El Campello se manifiesta, clama, grita y llora con rabia por las víctimas de la violencia machista
Especial, muy especial la tarde que se vivió ayer en El Campello, con una sucesión de actos organizados con ocasión del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Aunque los actos conmemorativos se han sucedido durante todo el mes, ayer arrancó la tarde con una marcha solidaria en la que participaron cientos de personas: representantes de todos los partidos políticos excepto Vox, amplias delegaciones de colectivos sociales vinculados a la mujer y vecinos preocupados e involucrados en la lucha contra una lacra social que año tras año acaba con la vida de decenas de mujeres a manos de sus cobardes parejas o exparejas por el hecho de ser mujer.
Tras un recorrido por las calles del centro, la marcha accedió al Centro Social El Barranquet, donde fueron depositadas, una a una, las rosas blancas preparadas por la concejalía de Mujer e Igualdad, adornadas con cintas violetas y muchas de ellas con el nombre de las víctimas.
Después llegó la lectura del manifiesto consensuado en el seno de la Federación Española de Municipios y Provincias, leído por el alcalde Juanjo Berenguer, los concejales Lourdes Llopis (PP), Raquel Marín (PSPV), Julio Oca (Cs), Adriana Paredes (Compromís), Pedro Mario Pardo (EU), Eric Quiles (Podem), Eduardo Seva (Red), Eva Segura (edil no adscrita), una representante de la Asociación de Mujeres Amudeca, una portavoz de la Associació de Dones Posidónia, una representante de la Plataforma Violeta, una agente de la Policía Local, una miembro de la Guardia Civil y la concejala de Mujer e Igualdad, Maricarmen Alemañ.
El acto fue amenizado en todo momento por el pianista Luis Seguí y la cantante Andrea Borrás, con piezas reivindicativas que anunciaban lo que estaba por llegar.
Y eso no era otra cosa que la representación de la perfomance titulada “Silencio”, al que dio forma la Associació de Diones Podónia bajo la dirección del grupo Medusa Teatre, a cargo de las alumnas del taller de teatro social impartido durante meses dentro del proyecto “Caleidoscopio, miradas frente a la violencia de género.
Calificar la representación resulta muy difícil. Impactante, sobrecogedora, estremecedora, desconcertante y cuantos sinónimos quiera añadir el lector. Durísima como la realidad misma que nos embarga a diario cuando se produce un asesinato machista por quienes, como acertadamente trasladó la actriz principal, Neus García Forner, no son más que “cerebros putrefactos” y despreciables.
La representación causó un efecto impactante en el público. El silencio más absoluto se adueñó de la sala cuando las actrices fueron amortajadas, embadurnadas con sangre y tendidas en el suelo representando el resultado de muerte tras una agresión. La congoja se adueñó del recinto, y hubo quien no pudo superar el estado de ansiedad que le produjo la obra y su mensaje y lo abandonó con lágrimas en los ojos.
El acto finalizó con una frase sobreimpresa en la pantalla gigante: “El silencio nos hace cómplices”. Ni una más. Ni una menos. Basta ya de violencia de género.