El negocio de Todos los Santos
El día 1 de noviembre, la Iglesia Católica celebra la festividad de Todos los Santos y al día siguiente, la conmemoración de los fieles difuntos.
Tradicionalmente en España, desde tiempos remotos, se visitan las lápidas de los familiares muertos, adornándolas, como si de un altar de culto se tratara, con flores a cual más bella, acudiendo en peregrinación anual al cementerio.
Se ofician en todas las iglesias, misas en memoria de todos los seres queridos que supuestamente sirven para acortar los años de purgatorio, en el más allá.
El origen de esta festividad que nació como católica, se remonta según los unos, al año 798, cuando Alcuino de York escribe y felicita al arzobispo de Salzburgo por fijar esta festividad, dentro de las calendas romanas de noviembre.
Para otros, afirman que nace en la decisión del Papa Bonifacio IV que el 13 de Mayo del 609 ó 610, consagró el Panteón de Agripa, al culto de la Virgen y los mártires, comenzando una fiesta conmemorativa a esos santos anónimos que son desconocidos por la mayoría de la cristiandad, pero que por sus obras y su fe, merecen un reconocimiento y veneración por parte de la comunidad católica.
Sería el Papa Gregorio III (731-741) quién cambió la fecha del 13 de Mayo, a la del 1 de noviembre, ya que al convertirse al cristianismo los pueblos de tradición pagana, ellos se negaban a abandonar sus raíces y fiestas.
Los mandos eclesiásticos pensaron que instaurando fiestas nuevas que coincidieran en fecha y apariencia doctrinal, con las antiguas y propias de estos pueblos, les sería más fácil a los nuevos creyentes, ir sustituyendo las unas por las otras, como ocurrió con el nacimiento de Jesús desplazándolo al 24 de diciembre.
¿Se han preguntado alguna vez, como pudieron dormir unos pastores al raso, con temperaturas medias de 6 grados bajo cero?
La víspera del 1 de noviembre, coincidía con la festividad celta del “Samhein” que marcaba el final del verano y de la recogida de las cosechas, para pasar a los días de frio y oscuridad. Se pensaba que durante esa noche, el dios de la muerte hacía volver a los muertos, permitiendo comunicarse a los vivos con sus antepasados, práctica que también era habitual en la fiesta romana de “Feralia” que se celebraba el 21 de febrero, ayudando con sus oraciones a la paz y el descanso eterno de sus familiares difuntos.
Si como hemos visto se trata de una fiesta religiosa y nuestro cementerio es católico, vamos a analizar lo que dice la Biblia, la Palabra de Dios. “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”.
Tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, se hace referencia al significado de ser “Santos”, como a personas que por su vida ejemplar se distinguen de los demás. Dios nos ordena a todos ser santos. El santo es todo aquel que cumple la voluntad del Padre: “Habéis pues, de serme santos, porqué yo Jehová soy santo” (Levítico 20.26) y también en el Nuevo Testamento, SIEMPRE que se menciona esta palabra se refiere a personas VIVAS, a todo el que se convierte a Cristo, a su pueblo santo. Consultar la 1ª carta de San Pablo a los Corintios 1.2 y la 2ª 1.1.
Queda con ello bastante claro que la palabra Santo es sinónimo de cristiano y que el día de “Todos los Santos” deberíamos estar celebrando el día de los vivos que creen en Cristo. ¿Qué tiene que ver este día con la muerte?
Como la Iglesia Católica no permite adorar ni ponerse en contacto con muertos, por muy santos que hubiesen sido en vida, aduce al libro de 2ª de Macabeos 12.45, para justificar esta práctica. “Pero, como tenía en cuenta que a los que morían piadosamente les aguardaba una gran recompensa, su intención era santa y piadosa. Por eso hizo ofrecer ese sacrificio por los muertos, para que Dios les perdonara su pecado”.
La Iglesia tenía que justificar de algún modo, el uso de las tradiciones religiosas como la oración por los muertos, el purgatorio y el perdón de los pecados a través de la realización de las buenas obras.
¿No estaremos, con nuestra costumbre actual, incumpliendo el fin de la fiesta y en definitiva la Palabra de Dios? “No se puede servir a dos señores”.
Como muestra de la paganización de la festividad que no hay que olvidar nunca, es cristiana, unos cuantos ejemplos del movimiento económico que ella supone. Un día especial en el que rememorar el recuerdo de nuestros fallecidos, acudiendo donde reposan sus restos, depositando en sus tumbas las más variadas flores cortadas, privadas de vida.
Es un poco contradictorio, como la desafortunada costumbre de celebrar el día de los Santos Inocentes con risotadas, gastándonos las más pesadas bromas, día en el que Herodes pasó a cuchillo a tantos niños indefensos.
Una surtida y extensa variedad de festejos y costumbres gastronómicas, recorre la geografía española estos días. Me permito destacar los siguientes.
En Cádiz, los “Tosantos”, disfrazando a los conejos, puercos y gallinas de los mercados de la ciudad. También se hacen muñecos con frutas, verduras y frutos secos.
En Ceuta es el Día de la Mochila, la gente sale al campo portando una mochila con frutas y frutos secos con la que pasa el día.
En Galicia se celebra el “Magosto” que tiene como protagonista a la castaña...
En Cataluña la “Castanyada”, en la que se comen boniatos al horno, castañas y los dulces “panellets”.
En Concentaina (Alicante), la “Fira de tots Sants”. Licencia de mercado concedida por el rey de Aragón Pedro IV el Ceremonioso, una de las más antiguas de España.
En Los Pedroches (Córdoba), se encienden velas en las casas y se comen las tradicionales gachas de leche.
En Extremadura, se va de gira al campo a merendar la “Chaquetía”.
En la dehesa de Guadix (Granada), se comen pestiños y boniatos; en Jaén buñuelos rellenos y en el resto de España, huesos de santo. Se trata de canutillos de mazapán recubiertos de almíbar que le da un tono blanquecino, simulando a un hueso.
Los buñuelos rellenos, inicialmente fueron conocidos como “de viento” y se conocen desde el siglo XVII, cuando el cocinero del rey Felipe III el Piadoso, ofrecía este manjar a la casa real española. En la actualidad se ofrecen rellenos de distintas pastas: crema, cabello de ángel, nata y chocolate, preferentemente.
En Baños de la Encina (Jaén), son las fiestas más importantes del año.
Cada pueblo o ciudad que se precie, tiene su postre típico para estos días, fabricado con variopintos ingredientes, entre los que últimamente, cabe destacar la calabaza.
Lamentablemente, ¿dónde queda el recuerdo a nuestros fieles difuntos, el resto del año? ¿Y el significado cristiano de la festividad?
En qué gran negocio se ha convertido, el negocio de la muerte.
La interpretacion del texto que comenta es muy abstracta ya que segun tengo entendido el Limbo ya no existe y con el tiempo es muy probable que dejen de existir otras , a menos que sea dogma de fe ,contra esto no tengo que decir nada ya que con la fe dicen que se mueven montañas.Seguramente si hubieran sido mas explicitos ahora no tendriamos tantas interpretaciones