Yo soy un llorón, también
Soy un llorón de esos que se pasan la vida quejándose porque a nuestra provincia de Castellón no nos dan lo que nos corresponde. Porque ni desde Valencia ni de Madrid nos construyen las infraestructuras mínimas para que dejemos de ser una provincia de tercera división, tras Valencia y Alicante. Donde el turismo no cala porque no les interesa que se desarrolle esta industria tan necesaria para España. Y donde con la industria azulejera y del mueble ya vamos bien servidos.
Miguel Barrachina, en nuevo líder del Partido Popular en la Provincia de Castellón, entiende que Ximo Puig también es un llorón porque se pasa la vida reclamando a Madrid lo que nos corresponde como valencianos. Es algo parecido a cuando Aznar acusaba a Felipe González de mendigar a Europa los fondos europeos que nos correspondían. Me imagino que Barrachina estará copiando el famoso cuaderno azul de José María, y dentro de nada nos saldrá con lo de “Vayasé señor Joaquín” (lo pongo así porque ni con “Ximo” ni con “Puig” quedaba la rima bien).
En fin, esta ha sido la visión del Partido Popular durante el último cuarto de siglo. A los vecinos de la provincia no nos ha hecho falta nada de nada. Somos autosuficientes y el que no lo vea así es que es un llorón. Aquí se le paga ipso facto una fortuna a la empresa de Florentino por hacer mal su trabajo en el Proyecto Cástor y no rechista. Nos meten un tercer hilo en lugar de unas vías como Dios manda para que llegue (pase) el AVE por Castellón, y tampoco poco pasa nada.
Nos bloquean las frecuencias de los trenes de cercanías con la construcción de una vía por donde algún día pasarán AVE, mercancías y cercanías, todos a una. Y eso es una demostración de machotes de esos que no lloran jamás. Con pelo en el pecho y bañador de leopardo. Pues no somos hombretones los castellonenses ni nada.
Si no miremos como les va a los llorones profesionales de los catalanes y los vascos, pobrecitos míos. Que a base de llorar los tienen marginaditos. Pues en Castellón tenemos razones para coger un berrinche de esos que cogen los niños en el supermercado. ¿a que sí?