ENTREVISTAS

Doctor Julio Armas: “Los que han gestionado de forma nefasta la pandemia llevarán en sus espaldas las muertes prevenibles, cada error de ellos cuesta miles de vidas”

IÑAKI LÓPEZ - 26/02/2021 | Fotógrafo: Julio Armas

El mediático y prestigioso médico de Urgencias está convencido de que “nadie debería morir por una pandemia, y menos por la irresponsabilidad de muchos y la tibieza y falta de previsión de otros”

Julio Armas es un mediático y prestigioso médico de Urgencias del hospital comarcal de Vinalopó, en Elche, protagonista de la nueva entrevista de elperiodic.com.

Su trayectoria profesional está repleta de un prestigio que ha conseguido con su carisma, su cercanía y, sobre todo, con su particular manera de cuidar a sus pacientes.

Hace suyas las historias de los enfermos a los que cuida, les da tranquilidad y serenidad en los momentos más duros. Todo ello hace que no sea un sanitario más, sino alguien respetado y querido en la profesión.

El doctor Armas domina las Urgencias y el sinfín de necesidades que se viven en ellas, algo que ha sabido transmitir a través de la pantalla de la televisión. En la pequeña pantalla, a través de varios programas del ‘prime time’, el médico ha llegado a las casas de los españoles para acercar la dureza de su profesión y ayudar con un mensaje claro, directo y educativo.

En esta entrevista descubrimos la parte más cercana y personal del doctor Julio Armas, que nos descubre su día a día en una pandemia de la que tiene mucho que decir.

“En una pandemia hay que hablar claro, aunque el mensaje sea muy crudo”, por lo que Armas nos llega a explicar que “he llorado muchas veces al rellenar un certificado de defunción”.

¿Cómo vive un médico la realidad del caos de la pandemia? ¿Cuáles son tus principales sentimientos?

Los médicos de urgencias estamos habituados al caos organizado que supone trabajar en un servicio donde muchas veces nuestra intervención salva vidas. Estamos acostumbrados a pantallas llenas de pacientes por ver, a salas de espera abarrotadas y a observaciones con muchos pacientes pendientes de ingreso; pero al dolor que supone perder a tantos por esta pandemia jamás nos acostumbraremos.

Siento la mayor parte del día tristeza por no poder hacer más por muchos pacientes, por no tener en ocasiones sitio para verlos pronto y aliviar sus síntomas.

En otras ocasiones siento muchísima rabia porque muchas de estas cosas se podían haber evitado si los gestores hubiesen sido más previsores y la población más responsable.

¿La tercera ola es el peor momento del COVID-19 desde marzo?

Está claro que las cifras lo demuestran, el número de contagios, los porcentajes de hospitalización en planta y en UCI son demoledores. A esto debemos sumar que más de 40% de las nuevas camas habilitadas de UCI antes no existían, y ahora funcionan al 200% con el mismo personal o con un refuerzo mínimo.

Hay días que me tiembla la mano cuando tengo que llamar a la UCI para comentarle un paciente crítico, pero recuerdo lo que una buena amiga, médica de UCI me dijo: Todo el que tenga criterios para ingresar aquí lo hará, aunque tengamos que verlo en la cafetería.

Algunos le llaman vocación, yo le llamo valentía y empatía.

¿Cómo llevas convivir tan de cerca con los fallecimientos diarios?

Jamás he llevado bien la muerte de mis pacientes, soy de los que lo intentan todo antes de tirar la toalla. He llorado muchas veces al rellenar un certificado de defunción, es imposible aceptar los muertos como “un daño colateral”, o como algo esperado.

Nadie debería morir por una pandemia, y menos por la irresponsabilidad de muchos y la tibieza y falta de previsión de otros.

Los que han gestionado de forma nefasta esta epidemia llevarán en sus espaldas muchas de estas muertes prevenibles, siento ser tan duro, pero cada error de ellos cuesta miles de vidas.

Y desde luego, cuesta muchísimo dolor y muchas familias destrozadas para siempre.

