!!!Malditos (y frescos) barracones

Aunque parezca increíble, el otro día me contaban cómo los barracones se han convertido estos calurosos días en elementos preciados en los centros educativos.

Por lo visto, y para poder soportar las altas temperaturas a las que este septiembre nos está sometiendo, los equipos directivos, con muy buen criterio, han establecido un sistema de “enfriamiento” del alumnado, consistente en pasar a todos los grupos, durante algún momento de la jornada, por los tan odiados en otros momentos, barracones. Y es que, de alguna manera hay que hacer las clases un poco más soportables…

Mucho se ha hablado estos días del adelanto del inicio de curso y lo que ello ha supuesto para docentes y escolares, y es que la consellera de Educación, María José Catalá, se ha lucido con esta decisión, a la que no le veo demasiado sentido, ni pedagógico ni mucho menos de organización.

Pero a mi me gustaría ir un poco más allá, porque al margen de decisiones absurdas como esta, creo que el debate debería de centrarse en el acondicionamiento de los centros escolares, que para nada están pensados para las altas temperaturas estivales.

Y esta reflexión me lleva a preguntarme por el agujero negro de Ciegsa y el sobrecoste que han tenido la mayoría de los centros construidos por ella. Deudas por valor de 2.500 millones de euros… Sobrecostes en prácticamente todas las obras realizadas por esta empresa pública creada en el año 2000 por el entonces presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana. La media se sitúa en un 18% de aumento en el presupuesto presentado inicialmente, pero en algunos casos, como en el colegio Herrando Vilar de Almassora, el sobrecoste se sitúa en el 50%, o en el colegio Soto Micó de Valencia que disparó la cifra final hasta un 85% del presupuesto inicial. Y, por supuesto, sin que eso redundara en mejoras de los servicios y equipamientos.

Recuerdo que ya hace algún tiempo en algunos institutos de nueva creación se medían las temperaturas y se denunciaban públicamente, por lo insoportable que se hacía dar clase allí, ya que el arquitecto que los diseñó no pensó, ni por un instante, en el clima que tenemos en nuestro territorio.

Centros con unas inmensas cristaleras en vez de ladrillos, que tal vez visualmente sean mucho más estéticos y llamen la atención, pero que no cumplen con las mínimas condiciones de habitabilidad, ya que en esas clases acristaladas, donde no se pueden instalar unas míseras cortinas o persianas, tanto el alumnado como el profesorado sufren las altas temperaturas de manera estoica.

Todos estos cienos de la Generalitat Valenciana deberían aclararse ya. Necesitamos urgentemente que se empiecen a dar explicaciones de qué ha pasado con todos esos millones de euros que deberían haberse dedicado a hacer instalaciones educativas en condiciones óptimas, con los equipamientos necesarios para ser cómodos en cualquier época del año y sin esos barracones perennes, y que nos evitaría tener que escuchar esa rancia canción de que en nuestra Comunidad se invierte en educación tanto como la media europea, y que seguramente será porque contabilizan estos miles de millones perdidos no se sabe dónde.