Ciudadanos del mundo: de primera y de segunda
Rock Hudson, Anthony Perkins, Isaac Asimov, Earvin Magic Johnson, Freddie Mercury, son algunos de los nombres famosos que recordamos cuando hablamos de SIDA. En nuestro país, ya hace 30 años que conocimos el primer caso en el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona.
Desde entonces más de 78 millones de personas en el mundo han muerto por esta causa. Una enfermedad que ha matado a más de 24 millones de personas solo en África subsahariana y ojalá fuera una enfermedad del pasado, pero la realidad es muy diferente: las cifras en Oriente Medio, África septentrional, Asia oriental, Europa oriental y Asia central han aumentado en casi un 50% en los últimos años. En nuestro país la tasa es de unos 100 nuevos casos diagnosticados con SIDA por millón de habitantes. En 2013 hubo 3278 nuevos diagnosticados.
Los especialistas coinciden en que los gobiernos han bajado la guardia respecto a esta enfermedad, y denuncian que la falta de campañas especificas dedicada a gente joven y la disminución de pruebas y diagnósticos precoces son el principal motivo de contagio a terceras personas, y por tanto el gran aumento de casos, sobre todo entre los más jóvenes.
Somos testigos, casi sin inmutarnos de cómo, en los países más pobres, sigue muriendo gente por el SIDA y cómo, por el contrario, en el resto de países esta enfermedad ha dejado de ser mortal gracias a las drogas antivirales, aunque sigue aumentando el número de contagios, por lo que cada vez es mayor la demanda de fármacos.
Las compañías farmacéuticas, mediante sus patentes, bloquean, en connivencia con los gobiernos, las ventas de medicamentos genéricos que podrían ser adquiridos a precios mucho más baratos por los países pobres. Médicos sin Fronteras, ponía un ejemplo sobre las diferentes políticas entre países; el tratamiento antiviral contra el SIDA, es nueve veces más caro en Sudáfrica que en Tailandia.
Es tal el negocio de las farmacéuticas, que no faltan los que piensan, entre ellos algunos premios Nobel, que esta industria podría ser responsable de la muerte de cientos de millones de personas, y para ello podrían estar utilizando cómplices en el mundo de la ciencia, la medicina, los medios de comunicación y la política, sumado a que en ocasiones se sirven del miedo para tal empresa. Recordemos el “gran fraude” de la gripe A, que tan solo en España, supuso más de 300 millones de euros en la compra compulsiva de vacunas y antivirales.
Cada vez más, surgen enfermedades altamente contagiosas con lo que el “gran negocio farmacéutico” está servido. Por el contrario, allí donde el negocio no es posible, se desprecia la vida y como el hambre no se contagia, el resto del mundo mira para otro lado, hasta que uno de los nuestros enferma y es entonces cuando demostramos al mundo que podemos luchar contra la enfermedad…cuando nos lo proponemos, claro.
En nuestro país tenemos un ejemplo reciente con el Ébola y de lo que pasa cuando se pone a políticos irresponsables al frente de una enfermedad que podría haber ocasionado cientos de muertes solo en nuestro país. Podemos decir, que a pesar de tanto político inepto e irresponsable, esta vez hemos tenido suerte.
Después de que miles de personas hayan muerto en África por Ébola, han sido necesario solo dos casos de españoles y casi una decena de contagiados, para que la Unión Europea destine 61 millones de euros más para combatir el Ébola en África y el Gobierno de España dedique 10 veces más a la crisis del Ébola dentro de España que en África.
¡¡¡Sencillamente vergonzoso!!!
Sin palabras. Mi indignación ante este tipo de injusticias sociales quizá me haga decir cosas que pudieran ofender, y no es mi intención ofender a nadie. La sociedad que hemos construido no funciona. Cada individuo intenta sobrevivir de la manera más airosa en este complicado mundo en que todo es atesorar dinero y posesiones como forma de garantizar la supervivencia. Hay otras formas de convivir, de racionalizar los recursos, de garantizar la supervivencia y, además, ser feliz. Alguien tiene que empezar a cambiar algo. Cuando exista un país donde no exista dinero, de seguro me iré a vivir a él. Unas de las peores cualidades del ser humano son el ansia de poder y la avaricia. Mientras exista el dinero no podremos librarnos de estas sombras negras que oscurecen la bonita palabra de "ser humano", que la hemos distorsionado tanto que ya solo representa un cuerpo, cuando un "ser humano" es regirse por los mejores sentimientos de que somos capaces de regalar a los demás.