¿Crees que la gente en la calle está verdaderamente concienciada de lo que ocurre en los hospitales?

Si desde el principio hubiésemos sido conscientes de la magnitud de la epidemia, del impacto emocional, sanitario y económico, hoy no estaríamos así. La mayoría de la población cumple con las medidas, entiende que el momento es crítico, pero la minoría, no necesariamente la población más joven, sigue haciendo caso omiso.

En una pandemia hay que hablar claro, aunque el mensaje sea muy crudo.

¿Qué se te pasa por la cabeza cuando ves imágenes y vídeos de fiestas ilegales con un número elevado de personas?

Al inicio de la epidemia podía entender, aunque me costaba, que muchos no fueran conscientes de la gravedad de la situación. En la medida que han pasado los meses creo que hay una profunda crisis de valores y una permisividad muy grande que nos ha devuelto una sociedad inmadura e irresponsables.

Su fueran conscientes de los muertos que traerá ese botellón o esas fiestas ilegales, dejarían de mirarse el ombligo y cuando levanten la vista, a lo mejor, lo que recibe es la llamada de un médico para comunicarle que su padre o madre o hermana ha fallecido por COVID.

Es así de duro, sin mucho más barniz.

¿Existe desespero entre los sanitarios?

Desde hace unas semanas hemos pasado de aumentar espacios, modificar protocolos, redistribuir turnos a estar sencillamente agotados y en muchas ocasiones desesperados.

Aguantar una avalancha de pacientes graves día tras día se puede hacer durante una semana, pero si se repite de forma indefinida nos convertiremos en zombies de las urgencias, en profesionales con alma, pero quemados profesionalmente.

Y es peligroso para el paciente y para el profesional llegar a este punto. Estamos en una situación límite.

¿Te encuentras exhausto?

Sí, desde hace meses que estoy funcionando con el depósito de ganas.

¿Qué situación de la pandemia es la que más difícil se te hace afrontar?

La muerte, me duele tener que aceptarla en ocasiones y ver como, a pesar de intentarlo, no llegamos a buen puerto.

¿Está siendo efectivo el protocolo de vacunación? ¿Se empiezan a ver los resultados?

La vacunación es uno de los pilares básicos de la estrategia de contención del virus, al menos para los casos moderados y graves, pero ha nacido con mucha crispación y ha pasado del terreno científico a la política.

Las vacunas suponen uno de los avances más grande de la ciencia moderna, representan ese esfuerzo de nuestros científicos por salvar vidas, son el arma imprescindible de la supervivencia.

Cuando me preguntan qué creo de las vacunas suelo contestar: Han salvado y salvarán muchas vidas, así que soy su aliado más incondicional.

Nos faltan muchos meses y muchas dosis para conseguir una inmunidad colectiva protectora, de momento debemos priorizar y acelerar la vacunación.

¿Te aventurarías a predecir cuándo pondremos freno de verdad al Coronavirus?

Yo creo que cuando logremos doblegar definitivamente este último pico y empecemos a notar alivio en los ingresos y una disminución de los fallecidos, debemos acelerar la vacunación y con ello obtendremos algo cercano a la contención.

Podrían faltar algunos meses o, siendo menos optimistas, algunos años.

¿Por qué puntos clave pasa el conseguirlo?

La responsabilidad individual y colectiva, cumplir con las normas y valorar de forma consciente la verdadera magnitud de esta epidemia.

Las estrategias y medidas políticas eficaces y útiles, priorizando la salud y el bienestar de todos, y no sus intereses electorales.

La vacunación masiva de forma precoz e ininterrumpida, respetando los grupos prioritarios y sin prevaricar a favor de unos pocos.

Sostener la sanidad con recursos, con medidas y con derechos laborales.

¿Podrías extraer algún punto positivo de toda esta realidad que vives día a día?

Los miles de mensajes de aliento que recibo en las redes sociales, las historias de superación a pesar de la pandemia y el apoyo incondicional de la familia.

Cuando más derrotado me siento y cuando creo que me voy a romper en mil pedazos, mi familia me sostiene y me da las fuerzas que necesito para seguir.

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