Expertas, activistas y supervivientes coinciden: únicamente desde la unidad se puede combatir la prostitución y la esclavitud sexual
Unidad, unidad y unidad. Si ha habido un mensaje que ha calado hoy en el desarrollo de la “Primera jornada contra el sistema prostitucional y la trata” (que se celebrará a partir de ahora cada año en El Campello), ha sido el de que únicamente desde la unidad de criterio, movilización y acción, se puede combatir la prostitución y la esclavitud sexual de las mujeres, en España y en el resto del mundo.
La concejalía de Mujer e Igualdad del Ayuntamiento que dirige Maricarmen Alemañ, y la Plataforma Violeta que preside Juana Castillo, invitaron y consiguieron la participación en la jornada (que se ha desarrollado desde las 10:00 a las 14:00 horas) de tres mujeres que saben mucho de esta materia: Rosa Cobo Bedía, escritora feminista, investigadora y profesora titular en Sociología de la Universidad de La Coruña; Vanessa Silva, feminista abolicionista y “superviviente”, y María Arenas Bardisa, psicóloga sanitaria y presidenta de la Asociación Las Independientes.
La sala Enric Valor de la Casa de Cultura se ha llenado de público, principalmente integrado por mujeres, aunque no ha faltado la presencia de hombres muy implicados con la causa. Por la parte institucional han asistido los concejales Maricarmen Alemañ (PP), Adriana Paredes (Compromís), y Pedro Mario Pardo (EU-Unides Podem).
Todas y todos, pendientes de los mensajes y experiencias que se iban a exponer sobre una problemática social compleja: la prostitución y la trata de mujeres.
Parte del acto se ha centrado en dar respuesta a una pregunta tan profunda como controvertida: ¿Abolicionismo o regularización? En esto, la sociedad está dividida, “y ese debate nos debilita como seres humanos y como mujeres, porque mientras no haya unidad de acción, avanzaremos muy lentamente en la erradicación de esta lacra social”, ha enfatizado la edil Maricarmen Alemañ.
Los abolicionistas sostienen que la prostitución es una forma de explotación y dominio masculino sobre las mujeres, que tiene efectos muy negativos, tanto en las mujeres prostituidas como en la sociedad en su conjunto.
Por otro lado, los regulacionistas afirman que la prostitución y otras formas de trabajo sexual pueden ser opciones válidas para mujeres que elijan participar en ellas.
Sea como fuere, tanto Ayuntamiento como Plataforma Violeta de El Campello y las oradoras han insistido en que hay que perseguir “todo tipo de violencia sexual” que se ejerce contra las mujeres, para alcanzar el objetivo de dar forma a un mundo más justo e igualitario.
Para Rosa Cobo, la prostitución está estrechamente ligada al capitalismo, dado que la industria de la prostitución (“violencia sexual extrema”) mueve mucho dinero en el mundo (“es enorme”), y utiliza como escenarios tanto clubes como pisos y la calle, mientras la sociedad tiene argumentos para todo, desde los de índole cultural como los directamente económicos, en algunos casos para legitimar la prostitución. “Afortunadamente”, ha señalado, “se detecta un cambio al respecto en la opinión pública”.
María Arenas ha destacado que “no tenemos un respeto de los derechos humanos de las mujeres”, y ha sido especialmente incisiva cuando ha señalado que la opinión de que la existencia de los prostíbulos previene la violación”, revela la naturaleza que los sostiene.
Por su parte, Vanesa Silva se ha centrado en su experiencia vital, denunciando que “hay un prejuicio en pensar que las mujeres latina somos muy sexuales… y eso es mentira. Mi madre no me enseñó a ser prostituta”.
Especialmente emotivo ha sido el momento en el que se ha proyectado un listado de mujeres “supervivientes” de la trata y la prostitución. Mujeres anónimas, explotadas, vejadas. Seres humanos humillados y sometidos.