¿TTIP? No, gracias
Probablemente a algunas personas no les resulten conocidas estas siglas. Yo misma no tenía ni la más mínima idea hasta hace algunas semanas, cuando algo me llamó la atención sobre este tema y busqué más información. Y la verdad es que asusta bastante lo que se puede estar cociendo en torno a estas cuatro letras…
El Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión entre Estados Unidos y la Unión Europea es algo que viene gestándose desde hace décadas, pero que muy poca gente conoce. Y no se conoce porque a su alrededor hay un aura de secretismo que da que pensar, y desde luego, nada bien... De hecho, durante el proceso de negociación se ha ofrecido muy poca información sobre lo que se estaba trabajando, por lo que existen muchas lagunas sobre los efectos que tendría este Tratado en la UE.
Esta falta de transparencia llega incluso a prohibir a los eurodiputados que hablen de ello, que dicho sea de paso, solo tienen dos horas para poderlo leer, en una sala vigilada y sin llevar ni dispositivos electrónicos, ni tan siquiera un triste bolígrafo.
Pero este Tratado que será aprobado por unos pocos, pues solo necesitará de una mayoría cualificada, es decir el 55% de los países, después se someterá a votación en el Parlamento europeo y luego pasará por los Parlamentos de los países que componen la UE, aunque sin posibilidad de enmiendas, ya que las votaciones serán sobre la totalidad del mismo. Y, por supuesto, no cabe la posibilidad de que, a pesar de lo que esto puede influir sobre nuestro modo de vida, se hagan referéndums para que la ciudadanía pueda opinar.
Según un informe elaborado a petición del propio Parlamento europeo, nos enfrentamos a diferentes cuestiones que serán negativas para Europa, entre ellas destacaría las siguientes:
En el apartado energético, Europa tendría que aumentar las importaciones de petróleo y gas (obtenido por fracking) de EEUU, lo que obligaría a construir plantas de tratamiento de esos combustibles, con el impacto medio ambiental que eso supone, además de las implicaciones geoestratégicas con otros países de nuestro entorno.
También nos podremos enfrentar con rebajas en los salarios y debilidad (más si cabe) en los contratos y convenios laborales, ya que EEUU solo ha suscrito dos de los ocho convenios fundamentales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Se blindan los convenios con las multinacionales, como un mecanismo de protección a los inversores, pero que pone a los Estados en clara desventaja sobre éstas.
Se abrirá la puerta (más) para la privatización de los servicios públicos, ya que se establece una lista reducida sobre aquellos que no se pueden privatizar.
En definitiva, este Tratado va a cambiar nuestro modo de vida, introduciendo cambios en la forma de entender la agricultura con el sistema a gran escala de los EEUU, en la precaución sobre los productos químicos que se puedan comercializar, en la introducción sin etiquetaje de los productos genéticamente modificados…
Sin tener nada en contra del estilo de vida norteamericano, tampoco me apetece copiarlo. No creo que las políticas neoliberales que nos han llevado a esta crisis global nos vayan a sacar de ella.
Muy al contrario, con este convenio comercial vamos a abrir la puerta a una mayor precarización del mercado laboral y de los servicios públicos, copiando lo peor del sistema americano.
No, gracias.
¿TTIP? No, no sabía lo que significaba porque, como bien has supuesto, ni siquiera sabía que existía. Está claro que hay una confabulación para instaurar un nuevo orden mundial. Lo que se les olvida, es que Julio César también quiso cambiar el mundo, de hecho, vestigios aún nos quedan de su cultura, pero fue más listo que éstos, porque Julio César ya decía “al pueblo pan y circo”. Porque es lo que queremos los ciudadanos: tener nuestras necesidades básicas cubiertas y que nos sobre algo de dinero para ocio. Esta pretenciosa nueva potencia cree que podrá domeñarnos, pero se equivoca, la ley del miedo ya no funciona. Estas son las cosas que nos hacen ver que el sistema no funciona. Es cierto que necesitamos un nuevo orden mundial, pero no ese. Necesitamos un mundo nuevo donde se nos enseñe, sobre todo, a ser humanos; recuperar los valores que la sociedad capitalista nos ha robado.