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Por J. P. Enrique
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Si hay un Dios…

    Si hay un Dios... si lo hay sentado allá lejos en un palco privilegiado del inmenso espacio, disfrutará contemplando como bailan sin cesar, al son de música celestial, mil millones de galaxias que agrupan, cada una de ellas mil millones de cuerpos celestes. El inmenso Dios debe divertirse mucho al ver como chocan entre sí astros y galaxias y cómo nacen y mueren nuevas estrellas entre espectaculares explosiones y enormes llamaradas.

    Perdida en un espacio inmenso en un rincón, nada privilegiado de la nada especial galaxia que hemos dado en llamar Vía Láctea, el Ser Supremo se deleitará o quedará compungido al ver, alrededor de una pequeña estrella llamada Sol, a una insignificante y hermosa esfera azul que conocemos con el nombre de Tierra, en la que 7.000 millones de personas, con esporádicos momentos de felicidad sufren, unas para conseguir comida y otras para solucionar los efectos de su gula; otras transmitiendo pasiones por el simple hecho de correr frenéticamente tras un balón; otras sufriendo para alcanzar una cumbre montañosa; otras inyectándose silicona en el cuerpo para que sus labios sean otros o sus pechos sean más grandes; otras en busca de un mejor porvenir confiando en la suerte que les puede vaticinar un adivino ante su bola mágica de cristal; otras realizando duros trabajos por un tazón de comida; otras obligando a empuñar un arma a niños, casi bebés, que nunca sabrán lo que es jugar; otras vendiendo su cuerpo repleto de sustancias tóxicas. En medio de tanta locura contemplará como tantos, que pretenden ser sus agentes, solo se ocupan de pregonar sus dogmas.

    Si hay un Dios, si lo hay, debe ser para él un gran aburrimiento el escuchar los millones de rezos, oraciones, jaculatorias, mantras, plegarias, oblaciones, rosarios y letanías acompañadas de multitud de súplicas que van desde que cure una insignificante herida a que de una esfera salga un determinado número de lotería, o que gane o pierda el Real Madrid o que aparezcan unas llaves extraviadas. ¿Cómo ocuparse de tantas peticiones absurdas? ¿Cómo ser un dios justo y atender rogativas contrapuestas?: ¿Cómo satisfacer a quien pide que el Barça falle un penalti y a quien suplica que meta el gol? ¿Cómo lograr que salgan premiados a la vez 80.000 números de Lotería para satisfacer a todos los que lo han suplicado? Difícil tarea, también para un Dios.

    Entre tantas plegarias monótonas que relajarían e invitarían al sueño a cualquiera, el Todopoderoso debe encandilarse de vez en cuando ¿cómo entender sino que una patera se hunda en el mar engullendo a niños y a mujeres embarazadas acabando con su esperanza y la de los familiares que quedaron allá lejos a la espera de una transferencia mensual de cien euros para mitigar su miseria? ¿Cómo explicar las malformaciones sufridas por una jovencita que ha quedado para siempre inválida por la poliomielitis sufrida de pequeña? ¿Cómo pudo nacer aquel ser humano con dos cabezas y aquel otro sin brazos ni piernas? ¿En qué estaba ocupado Dios mientras aquel pájaro de acero vació de su panza un monstruo que llenó de tumbas Hiroshima? ¿Y mientras aquel dron mató a 90 asistentes a una boda? ¿Cómo entender que el volcán, el lodo y el viento destruyan personas y viviendas de los barrios más pobres? ¿Por qué tiene ese niño que haber nacido con el síndrome de Down? ¿Por qué aquel feto con anencefalia? La divina relajación debe ser sin duda la causante horrores, monstruosidades y renglones torcidos.

    Como el Ser Supremo no acostumbra a hablar, los que hablan en su nombre ponen en su boca reglas dispares tachadas de falsas cuando habla otro: Unos dicen que a Dios se le debe rezar tres veces al día; otros que hay que taparse la boca para no ingerir ningún insecto; otros que hay que venerar a su madre; otros que no tiene madre; otros que no se pueden hacer transfusiones de sangre; otros que no hay que cortarse el pelo; otros que no hay que usar un condón; otros que hay que matar y morir para ir al paraíso; otros que se deben soltar los pecados ante un muro; otros que no hay que comer cerdo; otros que hay que practicar la abstinencia sustituyendo la carne por mariscadas; otros afirman que al que roba hay que cortarle la mano; otros en su nombre bendicen tanques; otros consideran loable que la mujer sea virgen; otros la cargan de hijos y bendicen casar a niñas de siete años con viejos adinerados; otros dicen que un hombre debe permanecer solo con una mujer; otros que puede tener las mujeres que quiera; otros predican el amor y practican el celibato y la castidad...Y Dios escucha, calla ante tanta locura, tantas contradicciones e interrogantes, sin poner orden con una intervención solvente y clarificadora.

    En un momento de recordar el pasado, Dios se lamentará de que a pesar de su inmenso poder no es capaz de cambiar la Historia. Repasándola se reirá al pensar en los faraones que mandaron construir inmensas pirámides para seguir vivos en la eternidad. Pensará en los momentos en los que representantes suyos condenaron la anestesia, la vacuna para la viruela, la colocación de pararrayos, la disección de cadáveres para su estudio por médicos como Galeno y la autorización posterior a Vesalio para poder diseccionar cuerpos de ahorcados con el argumento de "que su alma estaba en el infierno."

