Rafa Nadal, ejemplo para la juventud
Este tenista saturado de éxitos a lo largo de su vida profesional durante casi dos décadas completas, ganador de todos los trofeos imaginables, con veintiún Grand Slams en su carrera, medallas de oro olímpicas y habitual competidor en el torneo de Masters al final de cada temporada, no se cansa de ganar.
Pero no es eso lo más importante, es su constancia, la confianza en sí mismo, su elegancia para competir (gane o pierda), su humildad y humanidad y sobre todo su simpatía personal lo que le convierte en un IDOLO DE MULTITUDES.
El pasado domingo 30 de Enero del 2022, escribió sin duda la página más brillante de su historial deportivo, en la final del Master de Australia en Melbourne, donde tuvo el corazón de muchos españoles sobrecogido frente a las pantallas de la televisión desde las nueve y media de la mañana (hora española) hasta casi las seis de la tarde.
Yo me levanté para ver el partido completo pero no aguanté la decepción y tristeza de verle perder los dos primeros sets y cuando perdió el segundo en un Tie Break muy ajustado, me di por vencido y salí a pasear.
Medvedev, quizás el tenista más en forma del momento, con sus casi dos metros de altura y su excelente pegada y colocación, llegaba a todas las bolas y Rafa aún le había podido encontrar ese punto débil del juego de sus adversarios, que tan inteligentemente sabe buscar y atacar una vez detectado.
Me equivoqué, porque para ganarle a Rafa, hay que hacerlo en todos los terrenos.
Y es muy difícil vencerle sicológicamente, porque su capacidad de reacción y sufrimiento son difíciles de encontrar y su inteligencia estratégica solo es comparable a la de los deportistas que siempre estarán presentes en el OLIMPO DEL DEPORTE y entre ellos Nadal tendrá siempre su lugar indefectiblemente.
Seguí por la radio el tercer set y cuando comprobé que lo había ganado por 6-4 (tras perder los dos primeros por2-6 y 6-7) lo primero que pensé es que Medvedev había bajado su presión y potencia de saque.
Volví a casa poco antes de comer con la familia y ya no dejé de alternar mi mirada entre los excelentes manjares que nos había preparado mi esposa para toda la familia y la pantalla del televisor, donde en otro set de casi una hora volvió a imponerse Rafa en el cuarto set de nuevo por 6-4.
Ya en los postres, se empezó el quinto y último y yo estaba convencido que los diez años de diferencia entre los contendientes, le iban a pesar mucho más al español que al ruso.
Craso error, porque hubo alternancias entre los dos.
Rafa le hizo un break pronto a Medevedev y llegamos al octavo juego con servicio del manacorí 5-3 a su favor y un 30-0 a su favor, que parecía el principio del final.
El destino nos reservó otras sorpresas, se rehízo el grandullón del Este y llegamos al empate a cinco juegos en el quinto set.
Hubo de nuevo otro break por parte del español, que apenas había logrado 2 puntos de saque directo hasta ese momento, por los más de 30 del ruso y en el juego siguiente y poniendo el alma en cada pelota que jugaba, Rafa ya no cometió ningún error y se llevó el partido después de más de cinco horas y media de un partido para la HISTORIA DEL TENIS MUNDIAL.
El lunes, la prensa de todo el mundo le dedicó todo tipo de elogios y reconocimientos, y L´EQUIPE parisino le definió como un MARCIANO.
La verdad, es que difícilmente los marcianos podrán nunca alcanzar el nivel de inteligencia, capacidad de trabajo y sufrimiento, humildad y voluntad que tiene Rafael Nadal.
Yo le definiría como el paradigma de las condiciones que yo siempre he considerado imprescindibles para triunfar en la vida.
SABER, PODER Y QUERER.
Por si todo eso no fuese suficiente, en un entorno emponzoñado por el Independentismo catalán, siempre se ha declarado muy español, sin dejar lugar a dudas.
Quizás por eso, los medios de comunicación afines a los actuales socios del Gobierno, han sido los únicos en no hacerse eco, del incuestionable éxito de este joven admirable en todos los sentidos.
Hasta la semana que viene amigos.
