Farmacéuticas y enfermedades minoritarias como el ELA
La industria farmacéutica investiga y fabrica medicinas que nos curan las enfermedades o nos las mantienen bajo control para hacernos una vida más saludable.
Las empresas farmacéuticas producen miles de medicamentos que luego patentan para así recuperar sus costosas inversiones. Es normal que así sea ya que si no ganaran dinero no podrían invertir. El beneficio empresarial es muy justo y es el motor de la iniciativa privada. Una iniciativa que apuesta sus ahorros y los que obtiene de los bancos arriesgándolo todo hacia la investigación, el estudio, la autorización, la patente, el lanzamiento y la distribución de sus productos a través de farmacias y hospitales. Pero no vivimos en el país de las maravillas de Alicia y todo no es tan bonito. Veamos por qué.
Un empresario parte de una línea de investigación que él marca entre varias posibles. Si, tras largos trabajos, su equipo va en busca de un producto para paliar el dolor de cabeza, una infección estomacal, el colesterol, un antibiótico, un fármaco para combatir la trombosis, el insomnio, la fatiga, la colitis, problemas cutáneos, sexuales (ya se sabe lo importante que es que una persona de 80 años pueda tener una erección) , es decir que si el producto en el que investiga va a llegar a mucha gente que puede comprarlo, entonces la línea de investigación es correcta porque la inversión se va a recuperar enseguida y los beneficios van a ser buenos.
Claro, que cuando se apuesta por un camino se dejan otros por no ser “interesantes” cual es el caso de enfermedades raras o propias de países tercermundistas, como el dengue, la fiebre amarilla o la malaria. ¿Cuánta gente hay potencialmente compradora de producto para esas enfermedades? ¿Cuántos van a poder pagar el precio? Son preguntas elementales en una decisión empresarial.
¿Qué sucede en la realidad? Que hay antibióticos, antivirales, analgésicos, etc. etc. y productos tan extraños, como pastillas para la erección sexual a montones “porque tienen mercado” y se venden bien a través publicidad y de congresos para profesionales sanitarios en donde se les “informa” y se les cuida para que vuelvan contentos y sigan recetando sus productos (1).
Mientras sucede eso, algunas enfermedades que afectan a personas de escaso poder adquisitivo quedan en el olvido, como también quedan en el olvido enfermedades minoritarias como el ELA. No merece la pena invertir en ellas porque el número de potenciales clientes es limitado. No es rentable desarrollar un producto para una demanda relativamente pequeña.
Así funciona el mercado. Un mercado que muchos veneran no admitiendo que los Estados lo regulen “porque deben darse todas las facilidades a quienes invierten dinero y crean empleo.”
He hecho estas reflexiones porque acabo de conocer que un amigo mío tras varias pruebas le han detectado que sufre ELA (esclerosis lateral amotrófica), una enfermedad degenerativa que es mortal porque nadie ha investigado lo suficiente para obtener fármacos para tratar de combatirla.
Como mi amigo, he sabido que hay en nuestro país 4.000 personas que lo sufren. El azar de la vida y el ser relativamente pocos les lleva al olvido y a una muerte anunciada.
Si en lugar de ser 4.000 fueran 200.000 sería otra cosa. Es lo que ha ocurrido con los enfermos de hepatitis C. La investigación ha sido exitosa: Han logrado un medicamente que logra la curación en el 98% de los casos sin que la enfermedad degenere en cirrosis o cáncer de hígado.
A partir de ahí interviene el mercado y la patente la ha comprado la empresa californiana con sede en Irlanda y filiales en Islas Caimán, Gilead Sciencies (en la que participan bancos, fondos de pensiones y de inversión y dos ex secretarios de estado de EEUU: Shultz y Rumsfeld) pagando por ella 11.200 MM de dólares a Pharmasset. El segundo año la empresa californiana obtuvo más de lo que había pagado por la patente: 14.800 MM.
Una vez en su poder ha hecho sus números: En España si vendemos las 28 pastillas necesarias para el tratamiento, que cuestan de fabricar 10 euros, a 1.000 euros cada una ganamos por cada paciente 27.720 euros que multiplicado por 95.000 pacientes (y 200.000 infectados aun no diagnosticados) nos da un beneficio solo en España de 8.177.400.000 euros…Y en el mundo hay 130.000.000 de infectados.
¿Es eso ético?¿Puede condenarse a miles de pacientes a una muerte segura si ellos o el gobierno no pagan lo que les piden por el producto que han patentado? “Es el mercado” ha dicho un tal Martin que acumula fortunas mientras juega con la angustia de millones de ciudadanos de todo el mundo “Es el mercado. Son las reglas del mercado”. “Yo he invertido y me ha salido bien.” El mercado; el mismo que ha condenado a mi amigo a morir. El mercado que ha decidido que no le es rentable investigar la enfermedad del ELA.
Esto va de listos. Unos listos que para mí son simplemente sinvergüenzas desalmados que tienen a su servicio legisladores, paraísos fiscales, gobiernos y entusiastas defensores de una realidad que pide a gritos ser cambiada. No es posible que sea legal lo que dictan unas leyes que deberían condenar a prisión perpetua a buitres carroñeros que se aprovechan de legalidades injustas e irracionales. Ellos se mueven sin códigos éticos. Van a forrarse buscando el máximo beneficio a cualquier precio. Son las reglas del mercado.
(1) Lo que gastan las farmacéuticas para promocionar sus productos es un escándalo mayúsculo que merece un punto y aparte. Según Farmaindustria , en el año 2016 destinaron a este capítulo, nada menos que 501 MM de euros.
Con ese dinero se pagó a sociedades médicas, hospitales, académicos de universidades, etc. El mayor gasto se destinó a la realización de Congresos en donde los invitados acuden con todos los gastos pagados. Curiosamente ese ingreso que en buena lógica debería ser una retribución en especie a efectos fiscales está exenta de tributación y continua igual porque así lo han querido PP y Ciudadanos.
Las mayores presupuestos han sido las farmacéuticas Janssen (40 MM), Novartis (35), Roche (30), Pfier(25) y Bayer(13).
A todas estas farmaceuticas que no investigan por enfermedades minoritarias porque no son rentables.. tendrian que pasar por la impotencia de tener un familiar afectado del ELA.