Monólogos amorfos del presidente
Si me pidieran cual es “slogan” que marca todas las intervenciones políticas de Pedro Sánchez, aseguraría que es el encabezamiento de esta columna de opinión.
Cada vez que sale a expresarse en público, tanto en las Cortes Españolas, como en algunos medios de comunicación que le son adictos (a los otros ni se atreve a ir) nos vemos sometidos a un monólogo monótono y sin más contenido, que salir al paso de todas las críticas que recibe.
En las Cortes, al menos se le puede interpelar después de cada intervención, aunque como “buen jugador de ventaja” (en juegos de naipes se les llama tahúres) siempre es él quien cierra las intervenciones, por lo que guarda habitualmente esa frase indeterminada, que ni aclara nada ni convence a nadie.
Cuando hace declaraciones a los medios de comunicación, exige primero que le pasen las preguntas por escrito y se reserva el derecho a cambiar el guión, si no tiene respuesta adecuada para alguna de ellas, por lo que no hay lugar a un dialogo, entre sus opiniones y lo que perciben de ellas los representantes de los medios de comunicación.
Acontecimientos lamentables para todo el mundo, como la pandemia del COVID 19 o la Guerra de Invasión de Ucrania por la Rusia de Putin, para él han sido agua de Mayo, ya que al ocupar las primeras páginas de la prensa española durante más de dos años, en cierto modo han ocultado de una manera subrepticia todas las tropelías e insensateces que ha cometido nuestro despreciable Presidente una tras otra.
Sus nefastas políticas, territoriales, económicas y financieras, se han difuminado y entremezclado con los problemas sanitarios que tan mal se enfocaron y una guerra que no debería de habernos afectado más que de una manera tangencial.
Sin embargo ha acabado confundido y confundiendo a todo el mundo, hasta el punto de besarse y abrazarse en un momento determinado con el sátrapa marroquí y a las pocas horas ha querido sacar partido del Gobierno Argelino al negociar el suministro de gas en condiciones ventajosas, cuando sabía que Rabat y Argel son como el agua y el aceite, que nunca se pueden entremezclar.
Ha vivido al día mientras Europa se le ha permitido, endeudando a España hasta límites irracionales y comprometiendo el futuro de varias generaciones, que difícilmente podrán pagar ni siquiera los intereses de una deuda tan descomunal, el día que los tipos de interés, recuperen niveles lógicos.
En resumen, que sin dar un palo al agua, paseándose con su Begoña o lo que sea a bordo de su Falcon, pagado con los impuestos de todos los españoles, cuando el litro de gasolina se paga a precio de oro, aun tendremos que sufrirle si Dios no lo remedia casi un año, a no ser que antes y por motivos de interés estratégico, los comunistas o independentistas que le apoyan y sostienen en un Gobierno, que de hecho son varios y funcionan en paralelo, para poder robar a todos ellos a manos llenas y sin inculparse unos a otros.
Hasta la semana que viene amigos.