Memoria histórica

Decía José Saramago que “hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”.

Y no puedo menos que estar de acuerdo con él, ya que la indiferencia es un arma muy peligrosa, que nos puede llevar a cometer los mismos errores del pasado. Un pueblo indiferente a su historia, es un pueblo convertido en presa fácil para quien le gusta fomentar el odio y la sinrazón. Y en esta España nuestra, seguimos sin que se acaben de cerrar viejas heridas que no nos permiten avanzar en el camino del progreso y seguimos con muchas mentes estrechas y obtusas que todavía hablan de rojos y quema de iglesias, con el único afán de provocar el miedo a aquellos indiferentes desmemoriados.

Sin embargo, en pleno siglo XXI, después de los 80 años pasados, seguimos paseando por calles que rememoran las viejas glorias del alzamiento militar del 36, algo impensable en Alemania o Italia, por ejemplo. Y eso que hay una legislación vigente, desde el 2007, para recuperar esa memoria histórica, que algunos partidos políticos se pasan por el arco de triunfo.

Sin ir más lejos, en València al igual que en Madrid, hemos tenido que esperar a que hubiera un cambio en los respectivos consistorios para que se emprendiera la iniciativa del cambio en el nombre de calles o plazas o la supresión de títulos de hijos predilectos, medallas de oro de la ciudad o concejales extraordinarios, que recaían en personajes protagonistas de los años más negros de nuestra historia reciente.

La antítesis de esto ha sido lo ocurrido en Málaga, con la construcción de una zona para perros justo encima de una fosa común, en la que yacían represaliados por el franquismo. Aunque parece que el ayuntamiento, cómo no, del PP, ya ha tomado las medidas oportunas para el traslado del pipican, estas cosas jamás deberían ocurrir y no ocurrirían si se hubiera tenido la oportunidad real de hablar de ese período represivo sin tapujos y enterrar convenientemente a los muertos de esa sangrienta y estúpida guerra entre hermanos.

Creo que ya debemos comenzar a caminar hacia el futuro y para ello tenemos la responsabilidad de restañar heridas y enterrar a los muertos, porque como también dice Saramago “somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”.