El independentismo marca la agenda
El independentismo ha marcado y continúa marcando la agenda política de este país. Contribuyó a echar a Rajoy, y desde entonces ha sido un arma poderosa en manos de una oposición que día a día lo ha utilizado, sin tregua, contra el gobierno denunciando un supuesto pacto oculto con los separatistas para romper el país.
El independentismo ha servido para polarizar Cataluña partiéndola en dos mitades. A la vez, un lenguaje cada vez más faltón y radical ha polarizado España entre independentistas y anticatalanistas. Los líderes políticos con un lenguaje sin escrúpulos, son los responsables de esa fractura y de esa ruptura de la convivencia.
El independentismo ha empujado “¡apreteu, apreteu!” y el anticatalanismo ha hecho lo mismo gritando contra los catalanes y rechazando todo lo que viene de esa Comunidad mientras, a la vez, se inflama cuando mira la bandera y habla de la unidad de España.
El independentismo puso al descubierto la fragilidad del PSOE en donde viejas glorias y líderes de Comunidades Autónomas no han tenido el menor reparo de discrepar públicamente y con todas las letras ante la propuesta de que un “relator” tomase nota de lo que se decía en una mesa de diálogo. Había tantas ganas de reventar la mesa de diálogo que, como ha dicho el líder del País Vasco, hasta lo hubieran hecho si en lugar de proponer a un relator hubieran propuesto poner un botijo.
Finalmente el independentismo ha tumbado los presupuestos demostrando que no había acuerdos secretos ni pacto alguno tras la moción de censura.
En el fondo de todo lo que acaba de suceder está el juicio contra el procés que va a dar a VOX, como acusador, un escaparate y un protagonismo para ir sumando votos, la mayoría de ellos del PP. A este juicio se le solapan noticias como la que habla de un incendio para destruir documentos reclamados por los jueces, entorpecimientos a la actuación de la justicia y la acusación a Zaplana (muy mejorado tras su puesta en libertad) como cabecilla de una trama que se llevó más de diez millones de euros en mordidas ilegales.
Con la caída de los presupuestos se caen, para no volver a levantarse, partidas contra la pobreza infantil, contra la violencia de género, los incrementos de becas estudiantiles y los de la ley de dependencia. También se caen ingresos que contemplaban impuestos a multinacionales, a los usuarios del contaminante gasoil e impuestos a las rentas de más de 150.000 euros. El anunciado hachazo impositivo del que algunos hablan no se va a consumar y el 0,4% de los españoles que no necesitan de ayudas sociales ni de la sanidad ni de la escuela pública, va a respirar tranquilo. También Google, Microsoft y los bancos se sentirán aliviados.
¿Por qué el independentismo ha preferido derribar unos presupuestos beneficios para la mayoría de la gente y a la vez facilitar que gobiernen quienes apuestan por aplicar un 155 sine die y tomar el control de TV3? Tal vez porque, en sus cálculos está que el independentismo se cohesiona más cuando el enemigo es muy claro. Cuando eso ocurre no es necesario perderse en discrepancias y matizaciones. Elegir entre lo malo y lo peor no ha sido complicado para el independentismo. Piensan que sin diálogo y más enfrentamiento podrán levantar la bandera del victimismo y el número de independentistas seguirá creciendo como ya sucedió en la nefasta etapa de Mariano Rajoy.
Yo, tal como me he manifestado más de una vez, en cualquier escenario seguiré sin ser independentista porque considero que las rupturas las inician siempre, en todos los lugares del mundo, las zonas con mayor renta y en el fondo lo único que esconden esos movimientos es insolidaridad con las zonas más pobres. A la vez creo también que para permanecer juntos hace falta seducir para favorecer la convivencia. Estamos lejos de eso y lo estaremos mientras el anticatalanismo, aun a costa de impedir la convivencia e incrementar los radicalismos, sea utilizado como un vivero de captación de votos.
Pues a mí de todos los de VOX el que mas me gusta es Alfonso Guerra.