Acaban 28 años, sin derrotas para España, en clasificación mundialista

Luis Enrique, ha estado jugando con fuego ya mucho tiempo y la moneda le ha salido cara en vez de cruz en la mayoría de los casos.

Al final, ha ocurrido lo que pudo ocurrir antes en razón a sus deméritos propios, frente a selecciones más  potentes e importantes.

Pero lo realmente triste, no ha sido perder ante una mediocre selección sueca, sino la forma de perder.

El asturiano, fiel a sus filias y fobias, montó una selección a su imagen y semejanza, sin parase a analizar al oponente.

Esa soberbia deportiva le llevo a la derrota.

¿Dónde se ganan o pierden los partidos de futbol ante selecciones muy físicas?

La respuesta es elemental:

EN LAS DOS AREAS.

Eso por lo visto no lo sabía nuestro seleccionador, pero si lo tenía muy asumido Anderson, el entrenador sueco.

El juego en el centro del campo y la posesión del balón fue para los españoles en una relación de 70% a 30% mas o menos.

Pero las ocasiones de gol claras, fueron para los escandinavos ya que pese a que Olsen (portero sueco) tuvo que salir a recoger los “higos” que le colgaban al área los jugadores de banda españoles a ese islote aislado que era Morata, las intervenciones de Unai Simón en tres ocasiones muy claras, salvaron goles cantados y en otras dos les falto acierto a Isak, Kulusevski y Thelin (que entró al final por uno de ellos) para aumentar la ventaja.

Nosotros acertamos en la primera, en la que Soler sorprendió por primera y única vez al incorporarse desde segunda línea para marcar y apenas recuerdo como ocasiones claras, la de un posible penalti a Ferran dentro del área por la banda izquierda que no se pitó y otra de Adana Traoré recién incorporado como extremo derecho, que tas desbordar en un doble quiebro a su lateral estrelló el balón en las piernas del meta sueco.

Seguimos haciendo el juego del “limpiaparabrisas” de área a área, para acabar perdiendo el balón.

En cada pérdida, salían a velocidad de vértigo los dos puntas amarillos que nunca pudieron controlar la velocidad ni anticiparse por colocación ni Erik Garcia ni Aymerich Laporte, ni un Busquets perdido y descolocado en el final de su brillante carrera deportiva.

Albiol, nuestra mejor arma “antiaerea” en las dos zonas de castigo defensiva y ofensiva no jugó un solo minuto, como tampoco lo pudo hacer Pau Torres en su merecido descanso.

Sin ellos había temblores de piernas en cada corner o balón parado sueco y apenas se llegaba a tocar de cabeza ni un solo balón en el área sueca.

Koke ni cortaba ni creaba juego, Soler luchaba sin suerte, Gerard anduvo como alma en pena todo el partido hasta que se lesionó, Morata no pudo rematar ni un solo balón por alto y Ferran lo intento todo, sin lograr nada.

En mi opinión, muy flojo y lento el entramado defensivo ante dos balas hábiles y con excelente remate que marcaron dos goles y pudieron marcar alguno más.

Mal el centro del campo, por no mantener un buen equilibrio defensivo-ofensivo, ni saber generar futbol por sorpresa y lamentable una delantera siempre superada en el juego aéreo por los atletas suecos, que se defendieron perfectamente escalonados dentro de su propia área hasta aburrir a Morata y Gerard.

La clasificación para el Mundial de Qatar ya no depende de nosotros, sino de Grecia, obligada a ganarle a Suecia si quiere clasificarse.

E incluso ese segundo lugar que nos obligaría a salvar otra eliminatoria, no nos será fácil de lograr si seguimos jugando con el mismo sistema y con mismo entrenador.

Lo siento amigos, porque nada me gustaría más que equivocarme.

En una semana tendremos más datos, pero ya no dependemos de nosotros y eso siempre es un peligro.

Se ha roto una racha inimaginable.

Hasta la semana que viene.