La inversión en deeptech y salud
Recientemente hemos celebrado el Día Mundial de la Salud y puede ser un buen momento para pararse a pensar cuáles son los principales motores que en la actualidad ayudan a avanzar la innovación en este sector. ¿Qué catalizadores tenemos para aumentar la salud de la población, su calidad y esperanza de vida?
Sin duda alguna, los mecanismos de financiación para entidades públicas de investigación y compañías innovadoras basados en programas como Horizonte Europa, que supone el actual programa marco de la Comisión Europea estructurado en Misiones, son algunos de los principales agentes a tener en cuenta.
Muchas PYMES valencianas, y de todo el país, se han beneficiado de programas como Instrumento PYME, en el anterior esquema de Horizonte 2020 y su versión actual EIC Accelerator. Estas ayudas permiten a las compañías financiar su investigación e innovación manteniendo control sobre la compañía, pudiendo retrasar o posponer la dilución que supone la inversión privada para el equipo fundador.
Sin embargo, cuando el mercado tiene unas altas velocidades de cambio como en el sector de la Inteligencia Artificial o el Deep tech aplicado a salud, es frecuente el recurrir a inversión privada externa que permita a la compañía acelerar y adaptarse a las exigencias del mercado.
Tras un año 2021 histórico de operaciones en startups en todas las fases de inversión, algunos observadores esperan una moderación del mercado en el año 2022. Aun siendo la salud un mercado más resistente, como se demostró en situaciones inesperadas como la pandemia, las empresas de Deep tech y salud podrían no ser una excepción, por la subida de inflación y los tipos de interés, con escenarios inestables como la invasión de Ucrania.
A pesar de estos factores adversos, 2022 está siendo también un año muy exitoso, y es probable que los niveles de financiación sigan aumentando, precisamente por la antifragilidad del sector y por las necesidades claras de desarrollo en ámbitos como la gestión de datos de salud en la nube y su combinación con inteligencia artificial, los gemelos digitales, el crecimiento de aplicaciones de la biología espacial (spatial biology), la robótica quirúrgica, la telemedicina en enfermedades crónicas, salud mental digital, entre otras.
Las emprendedoras y emprendedores deben plantearse cuándo incorporar financiación externa a su proyecto y si la necesitan, si debe venir acompañada de cierto conocimiento del sector en el brazo inversor, que pueda ayudar a su vez a canalizar nuevas oportunidades hacia el proyecto, el conocido como ‘smart money’; o bien, si es mejor una inversión puramente financiera. La experiencia del que escribe es que la complejidad del sector salud es tal, por ejemplo con escenarios regulados en algunos casos por normativas como la Medical Device Regulation (MDR), sobre el uso de dispositivos médicos, que el no aprovechar la ayuda y el apoyo que pueden ofrecer fondos de inversión especializados en tecnología y salud que cuenten con múltiples compañías en su portfolio, puede suponer una importante pérdida de oportunidades para el proyecto.
En resumen, si la aventura de emprender es ya de por sí, apasionante y extraordinariamente compleja a su vez, más lo es si cabe en un mercado tan particular y especializado como el de la salud donde no solo debemos aprovechar las oportunidades de financiación públicas y privadas sino que además el equipo fundador debe asegurarse de no perder el foco de su objetivo final, que, como nos preguntábamos al principio del artículo, es tener un impacto en la mejora de los flujos de trabajo sanitarios, hacerlos más coste-eficientes y mejorar la salud de las personas y su calidad de vida.