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“La gente pide que no se olviden de ellos”: Una caravana al centro de la DANA desde la Plana Baixa, Marcos Llorente y la ayuda que no cesa

“La gente pide que no se olviden de ellos”: Una caravana al centro de la DANA desde la Plana Baixa, Marcos Llorente y la ayuda que no cesa
  • Desde furgonetas de prestado a un convoy con medio millar de máquinas: así ha evolucionado la solidaridad

 

La solidaridad de toda España se ha volcado con los vecinos afectados por la DANA de Valencia, una riada mortal que ha dejado más de dos centenares de fallecidos y a centenares de miles de personas en la ‘zona cero’ de la destrucción.

Desde el minuto uno, ríos de vecinos se movilizaron para llevar los primeros insumos a los afectados, entre ellos gente de la Plana Baixa castellonense, como el burrianense y vecino de Vila-real Manuel Borja.

Borja explica a elperiodic.com cómo, junto con una peña de Vila-real, conocidos e incluso con el futbolista Marcos Llorente, ha ido volviendo en varias ocasiones hasta el epicentro de la tragedia para ayudar de diferentes formas a los vecinos.

Alfafar, Paiporta, Picanya, Sedaví, Benetússer, Catarroja y Massanassa son los municipios donde ha pisado el barro para ayusar desde los primeros momentos del desastre.


“La gente pedía comida”

“El primer día la gente pedía comida y material para sacar el barro antes de que se convirtiera en una piedra”, explica Borja, impactado por lo que vio, y que añade que, unos días más tarde, cambiaban las peticiones de los vecinos: “Hacían falta manos para ayudar a vaciar garajes y sacar escombros o limpiar clases de institutos”.

Sin embargo, pese a que las prioridades de los vecinos han ido cambiando día a día con la vuelta de algunos servicios poco a poco, una petición no ha cambiado desde el primer momento: el miedo al abandono y al olvido, como ocurre en tantas tragedias.

“Siempre repiten que se siga recordando, que esto no sea una noticia pasajera. La gente tiene que pensar que podíamos ser nosotros. No podemos ayudar y luego desaparecer, esto cosa de todo el país”, expone Borja, que señala que “la gente desde el minuto uno ya es como si fueras de su familia, pese a la tristeza e impotencia, te abren sus puertas”.

De ir a aventura con una peña a repartir medio millar de kärchers

“Al principio fuimos un poco a la aventura con una furgoneta que nos dejaron”, recuerda Borja, que rememora el primer día en el que, tras recorrer varios kilómetros a través del fango llegaron hasta el popular barrio de Orba, en Alfafar con comida para los vecinos, especialmente pensando en los niños y la gente mayor: “Intentamos llamar al máximo número de puertas posible para ver qué necesitaba la gente”.


“Conocí a una niña celíaca y la familia me pidió si podía llevarle comida sin gluten y se lo prometí. Cuando volvimos la familia no sabía qué decir, creía que no íbamos a volver otra vez”, explica emocionado.

“A otra pareja mayor les dimos un bote de aceitunas rellenas y un bote de albóndigas y se pusieron a llorar porque hacía noches que solo cenaban papas y cosas que tenían por casa”, recuerda Borja, que explica la dureza de la gente atrapada en la zona: “Otra familia árabe también llevaba varios días sin comer y les entregamos yogures y leche para los niños”.

Así, desde la Peña Sanfaina de Vila-real empezaron a organizar una recolecta de comida y de dinero, con el que compraron bombas de achique para viajar en camiones a Valencia, y desde allí en bicicletas y a pie hasta los pueblos del sur.

“Un grupo de gente de Castellón, Vila-real, la Vall d’Uixó y Burriana fuimos a Paiporta, a ayudar en una residencia de mayores, en un instituto y con un chico que pedía ayuda para vaciar un parking”, explica como prólogo del viaje que hizo escoltado por la Policía de Aduanas para repartir 400 kärchers hidrolimpiadoras por la zona.

Aquí fue donde encontró en escena el jugador del Atlético de Madrid Marcos Llorente con su plan para repartir estas máquinas. A través del Chef Bosquet De Vila-real, amigo del colchonero, quien también se desplegó en Valencia para repartir comida sin gluten, Llorente contactó con Borja para que le ayudase en su misión.

Así, el convoy de 400 máquinas partió hasta Valencia para poder ayudar a los vecinos a sacar adelante sus viviendas, talleres y calles, frente a la ausencia de otra ayuda.

“Los primeros días estaban abandonados” explica Borja, que asegura que no pasaban casi servicios de emergencia, mientras “las casas estaban hechas polvo y los coches apelotonados”. Tuvieron que pasar varias jornadas para que el tráfico de patrullas y equipos de emergencia fuera creciendo, recuerda, por lo que pide mayor implicación de las administraciones para pasar página cuanto antes.

 

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