La pesadilla de ser invisible
¿Qué puede haber peor que ser invisible? Invisible para los medios de comunicación. Invisible para los convecinos. Invisible para los políticos insensibles. Invisible para el ministro de economía que niega la evidencia.
Los pobres de nuestro país no existen. Es “un error de concepto”; afirmar la pobreza es dañar la imagen de España. No es cierto que haya dos millones y medio de niños que viven bajo el umbral de la pobreza en nuestro país. No es cierto lo que dicen los informes presentados por organizaciones tan poco sospechosas como Save the Children, Unicef o el presentado hace unos días por Cáritas. No es cierto que 2 de cada 5 niños no tengan qué desayunar o cenar. O que la desnutrición entre los niños en España está provocando ya casos de raquitismo. No es cierto que, contra esta situación, los colegios estén haciendo habitual que los profesores repartan galletas entre los niños. No es cierto que en España se pase hambre.
Ese es el mensaje que da el gobierno machaconamente porque quiere mantener a los pobres invisibles, para que no empañen su propia conciencia y el optimismo de los demás… sea todo por España.
No se habla de “ellos”, porque los pobres “están acostumbrados a serlo”. No se habla de esas familias que pasan un calvario para dar de comer a sus hijos y mantener un mínimo de normalidad en sus vidas… De esas personas desesperadas por encontrar un trabajo medio decente que les permita seguir viviendo… De esos abuelos, que dan cobijo a sus hijos y nietos para que no se queden en la calle… De la pobreza energética, o de la dación en pago de las hipotecas.
Y no se habla de ello porque no quieren que en los resultados de su gestión aparezcan datos más propios de la posguerra. Sin embargo, se atreven a hablar de la VIDA como si fueran los únicos valedores de ella. Si entendieran lo que significan los DERECHOS constitucionales, que no hablan de caridad ni beneficencia, respetarían a tantas familias necesitadas y velarían por la calidad de la VIDA de esos millones de niños que en nuestro país están pasando una dramática infancia.
Por si a “los invisibles” les faltaba algo, siempre hay alguna organización política extremista que se atreve a cambiar esa invisibilidad por una visibilidad oportunista y perniciosa, para aprovecharse de ellos y de su situación en beneficio propio.
“Señores” políticos de traje y corbata, para negar la pobreza con tanta desfachatez tendrían que mirar a los ojos de un niño con hambre porque, aunque insistan en negarlo, en nuestro país cada vez hay más pobres que, lamentablemente, cada vez son más pobres.
