Nochebuena y Navidad
El origen de la Navidad se pierde en la nebulosa de los tiempos. Los cristianos la asimilaron y cambiando a Júpiter por Cristo. Convirtieron el jolgorio en profundo recogimiento. La familia era el sagrario en el cual moraban los sentimientos más profundos, y la conciencia virgen del propio ser.
“Pero como la cabra al monte tira”.
Bajamos a Cristo y trepamos nosotros al Altar.
Recuerdo la Navidad como el nacimiento de mi conciencia. Frente al llar, contemplaba embelesado como las llamas del viejo naranjo al partir, entibiaban mi cuerpo y dejaban en el ambiente sus últimos aromas.
Tras las llamas se fueron yendo mis abuelos, mis padres, parientes y muchos amigos.
Hoy, como ayer, la vajilla que me vio nacer, alhajará la mesa.
Junto a mí, mi querida esposa, nuestros hijos, y nietos.
Los cohetes despertarán la noche y saludando a las estrellas, alumbraran el cielo en luces multicolores.
Abrazos apretados y besos sentidos.
Turrón y pan dulce… y un sorbo de champan, o sidra.
Después, cuando tan solo a lo lejos se oiga el eco de las explosiones. Saldré al jardín y al borde de la terraza, en donde el olor a pólvora aún perdura, levantaré la copa y mirando al cielo, desde lo más profundo de mi ser exclamaré:
¡FELICES FIESTAS!
Para los que están lejos y para aquellos que sin dejarnos, se fueron.
Desde aquí, nosotros levantaremos también la copa y te escucharemos. Un abrazo y feliz Navidad.