La ONGD Viviendas para los Sin Techo capacita a 90 mujeres de Quevedo (Ecuador) para el acceso a microcréditos y la creación de brigadas de salud
90 familias de la zona más vulnerable y excluida de la ciudad de Quevedo, en Ecuador, se están viendo beneficiadas del proyecto “Fortalecimiento de habilidades y capacidades de 90 mujeres que viven en extrema pobreza en la provincia de Los Ríos, en el cantón Quevedo, Ecuador” que la ONGD Viviendas para los Sin Techo, a través de la corporación ecuatoriana Hogar de Cristo, desarrolla desde el pasado mes de noviembre gracias a una subvención de la Generalitat Valenciana.
El objetivo del proyecto, que aúna formación, acceso a crédito, brigadas de salud y empoderamiento como vía de desarrollo de toda una comunidad, es que esas familias -unas 400 personas entre mujeres, maridos e hijos- puedan dejar atrás la situación de pobreza en la que llevan viviendo desde hace décadas.
El proyecto, dotado con 38.210 euros, consiste en la capacitación en temas de microemprendimientos, huertos familiares y formación artesanal, la entrega de crédito a 90 mujeres, atención en salud preventiva a 400 personas y la conformación y fortalecimiento de organizaciones comunitarias de mujeres.
Hasta la fecha, se han programado, junto con las participantes, las temáticas de los talleres artesanales así como la entrega de los primeros créditos para dotar de liquidez a los pequeños negocios que alguna de las mujeres ya tenían en marcha. Así como la adecuación de las aulas en las que se desarrollarán las formaciones.
En los próximos meses se realizará la primera brigada de salud que se repetirá a finales de año y se pondrá el marcha todo el plan de formación técnico artesanal que hay proyectado.
“¿Puede un crédito de 150 € dinamizar una economía? Habría que preguntárselo a cualquiera de las mujeres del proyecto y pronto nos daríamos cuenta de que la visión empresarial no se aprende en las facultades de Administración y Dirección de Empresas ni en los títulos MBA, sino en el acceso a un capital que si lo envolvemos en un papel con formación constante y de calidad, en un año ha podido duplicar los beneficios”, explica Ignacio Peña, responsable del proyecto.
“Un proyecto de desarrollo no se puede centrar en la consecución de unos objetivos numéricos, sin rostros ni experiencias detrás. El verdadero impacto que causan esos 30.000 € tenemos que ir a buscarlos en las herramientas de superación y no discriminación que se quedan en el territorio y esto se resume con la idea de restitución de derechos”, agrega el cooperante Ignacio Peña.
