les impiden ningunear de su religión aquellos principios o valores que no les convienen.

    Al lado de ese  pensamiento hay otro  de personas con mirada social que sienten empatía hacia los desamparados y piden que se ayude  a los minusválidos,  a los jóvenes sin recursos para estudiar, a los que huyen de la guerra, a los que tienen que hacer frente a costosos tratamientos médicos,..

     

    EN ESTADOS UNIDOS, el presupuesto que ahora mismo acaba de presentar el grupo de millonarios  encabezado por el soberbio, arrogante, embustero y narcisista Donald Trump  es un buen ejemplo de la ideología del becerro de oro orientada a hacer más ricos a los que ya lo son, aunque los daños colaterales incrementen las desigualdades sociales y la pobreza y crezcan las injusticias, el  miedo y enfermedades vinculadas a ella como la depresión, la ansiedad  y el estrés. ¿Quedan muchos fuera de la protección médica? Es algo que lamentablemente sucede, pero así se evitan abusos y se obliga a que la gente  no se acomode a vivir bajo el paraguas del papá Estado.

    ¿Se interpone el medio ambiente en su objetivo  de riqueza? El cambio climático es un bulo.

    ¿Subsidios a los parados? Hay que quitarlos. Quien no trabaja que espabile. Los débiles deben asumir que lo son y cargar con las consecuencias.

    ¿Impuestos? Son una rémora. Hay que bajarlos a los ricos y a las empresas. En adelante en lugar del abusivo 35% que pagan ahora deberán pagar el 15%. Hay que incentivar que  aumenten sus beneficios. Si los ricos ganan más invertirán más y crearán puestos de trabajo.

    Los gastos en defensa también son muy útiles; por eso el grupo de millonarios se proponen incrementarlos  un 10%. No faltaran conflictos para usar las armas  vaciando los hangares para luego volverlos a llenar.

    ¿Asistencia sanitaria? Hay que acabar con el Medicaid de Obama que amplió las ayudas a 20 MM de personas  para que sus vidas no las arruinara, aun más, una grave enfermedad.

    ¿Ayudas en el Programa Asistencial de Nutrición Suplementaria para 46 MM de pobres (un 15% de la población)? El recorte en esa partida ha sido de 193.000 MM. La vida es para los que triunfan. No hay que acostumbrar a la gente a la sopa boba.

    ¿Ayudas a estudios y a discapacitados? Son las familias, con sus recursos, las que deben hacerse cargo de los estudios y de sus discapacitados y si no los tienen deberían haberse preocupado de tenerlos.

    ¿Hay pobres y hambre? Siempre -dicen- los ha habido. (Y es cierto, pero hoy hay medios suficientes para acabar con la pobreza. Lo que no hay es voluntad.)

    Los datos que acabo de dar, son tan reales como increíbles y lo son en un gran país que es la primera potencia del mundo a la que tantos miramos como ejemplo ¡Viva el neoliberalismo! ¡Fuera el Estado y fuera  los impuestos! ¡El mundo es de los triunfadores! La solidaridad y la justicia social son dos palabras en desuso.

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