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Por Yolanda Seva Ruiz. Diputada Nacional por la provincia de Alicante
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Tantas y tantas

    Recordar, volver al pasado para reconocer tu existencia, porque sin quererlo, sin llegar a pensar que sería posible, era eso o la muerte.

    Repasando su historia, he de reconocer que aunque hemos avanzado mucho, seguimos luchando por algo tan imprescindible como la dignidad personal.

    Mujer, joven, preparada y además guapa, iba a ser esa cuota femenina que faltaba en la lista electoral de un partido político que no había pensado en ella, hasta que el partido en la oposición consideró como cabeza de lista a una mujer. De esto hace ya más de 20 años y el contexto social no era el mismo.

    El PP quería una cara nueva, que diera frescura y aportara aquello que nunca habían pensado tener. Nevenka Fernández, ilusionada comenzaba una nueva etapa en su vida que se convirtió en un infierno, en una sociedad machista, en la que desde una posición de poder se la acosó  social y sexualmente.

    Juan José Millás, en su libro “Hay algo que no es como dicen” fue capaz de contar su historia y con ello contó la historia de tantas y tantas Nevenkas en el mundo, que nunca se atrevieron a denunciar. Pero era denunciar o morir y ella optó por el camino valiente, aún a sabiendas que su imagen se expondría públicamente  y que tendría que contar intimidades, además de acusar al todopoderoso alcalde, cuya actitud era para sus vecinos y vecinas, algo intrínseco a su personalidad, sin ninguna mala intención. Nadie es acosado, si no se deja acosar.

    Y así la joven se vio inmersa en una relación tóxica, con difícil salida, con sus propios compañeros de partido en su contra y la sensación de que era culpable de una situación en la que era la víctima, porque no había sido capaz de pararlo, porque quizá había dado pie a ello, porque no había sido contundente o si lo había sido, su mensaje no había querido ser entendido. Él no lo había entendido, al contrario, poco a poco, en un goteo constante, denostando su trabajo, ridiculizándola, discriminándola, vejándola, se convirtió en una mujer destrozada, rota, atemorizada, sin alegría, que se apoyó en su verdad, en su familia, en las personas que la querían y la creían. Entre esas personas, un papel fundamental para su contrincante política, la portavoz del PSOE, Charo Velasco, que la escuchó y le tendió la mano, ante la actitud agresiva que se evidenciaba y que nunca utilizó la situación para las pretensiones del alcalde, que buscaba que la oposición se involucrase en la falta de presencia de la joven, para justificar su actitud.

    Nevenka denunció para sobrevivir, quiso contar su historia para dejar atrás las mentiras, las amenazas y el miedo, y decidió hacerlo hasta el final porque la verdad era una y se tenía que hacer justicia.

    Luchó contra todo y todos, contra el poder establecido, contra familiares y amigos que le decían que estaba loca y que como se había metido en ese lio, incluso contra la justicia, cuando el Ministerio Fiscal  criminalizó a la denunciante, para anular su testimonio y culpabilizarla, poniendo como víctima al acusado, al acosador, ya que ella no había actuado para evitar lo ocurrido.

    Fue tal el exceso del Fiscal que fue apartado del caso por acoso procesal y se le dio un nuevo trato público a la joven, que tuvo que soportar los falsos testimonios de sus propios compañeros y compañeras, ya que todo lo que ocurría en el ayuntamiento “era muy normal”.

    Nevenka fue una defensora de sí misma, que ganó una batalla para demostrar que la única forma de salir de una situación de acoso es la denuncia.

    Y teniendo una sentencia favorable, desde su posición de poder el acosador fue capaz de buzonear una carta de seis folios contando episodios de su vida íntima por toda la ciudad, para que sus vecinos y vecinas supieran su verdad. Y sentenciado lanzó panfletos, antes de una manifestación que lo apoyaba, con comentarios machistas que perjudicaban y ponían en entredicho el testimonio de la víctima. Y con una sentencia firme parecía increíble que toda la ciudad no apoyará a Nevenka. Y con una sentencia judicial se tuvo que marchar de España para rehacer su vida, callando las bocas de aquellos que dijeron que quería beneficiarse económicamente y ascender en la vida pública.

    Nevenka Fernández fue una pionera del METOO y nos dejó la enseñanza de reivindicar una vida nueva y buena si afrontamos nuestros miedos, no cambiando el pasado sino aprendiendo a vivir mejor.

    Por todas las Nevenkas que todavía hoy, veinte años después tienen miedo:

    “Merece la pena, porque aunque queda mucho por recorrer, no callar es el único camino para que se haga justicia”.

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