¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?
“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla.”
Gabriel García Márquez.
Los que estudian los recuerdos que tenemos las personas, dicen que del pasado solo recordamos ciertos momentos. Dicen que hacemos una selección de los que queremos recordar, además, esos recuerdos los modificamos tal como queremos recordarlos. Nos sentimos felices por el recuerdo de momentos de relaciones puntuales de unos días, pero que nosotros proyectamos a toda una época. Las personas mayores, tenemos tendencia a recordar del pasado los días vividos felizmente, sin tener en cuenta los días malos que hemos pasado, las frustraciones, los miedos y problemas que hemos tenido. Se tiende a recordar el pasado como algo mejor que el presente, como si los problemas de juventud no fueran nada comparados con lo que se tienen a la vejez. En fin, como dice Jorge Manrique, en “Coplas a la muerte de su padre” “cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor”.
Ello me viene a la memoria a raíz de algunos comentarios que se hacen al ver las magníficas fotografías que se publican en los grupos de Facebook de Borriana, del excelente fotógrafo Vicente Melchor. Las fotos son un maravilloso testimonio de la vida ciudadana de los 50 y 60. Algunas testimonian con un realismo, excepcional, las costumbres sociales de la época. Creo que, a la mayoría de personas de mi generación, esas fotos les generan una mezcla de emociones e impactos porque nos traen a la memoria, personas, tradiciones, así como la situación urbanística de la ciudad, que en muchos casos ya habíamos olvidado. No creo que el autor de las fotografías, en ningún momento alcanzara a comprender el importante legado que sus fotografías son para la ciudad.
El caso, es que no resulta extraordinario que tras ver fotografías de alguna actividad vecinal de los 60, algunas personas digan que “entonces se vivía mejor que ahora.” No sé si será porque los años me han convertido un bicho más raro de lo que ya era, pero no comparto la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y menos que en los 60 se vivía mejor que ahora. Distinto es que las personas jóvenes en aquellos años, crean haber sido más felices entonces, que ahora con edad para estar jubilados. Es evidente que no se vive ni se siente la vida, con la misma energía y pasión, con 15 años que con 70. Yo recuerdo en verano, con 18 años, después de terminar el baile en la plaza de algún pueblo a las 2 de la mañana, ir a cenar al Versalles, después, a las cinco de la mañana sentarnos en el umbral de algún banco, de los del entorno del Plà, hasta hora de ir a la playa, a almorzar al merendero de Manolo. Después tomar el baño y por la tarde al Fallero. Todo sin acostarnos a dormir y sin notar en ningún momento falta de energías ni dejar de percibir con satisfacción toda diversión. Ahora hace años que el día que me acuesto dos horas más tarde de mi horario normal, las 12 de la noche, estoy un par de días, los que necesito recuperarme, que no soporto ninguna diversión.
Yo estudié mayor. Pero recuerdo que en primero de facultad un profesor dirigiéndose a lo/as jóvenes, les dijo “¿verdad que esto de exámenes y la vida es muy duro? Pues quejaros todo lo que queráis, pero mejor vida y más felices que a vuestra edad, no la volveréis a vivir”. En fin, acepto que se haya sido más feliz, siendo joven en los 60, que ahora. Confieso que me resulta comprensible, pero que la vida fuera mejor no lo comparto. No puedo compartir que en los 60 se viviera mejor que ahora porque:
- La esperanza de vida, que es un indicador de calidad de vida, resulta que en los 60 era de 68 años mientras ahora es de 83 años.
- No olvido una escuela segregada por sexos, en la que, por un simple gesto a una chica de lejos, podías recibir un par de bofetadas.
- No consigo olvidar cuando los mayores comentaban en voz baja los maltratos a la mujer, o los abusos a las hijas, de un padre de familia, que se acababan concluyendo que era una cuestión de familia y que nadie tenía derecho a meterse.
- No olvido las paletas que algunos maestros usaban para pegar, ni los muchos padres que presumían de pegar a los hijos con la correa, pero por la parte de la hebilla.
- No olvido lo normal que era ver a mujeres con poco más de 50 años todas vestidas todas de negro, incluido pañuelo a la cabeza, hasta su muerte. Si se quedaban viudas se tiraban años sin apenas salir de casa acompañadas de la foto del difunto con una vela encendida.
- No olvido el frio que pasaban “els cullidors” al ir al campo en bicicleta por la mañana sin guantes y con ropa mala rota. Luego trabajar todo el día con zapatillas o botas de agua rotas soportando los pies mojados. Todo por 60 pesetas al día, y si te resfriabas, te aguantabas para no perder el puesto en la colla.
- Me resulta inolvidable ver como terminaban de reventados el día, los que iban a “cavar hort en lligó”.
- No olvido que en el trabajo no te daban de alta a la Seguridad Social. Si lo denunciabas al Sindicato Vertical, ellos avisaban al propietario. Si persistías en la denuncia, te amenazaban en dar parte a la Guardia Civil.
Son tantos los ejemplos de estos que podría escribir una tesis sin necesidad de copiar a nadie. Cierto que los sesenta los viví con mayor y felicidad que ahora, pero no porque se viviera mejor, simplemente porque gozaba de la vitalidad propia de la juventud de la cual ahora carezco.