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El 18 de Agosto conmemoramos un nuevo aniversario de la fundación de nuestra querida Asociación Comunidad Valenciana, el vigésimo tercero.

Estaba disfrutando de los perfumados aromas que ascendían desde la paella cuando se acercó un miembro de la Directiva informándome, que había llegado el Cónsul D. Eduardo de Quesada y que uno de sus acompañantes preguntaba por mí. Al acercarme al grupo, un joven desconocido salio a mi encuentro y al saludarnos lo hicimos con el afecto de dos viejos amigos.

A la distancia, cualquier matiz carece de importancia.

Pueden ser de Orense o Almería, de Huelva o Gerona. De izquierda o derecha, con cualquiera de ellos sientes una manifiesta afinidad.

Pero. . . cuando se trata de un valenciano y de origen burrianero por añadidura, la sensación es mucho más profunda. Parecería como si los genes compartidos, al coincidir en el eterno peregrinaje en pos de la existencia, despertaran en cada uno de nosotros una simpatía tan profunda que al separarnos, nos va acompañar a través de nuestras respectivas existencias. La experimente al conocer al amigo Josep Palomero y ahora, se reiteró con Juan Lugo Sánchez

Cuando el apreciado paisano y amigo José Ramón Calpe me anticipo su nombramiento como Cónsul de España en el Uruguay, acudieron a mi memoria tiempos idos en el que el incipiente arenal alejaba del agua a los elegantes chaléts que desde la marjal, balconeaban en el azul Mediterráneo. Esperaba encontrar en el cónsul adjunto la cortesía de un diplomático Pero al estrecharle la mano sentí la calida sencillez de un ser humano. ¡Bien venido al Uruguay! Juan, estas en tu casa