Los cazadores advierten de las consecuencias de la carestía de agua y alimentos para los animales de los montes levantinos
Gestores de cotos de caza que ocupan casi un 12% de los montes de la región valenciana advierten de la necesidad de dispensar agua y alimentos a las especies de animales, ya que de otra forma se verán abocados a una merma importante y, en algunos casos, a su desaparición. Ante la escasez cada vez más acusada de puntos de agua naturales, la labor de los cazadores es vital para preservar la biodiversidad.
Los clubes dedican de media casi 50 horas mensuales a rellenar comederos, bebederos y balsas, además de arreglar desperfectos y mantenerlos en condiciones higiénicas adecuadas para que los animales puedan alimentarse y beber con garantía de salubridad. La cuarentena de clubes sondeados cuenta con 1.250 comederos y más de 1.700 bebederos de capacidades que oscilan entre los 50 y los 500 litros repartidos en zonas estratégicas acotadas. Además, dispone de más de 300 balsas y charcas así como un centenar de aljibes.
Estas son las principales conclusiones que se desprenden de un cuestionario realizado por la Federación de Caza de la Comunidad Valenciana, en el que han participado más de 40 clubes federados de Alicante, Castellón y Valencia. Las entidades que han respondido gestionan alrededor de 215.000 hectáreas de terreno. En la Comunidad Valenciana hay actualmente 567 clubes de caza federados: 228 en la provincia de Valencia, 171 en Castellón y 168 en Alicante.
Los cazadores explican que en sus zonas la instalación de comederos y bebederos y el cultivo para animales dependen casi exclusivamente de ellos, salvo contadas excepciones. Los alimentos y el agua que dispensan están destinados no solo a los animales de caza sino a los silvestres, ya que la biodiversidad es la que garantiza la preservación de la cadena trófica.
Desde el Gabinete Técnico de la Federación de Caza, el ingeniero Román Samper apunta que “en los últimos años se ha percibido una disminución de los suministros naturales de agua y los cazadores, ayudados, en ocasiones, por habitantes de los pueblos, emplean sistemas que tratan de aprovechar los escasos recursos. Algunas de las actuaciones consisten en recoger los caudales de las zonas de escorrentía y construir balsas y aljibes”.
Las cuotas de los socios son la principal vía de financiación para acometer estas acciones. Además, los clubes suelen requerir permisos de las Administraciones para introducir vehículos o realizar obras de acondicionamiento de terrenos, construcción de aljibes y depósitos de agua.
Antonio Martínez, tesorero de la Sociedad de Cazadores La Perdiz Roja, ubicado en la localidad alicantina de Biar, señala que el club cuenta con alrededor de 150 socios y las cuotas ascienden a 280 euros al año. El 40% de su presupuesto se destina a labores de vigilancia del coto, para advertir de desperfectos, la reposición de alimentos, el control de animales, posibles incendios, o cualquier otra circunstancia de la que haya que alertar, en constante comunicación con los agentes forestales. Cerca de otro 40% se destina a agua y comida para los animales.
En la localidad castellonense de Serra D’En Galcerán sí existen varias fuentes y puntos naturales de agua. El presidente del Club de Cazadores La Alegría, Eladio Barreda, explica que los acondicionan periódicamente junto a los 90 bebederos que han instalado para que los animales puedan consumir el agua. Este año han destinado más de 6.000 euros sólo en limpiar y conservar los bebederos. El club dedica unas 90 horas al mes en mantener las 8.200 hectáreas del coto. Una labor, según Barreda, que “lleva bastantes horas de tu tiempo libre pero que proporciona satisfacción al ver el monte cuidado.”
Por su parte, el Club de Cazadores Pico Caroche, de Teresa de Cofrentes (Valencia), cuenta con 40 siembras cinegéticas en las casi 7.000 hectáreas de su coto. Allí conviven perdices, conejos, liebres, cabras montesas, muflones, jabalíes, zorros y urracas, entre otros animales de caza y también silvestres. Al igual que el resto de encuestados, su presidente, Alejandro Anaya, afirma que si no les proporcionan agua y comida “decaerían los animales de caza menor y la caza mayor se vería obligada a ir a las zonas de regadío, donde provocan daños a la agricultura.”