¿Por qué llaman fusión a la absorción?
La Caja de Ahorros de Castellón era una entidad solvente con unos trabajadores muy motivados que tenían claro que “su Caja” cumplía una finalidad social importante ofeciendo ayuda crediticia a amplios sectores más modestos de la población a los que la banca tenía marginados. Esa Caja de Ahorros con otras 51 crecían cada año y llegaron a tener más de la mitad del volumen de negocio bancario a costa de los bancos que fueron perdiendo cuota de mercado. La banca no lo entendía. Desde Europa no lo entendían. Y en lugar de dotarlas con un Estatuto Especial decidieron acabar con ellas. La primera medida fue que dependieran de las Comunidades Autónomas. Y los políticos vieron en esas entidades una fuente inagotable de recursos para sus desvaríos (Léase Tierra Mítica de Zaplana como ejemplo muy cercano) y tomaron el mando en ellas y las fueron degradando (ése era el plan) y las dejaron sin la prudencia y seguridad en las que habían crecido durante más de cien años para lanzarlas a inversiones millonarias, préstamos irresponsables a amigos y a utilizar la obra social a la conveniencia de sus intereses.
En nuestra Comunidad pasó a estar en una situación delicada Caja Valencia. Para solucionarlo fue útil el abogado-político Tirado, que a cambio de garantizarse un puesto en Bancaja y potenciar “su” Fundación Caixa Castelló, la puso en manos de los valencianos que taparon sus agujeros con el alumbramiento de la nueva Bancaja.
El poder de Bancaja pasó a estar en manos de los directivos de Caja Valencia. Los de Caja Castellón (los salvadores) quedaron marginados. Pero los “absorvedores valencianos” demostraron ser unos inútiles y unos tramposos. Su gestión consistía en marcar objetivos para cobrar por ellos. Para alcanzarlos explicaban qué trampas debían hacer, “para que dieran la talla”, los “inútiles” trabajadores de Caja Castellón: Si había que incrementar el número de clientes se regalaba un jamón a una asociación para que abrieran una cuenta a nombre de 20 con 20 DNI fotocopiados. Si había que hacer seguros de vida de préstamos se troceaban para hacer 10 seguros de un mismo préstamo. Y así funcionaban los “genios” trajeados venidos de Valencia.
La nueva Bancaja fracasó. Era un muerto. Y en lugar de entregarla a La Caixa que era una Caja solvente, la casaron con otro muerto: Caja Madrid. De dos muertos no pudo salir un vivo y la cosa terminó con el Estado metiendo allí la friolera de 26.000 MM. El poder anticatalanista valenciano no podía permitir que una entidad Valenciana pasara a manos de los catalanes. Cualquiera menos los catalanes. Lo mismo sucedió con la OPA de Gas Natural a Endesa. Removieron todo para que la empresa pública Endesa fuera a otras manos y se la entregaron a una empresa italiana, por cierto pública. La fusión Bancaja-Caja Madrid estuvo bendecida por todo el poder mediático, tal vez porque Rodrigo Rato se encargó de meter allí mucha grasa en muchos bolsillos. Y nadie puso en cuestión en un artículo o en una tertulia una unión tan poco viable.
Tampoco funcionó el nuevo invento llamado Bankia con dirigentes que venían de vender participaciones preferentes diciendo que eran plazos fijos y a endosar acciones a jubilados que no sabían nada de Bolsa.
Al final del ciclo ha venido una fusión -dicen- con la Caja catalana, La Caixa (Caixabank), que los anticatalanistas rechazaron inicialmente cuando estuvo a punto de cuajar. ¿Fusión? No es una fusión, es una absorción en toda regla en donde el poder está todo en manos de los directivos de Caixabank. Se ha dado una vuelta enorme, con muchos tropezones, para que finalmente el poder financiero valenciano (y también el madrileño) dejara de existir. Para consuelo nos quedamos con la Sede Social. Será por poco tiempo.
El FROB ha renunciado a crear una entidad financiera pública como la hay en Italia, como en Francia, como en Alemania, y ha regalado la entidad de Rodrigo Rato, no al mejor postor sino a La Caixa, que la ha engullido como a un huevo con dos agujeros. Aquí lo público es comunismo- bolivariano-estalinista. En otros países de nuestro entorno no.
Aquella Caja de Ahorros de Castellón, tan apreciada por todos, con tan buena imagen, ha terminado, tras recorrer un difícil y tortuoso laberinto, en manos de La Caixa. No son necesarias comisiones de investigación. Querían acabar con ella y con todas las Cajas. Objetivo cumplido. De aquellas Cajas, tan sociales, tan vinculadas a la población, tan solventes, queda un banco llamado Caixabank, que también nace ¿Cómo no? Con todas las bendiciones para que nos acribillen cobrándonos comisiones mientras nos dejan a todos con una deuda millonaria impagada que, a lo mejor, si todo va bien, se recupera vía dividendos durante dos siglos.