Camino de vuelta
Saber cómo piensan los electores, cuando llega el punto de inflexión mayoritario, cuál es su límite de comprensión y sacrificio y cómo reciben todo tipo de decisiones, es siempre la gran pregunta. Si los que aspiran a renovar, aumentar o sencillamente merecer la confianza de los que tienen derecho a votar, conocieran las respuestas o los propósitos electorales de los ciudadanos de antemano otro gallo cantaría alto y fuerte para tantos. Despertar la esperanza masiva de los ciudadanos con propuestas realistas y convincentes es lo pretendido por todas las fuerzas políticas. Pero, una vez despejadas las dudas sobre la viabilidad económica de España en la que nos sumió la irresponsabilidad del gobierno socialista había que trazar una senda de sacrificios y apreturas, donde Mariano Rajoy también previó unos límites. Nadie en la Unión Europea ni en el Fondo Monetario Internacional compartía esos límites. No creían que fuera posible evitar un necesario rescate que salvaría lo mínimo y nos colocaría en la más dura devaluación interna que pudiéramos imaginar. Prever malos resultados y anticipar presuntos incumplimientos, no hacía sino aumentar el interés de nuestra deuda y disminuir la confianza y la inversión en una secuencia de geométrica progresión. Todo estaba servido para una larga temporada de padecimientos, insuficiencias y postración económica y social.
Mientras, los representantes cercanos al anterior gobierno o hasta sus mismos dirigentes daban la bronca exponiendo las bondades de lo que llamaban consolidar derechos básicos, esos que con una pésima gestión de lo público rayana en la mayor frivolidad y despilfarro habían sido también comprometidos y no cumplidos por ellos o sus compañeros.
Sin embargo la política aplicada por el Partido Popular ha ido mostrando su acierto y los resultados han empezado a llegar manifestándose con vigor y tozudez. Frenar la caída libre de nuestra economía o empezarse a crear empleo –que sigue siendo el más importante reto- son ya realidades que no pueden discutirse. La financiación negativa de nuestra deuda pública era impensable hace pocos meses. El aumento exponencial de la inversión extranjera o el aumento de nuestras exportaciones, solo son los primeros indicadores parciales de una situación que revierte.
Se acercan unas elecciones autonómicas y locales que no pueden estar marcadas por los cantos de sirena y populistas voces de buena música pero nefasta letra. Seguir apoyando al Partido Popular es la opción más sensata. Alfonso Bataller en el Ayuntamiento y Javier Moliner en la Diputación han demostrado que esas políticas conducen a hacer muy buena gestión y que continuarán en tres áreas básicas: 1. Consolidar el Crecimiento y ganar Competitividad consiguiendo más y mejor empleo con menos impuestos para acelerar el crecimiento; fomento del emprendimiento, con incentivos para emprendedores. 2. Una agenda social para el Bienestar con Impulso de medidas de conciliación y apoyo a la familia donde se potencien la igualdad en derechos y oportunidades. Y, 3. Reformar la Administración para transformar la sociedad haciéndola más eficaz, transparente y cercana al ciudadano con planes de simplicidad normativa e impulso de la administración electrónica. El camino de vuelta hacia el orden ya se ha emprendido y es lo que se propone seguir haciendo por los ciudadanos.
