CREVILLENT | CULTURA Y ESPECTÁCULOS

El Archivo Municipal “Clara Campoamor” recuerda la normativa emitida por el Ayudante de Marina del distrito de Santa Pola en 1931

ELPERIODIC.COM - 16/07/2024

En los primeros días de julio, las familias que tenían la oportunidad se trasladaban al Pinet, en carros tirados por mulas y cargados de los enseres para montar las barracas, mientras los demás se marchaban hacia el 18 de julio

El Archivo Municipal de Crevillent “Clara Campoamor” recuerda la normativa emitida por el Ayudante de Marina del distrito de Santa Pola en 1931, en la que regulaba el montaje de las barracas y la apretura de pozos para el uso temporal durante los días de veraneo. Es una temporada del año donde llegan los rigores del calor y los crevillentinos y crevillentinas se marchan a los lugares de veraneo habituales, las casa de campo en la sierra y como no, la playa del Pinet, lugar tradicional de descanso desde mediados del siglo XIX.

Ya desde entonces, en los primeros días de julio, las familias que tenían la oportunidad se trasladaban al Pinet, en carros tirados por mulas y cargados de los enseres para montar las barracas, mientras los demás se marchaban hacia el 18 de julio. En aquellos días, esta playa estaba animadísima, pues sus habitantes se divertían dándose baños de mar, paseos en barca, tertulias en las fondas y cantar habaneras, mientras los más pequeños jugaban en los arenales y además, había un paseo de punta a punta de las barracas y donde coincidían con los crevillentinos ausentes llegados de toda España.

Al llegar los primeros días de agosto, los vecinos y vecinas de Crevillent regresaban para celebrar las fiestas se San Cayetano y a partir de la segunda quincena, exactamente igual que en la actualidad, a causa del mal tiempo “los que disfrutaban en la playa del Pinet hayan recogido el petate antes de hora y se apresuren a venir a consecuencia del frio y el mal tiempo, porque el viento no ha cesado en dichos días”. La playa del Pinet forma parte de las tradiciones crevillentinas desde hace casi doscientos años, un lugar donde los crevillentinos pasaban unos días de descanso, disfrutando del mar, la familia y las típicas habaneras, recuperadas en un festival desde 2022.

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