    Recordará a los primeros hombres que empezaron adorando al sol y a la luna y levantaron enormes tempos para adorar a Osiris, Ammon, Isis,... Pensará en las crueles torturas que autoproclamados monjes, defensores de la fe y la verdad, asestaron a personas sencillas y a sabios como Galileo o Miguel Servet. Recordará con pesar, a quienes con la espada y la hoguera fueron quitando a presuntos infieles para que sean juzgados en el paraíso antes de tiempo. Pensará en la necesidad que tuvo de eliminar a los dinosaurios para evitarle problemas a un futuro patrón de barco llamado Noé y pensará en el instante en el que del agua surgió el primer microorganismo que fue avanzando, tras pasar por la musaraña, al encuentro del simio. Le vendrá a la memoria un general chileno que recibía bendiciones y perdones mientras torturaba a inocentes y arrojaba a jóvenes al mar. También recordará quienes pretendieron calmar su ira (cómo puede ser Dios irascible) sacrificaban a niñas vírgenes y a recién nacidos. ¡Son tantos los recuerdos que del pequeño planeta azul ha dejado grabados en la memoria divina!

    Con una mirada puesta en la realidad verá a millones de personas dando vueltas alrededor de una piedra que dicen sagrada. Verá a otros analizando e interpretando libros en unos escritos en los que todos hablan en su nombre y en lo Él dijo y quiso decir. El Supremo pensará que esa no es su letra y que Él como ser inteligente no puede haber hablado de forma tan difícilmente inteligible para que no se le entienda con claridad. ¿No hubiera sido mejor -pensará- en lugar de iluminar a otros en sus sueños haber dejado un Código escrito de puño y letra? Centrado con su mirada puesta en diferentes países verá en la India a mil millones de habitantes adorando a casi el mismo número de divinidades. Verá el castigo que se infringen en su cuerpo con látigos los devotos chiítas al igual que algunos monjes de clausura. Verá a mujeres recluidas en celdas para defender su virginidad. Verá como viven en sus soberbios palacios los que ocupan los primeros asientos del escalafón religioso y como demasiados humildes mueren faltos de agua, comida y vivienda. Verá fronteras que él no puso, levantadas para que los miserables no alcancen las migajas de suntuosas mesas. Verá como muchos predican el amor y practican el odio; como hablan de paz y bendicen la violencia. Recordando todo eso ¿pensará que olvidó dotar de cordura al ser humano?

    No se que pensará Dios viendo un mundo que pocas veces es justo con los débiles, en donde la ambición desmedida, la mentira, la contaminación (destructora de su magnífica obra) y el engaño se multiplican. Resulta difícil de entender que el Dios bondadoso, inmenso, misericordioso, conocedor de este caos, siga permitiendo que el sol continúe dando calor cada día al pequeño cuerpo celeste llamado Tierra, que el ruiseñor eleve su melodía, la lechuga brote milagrosamente a partir de un minúsculo grano y que el rocío bañe con su manto la mañana.

    En un momento mirará el inmenso y a la vez pequeño huevo de nuestra galaxia para ver si está punto de cocción, para lanzar sobre él otro huevo mucho más grande y hacer, entre los dos un revuelto. Todavía le falta un poquito, se dirá el gran cocinero, mientras nos observa y se desplaza para ver el estado de cocción de otras tortillas hasta encontrar una en su punto.

    Un día, al revisar su agenda el Todopoderoso, el Grande, el Misericordioso, verá que tiene anotado que la tierra debe destruirse, impactando con el sol en un estruendo que engullirá palacios y mansiones, catedrales y mezquitas, odios, codicias, mentiras y explotación, momento en el que hará balance de lo que fue un minúsculo fragmento de su creación y lo que fue una especie llamada humana, dicen que hecha a su imagen y semejanza. No obstante en su grandeza y misericordia tal vez perdonará todos los errores y guardará para siempre la música de Mozart, los cuadros de Picasso, las esculturas de Miguel Ángel, la sabiduría de Gandhi y todo el amor de la madre Teresa de Calcuta, para volver a iniciar de nuevo la vida en algún lejano planeta de alguna lejana galaxia, pero tomando esta vez, en lugar de arcilla, el cerebro de Gandhi mezclado con el corazón de la Madre Teresa.

    En algún momento de su infinito tiempo, el Creador, desde la más remota galaxia reflexionará un instante y se preguntará ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Y, mirando hacia atrás tal vez responderá a la pregunta de Pascal: Qu´est-ce qu´il faisait Dieu avant la Création? y a las que a mí me gustaría formularle ¿Por qué permite Ud. tanta injusticia y tanto sufrimiento en el mundo? ¿Por qué siendo tan bueno y bondadoso castigó una simple desobediencia de forma tan dura a Adán y Eva y a toda su inocente descendencia? ¿Qué hará Ud. cuando toda su obra se haya destruido? ¿Perdonará al científico estadounidense Craig Venter por haberse atrevido a imitarle creando una minúscula bacteria capaz de reproducirse por sí sola o proclamará que es suya y solo suya la estructura del ADN?

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    comentarios 5 comentarios
    JPE
    JPE
    21/08/2017 12:08
    Todo un poeta

    Eres , Paco, todo un poeta (ademas de filosofo y humano). Un cordial saludo.

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