Enfermeras y prevención, las mejores estrategias contra el cáncer
En la década de los años 70 del siglo pasado, hace ahora unos cincuenta años, tomó gran popularidad en los contextos sanitarios un informe realizado por Marc Lalonde, por aquel entonces Ministro de Salud de Canadá. Agrupó los ahora llamados Determinantes Sociales de la Salud en cuatro campos: Biología Humana, Medio Ambiente, Estilos de Vida y Sistema de Atención Sanitaria. A continuación, realizó un estudio del impacto que cada uno de ellos tenía en la salud de las personas, a la vez que calculaba la inversión económica que su Gobierno realizaba en cada uno de los grupos.
Lalonde llega a la conclusión de que el gasto público no se realizaba de manera adecuada, pues, del total de la inversión, se destinaba el 90% a lo relacionado con el Sistema de Atención Sanitaria, cuando ello solo tenía una influencia del 11% como factor de salud. Por el contrario, los determinantes relacionados con Estilos de Vida tenían un 43% de influencia en la salud de las personas y, sin embargo, solo se les destinaba el 1,5% del presupuesto.
Estos rotundos resultados tuvieron un gran impacto en el pensamiento sanitario del momento, haciéndolo cambiar y trascendiendo hasta la actualidad, aunque más como teoría idílica que como una política estratégica de salud ad hoc llevada a la práctica.
En España, el malogrado ministro de Sanidad Ernest Lluch propició que en 1986 se promulgara la Ley General de Sanidad, poniendo las bases de una nueva atención sanitaria, cuyas señas de identidad, además de su universalización, eran la orientación prioritaria del sistema sanitario a la promoción de la salud y a la prevención de las enfermedades. Comenzaba la Atención Primaria de Salud.
El cáncer sigue constituyendo una de las principales causas de morbi-mortalidad en España, siendo los de mama, pulmón, colon y recto, estómago, próstata y vejiga urinaria los más diagnosticados en 2021, según la Sociedad Española de Oncología Médica.
Para la OMS, una parte muy importante de las muertes por cáncer es debida a los cinco factores evitables con más incidencia: tabaco, infecciones, alcohol, sedentarismo y dietas inadecuadas. Es decir, las causas de una gran mayoría de los cánceres estarían relacionadas con los estilos de vida.
El pasado 28 de enero, la consellera de Sanidad Universal y Salud Pública, Ana Barceló, presentó la nueva estrategia de Atención Primaria y Comunitaria para la Comunidad Valenciana en un acto al que asistió un número importante de responsables de Enfermería de todos los departamentos de Salud.
Una estrategia para el primer nivel asistencial que sería una solución para los problemas que le afectan y que se han visto agravados por la pandemia. Por lo tanto, las expectativas que ha generado han sido grandes al proponer un nuevo modelo, más personal y más inversión.
De llevarse a cabo su aplicación tratando de optimizar al máximo los recursos y con la vista puesta en obtener los mejores resultados, esta iniciativa debería cambiar la forma de trabajar de las enfermeras y enfermeros, pues permitiría que pudieran configurar sus agendas para poder salir a la comunidad a realizar prevención, promoción y educación.
Debe hacerse de esta forma, pues es urgente y necesario propiciar una nueva Atención Primaria y Comunitaria en donde se le dé protagonismo a los profesionales de Enfermería.
El citado Plan Estratégico apuesta por este cambio de forma de trabajar, por eficiencia y sostenibilidad, así que esperemos que esa teoría expresada sobre el papel se lleve a la práctica.
En el Día Mundial contra el Cáncer que se celebra el 4 de febrero debemos señalar lo imprescindible que se hace una reorientación del sistema sanitario, mediante la implementación en Atención Primaria de intervenciones en la comunidad para desarrollar programas que ayuden a combatir el cáncer: estrategias de alimentación sana y equilibrada, práctica de ejercicio físico, prevención del tabaquismo, alcoholismo y drogadicción, programas de protección del sol o de promoción de la lactancia materna.
Asimismo, enseñar a evitar prácticas de riesgo, educación sexual y liderando campañas de cribado, autoexámenes y detección precoz, son actuaciones de prevención primaria y prevención secundaria que deben desarrollar las enfermeras y enfermeros del primer nivel a objeto de disminuir la incidencia de cáncer y mejorar los pronósticos.
En definitiva, educar y empoderar a la población en el cambio de hábitos de estilos de vida y en su autocuidado, de forma libre y siendo conscientes de que dicha elección afecta a sus probabilidades de desarrollar un cáncer. La labor de las enfermeras y enfermeros en la prevención queda aún más patente teniendo en cuenta los datos de la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN), estimándose que los nuevos diagnósticos de cáncer en 2022 estarán cerca de los 300 mil.